Carrera entre pandemia y vacunas, ritmo de normalización de la actividad, negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), soja, tamaño del rebote, inflación y dólar. Esos son los elementos que conformarán el electrizante derrotero de la economía en el año electoral, en base a los cuales es posible delinear escenarios sobre lo que viene. Eso, escenarios, no más, dado el elevado nivel de incertidumbre existente en cada una de esas variables.
De acuerdo con el último informe de Consultatio Plus, “más allá del veranito de diciembre, los niveles de brecha (cambiaria) siguen siendo incompatibles con una acumulación sostenida de reservas. La caída estacional de la demanda de dinero en el primer bimestre, junto con señales fiscales ambiguas, terminan de formar un equilibrio bastante inestable”.
De acuerdo con esa consultora, “desde un punto netamente económico, lo más razonable sería que el Gobierno buscara cerrar cuanto antes un programa con el FMI lo más ‘clásico’ posible: un saltito del tipo de cambio para cerrar la brecha junto con una señal fiscal más contundente y la reaparición con fuerza de la política monetaria. Esto pondría la recomposición de reservas y la sostenibilidad monetaria como los objetivos primordiales en 2021”. Sería, ni más ni menos, un plan de ajuste como los conocidos.
Sin embargo, se sabe, la piedra es político-electoral, lo que lleva a Consultatio a presentar otro escenario, que dio en llamar el del “statu quo”. En él, “se mantiene el ritmo de depreciación del tipo de cambio, las tarifas solo se ajustan en línea con la inflación del presupuesto y el déficit fiscal es algo mayor”. Ni más ni menos que los lineamientos que voceó Cristina en el estadio Diego Armando Maradona de La Plata.
El informe plantea la incertidumbre sobre lo que tenga para decir el FMI respecto de la acumulación de más desequilibrios –subsidios, controles, déficit fiscal–. De la voluntad del organismo depende que el país logre refinanciar 44.000 millones de deuda dejados por Mauricio Macri, con plazos de repago insólitamente negligentes, en condiciones que hagan posible la vida humana en la Argentina.
“El Gobierno podría llegar al último bimestre del año con el ‘statu quo’, pero el riesgo es grande: la pandemia y la cosecha pueden sacarnos del partido”, concluyó.
Francisco Mattig, analista de Consultatio Financial Services, dialogó con Letra P para profundizar esa mirada. Según él, “la ventaja, por así decirlo, es que el programa con el Fondo tiene que cerrarse sí o sí en marzo, porque en abril hay que empezar a negociar un vencimiento de más de 2.000 millones de dólares con el Club de París, dinero que el país no tiene. En ese momento se develará el misterio. Aparte, incluso antes, en febrero, se jugarán la cuestión climática y el volumen de la cosecha. Las últimas lluvias ayudaron porque, sin dólares, no habría cómo evitar el escenario clásico”, señaló en referencia al ajuste cambiario y al apretón fiscal y monetario.
“Lo que pase con el FMI es una gran incógnita, porque no se sabe si va a negociar en pos de un programa clásico, en línea con lo que todos esperaríamos y que incluiría las recomendaciones macro típicas de los programas de Facilidades Extendidas, como se vio en los casos de Angola, Mongolia y Sri Lanka. Si va con ellas y el Gobierno debe aceptarlas, el país entraría en el escenario clásico con el objetivo de achicar la brecha cambiaria”, explicó Mattig.
“Pero no se sabe si el organismo va a ser mas condescendiente y le va a dejar al Gobierno más margen de acción” para evitar el ajuste en pleno año electoral, añadió.
En tanto, también entre febrero y marzo se sabrá si las vacunas –Sputnik V, AstraZeneca… ¿cuál más?– llegan en los plazos anunciados y si serán suficientes para acercar al país a una situación de inmunidad de rebaño frente al covid-19, hecho clave para que la economía retome una actividad plena o para que, por el contrario, continúe con los ciclos de freno y arranque, así como para que el Estado siga volcando dinero que debe inventar –imprimir– para sostener a las empresas y a sus plantas de personal.
La incertidumbre es grande en los tres frentes mencionados.
“Voy a contar una infidencia ‘de cocina’. En el equipo de análisis se hicieron proyecciones subjetivas de probabilidades que dieron, en promedio, una chance de 55% a 45% a favor de la estrategia de aguante y mantenimiento del statu quo. El tema es que algunos economistas hablaron de 90%, otros de 80, otros de mucho menos… Esa dispersión tan alta da cuenta del elevado nivel de incertidumbre que hay”, confesó el hombre de Consultatio.
Pese a eso y bajo el supuesto de que el Fondo no pida, por caso, una devaluación más acelerada del tipo de cambio oficial, “el Gobierno tiene chances de ir por la estrategia del aguante, aunque eso se le va a ir complicando por el lado de las reservas, la inflación y otras variables”, dijo Mattig.
En ese caso, cabría esperar que el ministro Martín Guzmán y el Banco Central siguieran apretando las clavijas de la demanda de dólares, tanto por parte de ahorristas como de importadoras y la destinada al pago de deudas de las empresas y las provincias. “Sin embargo –anticipó el analista–, van a tener que empezar a hacer algo con la tasa de interés. Sé que esto es bastante anticonsenso, pero, si no la suben un poco, no van a poder incentivar la liquidación de los agroexportadores, que de por sí es difícil con una brecha del 80%. Si no se hace una política monetaria que incremente el costo de financiarse y no liquidar, eso va a ser complicado”.
El año pinta complejo y más como un maratón que como una carrera de cien metros. Sin embargo, son muchas las señales que entregará el primer trimestre para entrever qué se trae entre manos el futuro.