Pagos de aguinaldos, gastos para las fiestas de Navidad y Año Nuevo, la inminencia de las vacaciones… Habitualmente, diciembre es un mes de elevada demanda de pesos por parte de las empresas y los particulares, lo que debería ayudar al ministro de Economía, Martín Guzmán, en su cruzada por reducir la brecha entre el tipo de cambio oficial y las cotizaciones paralelas, desde el legal “contado con liquidación” (CCL, negociado en bolsa en base a la compra de bonos en pesos y su venta en dólares en el exterior) y el ilegal blue. El año próximo, en tanto, sería otra historia, en la que las presiones cambiarias y las expectativas de devaluación podrían retornar.
El economista Gustavo Reija le dijo a Letra P que “diciembre, tradicionalmente, es un mes de aumento en la demanda de dinero, lo que puede ayudar a descomprimir las brechas”. “Sin embargo, mientras no quede claro que el ancla elegida por las autoridades es fiscal, con reducción del déficit proyectado, que esto se inscribe en un plan integral acordado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y que existe consenso político para su implementación, las expectativas no estarán alineadas y las turbulencias cambiarias continuarán durante los próximos meses”, agregó.
El cepo recargado ha limitado drásticamente las compras de dólar ahorro, no solo por el 30% del impuesto PAIS al que se sumó un 35% a cuenta de Ganancias, sino por las restricciones a su acceso aplicadas a los ciudadanos que se hayan visto beneficiados de alguna manera con ayudas del Estado en la pandemia. Como se esperaba, el cierre de la canilla ha sido más efectivo para limitar –aunque no impedir– la salida de divisas que para estimular su ingreso al sistema, a pesar del intento fallido de aumentar la liquidación de exportaciones de soja en base a una leve reducción temporal de las retenciones.
Según le dijo a Letra P una fuente del Banco Central, la entidad que dirige Miguel Pesce “terminó noviembre con ventas por 325 millones de dólares para abastecer la demanda para el pago de importaciones y de deuda financiera de las empresas que reestructuraron en el marco de la recomendación del BCRA”.
“Las ventas fueron significativamente menores a las registradas en los últimos meses. En octubre habían llegado a 1.062,1 millones de dólares, en septiembre a 1.617,8 millones y en agosto, a 1.278,8 millones. La combinación de medidas que estimularon la liquidación de divisas con mecanismos introducidos para ordenar el pago de importaciones y deudas corporativas permitió encauzar el mercado de cambios y mejorar la perspectivas, teniendo presente que noviembre es históricamente uno de los meses de mayor demanda y en diciembre comienza a ingresar la liquidación de la exportación de la cosecha fina”, añadió.
Al registrar el resultado –como mucho, precario– de las políticas de restricción, dado que las reservas brutas no han dejado de caer, Reija recordó que “el propio Alberto Fernandez ha dicho que el cepo no solo impide la salida de divisas, sino que restringe su ingreso. Este fenómeno se viene dando en forma sostenida y ha puesto el nivel de reservas de libre disponibilidad en terreno crítico. Ante esta sequía, el Gobierno comenzó a utilizar la venta de bonos para acortar las brechas con las variantes de dólar libre, logrando su disminución pero incurriendo en costos, en términos de tasa y de privatización de deuda pública, que hace que este mecanismo no sea sostenible en el mediano plazo”.
Por otro lado, esa estrategia de contención de la brecha cambiaria encontró límites en semanas recientes, después de una baja inicial. Diciembre, por las razones mencionadas, podría proporcionar una tregua adicional.
Fuente: Rava Bursátil.
Sin embargo, incluso antes por marzo, mes que –se espera– debería coincidir, vacunas mediante, con una mayor normalización de la actividad económica, el panorama cambiario podría volver a tensarse.
Si bien las elevadas cotizaciones de la soja deberían ser un aliciente para una mayor liquidación de exportaciones a partir de fines de ese mes, la persistencia de expectativas de devaluación podría jugar en contra de dicha posibilidad. De ahí la necesidad de que el Gobierno genere señales de que abordará los desequilibrios macro de fondo que desde atormentan a la economía nacional desde hace dos años y medio, al menos.
Asimismo, el aumento de la inflación supone una complicación adicional. Según explicó Reija, “la dinámica inflacionaria ha ingresado en un nuevo régimen con piso, en los próximos meses, del 3,5%. Dada la estrategia de crawling peg (minidepreciaciones regulares del peso) que se viene llevando a cabo para ajustar el valor del dólar oficial, se tornará necesario aumentar la tasa de devaluación mensual”. “Noviembre ya fue un claro ejemplo, dado que la tasa de ajuste del tipo de cambio oficial fue de 3,8%, en consonancia con la inflación registrada en octubre”, señaló.
“La intención de no atrasar el dólar oficial con respecto a la inflación es positiva. Cualquier intento de utilizar ese valor como ancla para las demás variables económicas sería, en este contexto, un grave error ya que generaría presiones insostenibles sobre el mercado cambiario que terminarían en una devaluación anárquica”, advirtió el especialista.