El ministro de Economía, Martín Guzmán, entiende que la dinámica cambiaria impone extremo cuidado, pero está convencido de que apretar más el cepo sería suministrarle a la coyuntura un remedio peor que la enfermedad. Sin embargo, no puede ir con las manos vacías a atender la preocupación presidencial sobre la situación y apuesta, en primer término, a completar formalmente el próximo viernes 28, con un nivel muy fuerte, la aceptación de los acreedores externos al arreglo de la deuda. Eso, cree, va a calmar a los agentes económicos y a quitarles presión a los tipos de cambio paralelos pero legales que se arbitran en bolsa.
Estos, cabe recordar, son el llamado “dólar bolsa” o MEP (Mercado Electrónico de Pagos) y el “contado con liquidación” (CCL), que consisten en la compra en pesos de títulos públicos y en su venta posterior en dólares, operación de la que surge un tipo de cambio. La única diferencia entre ambas operaciones es que la primera se completa en el país y que los dólares no se van al exterior, mientras que la segunda termina afuera y las divisas quedan depositadas fronteras afuera. Con todo, al surgir de operaciones entre privados, ninguna de las dos afecta el nivel de reservas del Banco Central.
Pasado el mediodía de este miércoles, ambas modalidades volvían a subir de modo de más que duplicar –y hasta triplicar– la evolución del dólar oficial.
Fuente: Rava Bursátil.
El problema es, entonces la brecha que se va ampliando, que expresa las expectativas de devaluación de los agentes económicos y financieros y complica la gestión.
Fuente: Rava Bursátil.
La mirada de Miguel Pesce, presidente del Central, es similar a la de Guzmán y, entre ambos, terminaron por saldar –¿definitivamente?– la polémica que el Gobierno expuso públicamente de modo difícil de entender. Así, la idea que predomina en la Casa Rosada finalmente es hoy –nunca más necesario enfatizar el adverbio de tiempo– es que reducir o condicionar más el cupo de compra de 200 dólares mensuales sería un tiro en el pie en lo político y una contribución más a la ampliación de la peligrosa brecha.
En esa línea, los dichos del presidente y de la vicejefa de gabinete representarían casi un ejercicio de reflexión respecto de la necesidad de inducir una menor tendencia de los argentinos a dolarizar sus ahorros de modo de contar con más recursos para financiar la actividad productiva. El problema es que al mercado se le clavó la espina de la duda y que los números del balance cambiario no ayudan precisamente a pensar que la situación vaya a corregirse sin traumas.
Por caso, la temporada de liquidación de las divisas generadas por las exportaciones de soja llega a su fin sin que el Banco Central haya podido cumplir con la meta oficial de abultar sus reservas. Estas, de hecho, se han mantenido apenas por encima de los 43.000 millones de dólares desde mediados de mayo. El futuro inmediato es de sequía, tendencia que marida muy mal con la sed.
Lucía Pezzarini, analista de Ecolatina, le dijo a Letra P que “la dinámica del frente cambiario ha sido bastante compleja en las últimas semanas y hasta meses y lo que se ve hacia adelante parece insostenible”. Estimamos que al Banco Central le quedan reservas netas de menos de 10.000 millones de dólares, las que vienen cayendo al punto que se pone el foco en un cupo (de compra) de 200 dólares mensuales, algo que no debería ser problema en un contexto normal”, agregó.
“Los 800 millones de dólares que se van a través de las compras hormiga representaron el mes pasado la mitad del superávit comercial, lo que impide acumular reservas”, alertó Pezzarini.
El consenso de los analistas que un superávit comercial de ese tamaño no es compatible con una demanda semejante de dólar ahorro, a la que se suma la de los importadores que traen al país productos necesarios para el consumo e insumos clave para la producción de una industria que comienza a dar señales de vida.
La sumatoria de los dichos oficiales calientes y los números fríos genera entre los traders cambiarios la convicción de que será necesario esperar a comienzos de septiembre, cuando las compras de los pequeños ahorristas se acumulan, para saber si efectivamente la posibilidad de un cepo aún más duro está realmente enterrada. En ese sentido, señalan que el plazo del 28 para el cierre de la deuda es inmediatamente anterior a ese período complicado, por lo que no falta demasiado para saber si, como espera Guzmán, el mercado realmente se tranquiliza. O si no lo hace y hay que prepararse para novedades más ásperas.
Roberto Reynolds, gerente de Wealth Management de Balanz Capital, en tanto, le dijo a este medio que “la demanda de dólar ahorro va a continuar en la medida en que persista la brecha entre el dólar oficial y el bursátil, y eso va a impactar negativamente en las reservas”.
“Mientras no haya precisiones respecto del programa económico futuro y continúe la emisión monetaria como mecanismo de financiamiento del fisco, la tendencia del dólar bursátil va a seguir siendo alcista”, agregó.
“Si bien actualmente el superávit comercial no da cuenta de un atraso cambiario, eso va a depender de la evolución de la inflación y del tipo de cambio de los próximos meses”, dijo Roberto Reynolds.
En el Central afirman que la emisión de los últimos meses como política de emergencia en la pandemia ha sido absorbida prácticamente en su totalidad, pero los analistas replican al afirmar que ese nivel de esterilización no se podrá mantener en la medida en que la producción y el consumo comiencen a recuperarse. Así, más que en la inflación presente, piensan en la futura.
“Lo que está sucediendo con la inflación durante la cuarentena no es representativo de la que va a haber más adelante”, señaló Reynolds.
“Si bien actualmente el superávit comercial no da cuenta de un atraso cambiario, eso va a depender de la evolución de la inflación y del tipo de cambio de los próximos meses”, reflexionó.
“Con la brecha actual, la tendencia va a seguir. Eso es así porque, por un lado, genera expectativas de devaluación y hace que quienes pueden compren a $100. Pero, además, porque produce otros tipo de incentivos, como el del dólar ‘puré”, explicó Pezzarini. La economista dio cuenta de ese modo de la práctica por la cual algunos compradores se hacen de dólares oficiales a ese precio, los venden en el mercado blue y se quedan de inmediato con una ganancia de alrededor del 30%.
“La situación es compleja y preocupante”, estimó la economista Lucía Pezzarini.
“La brecha también hace que la oferta se retraiga mucho porque el exportador que puede esperar, lo hace esperando un tipo de cambio más alto, lo que seca más de dólares la plaza”, añadió. en la misma línea, cabe añadir, los importadores anticipan sus compras para evitar tener que realizarlas a una paridad que temen irá en alza. Y eso por no mencionar fraudes que los controles de cambio hacen comunes, como la subfacturación de exportaciones –que lleva a contar con divisas que no se liquidan– o la sobrefacturación de importaciones –que drena dólares oficiales del Central de manera ilícita–.
“¿Cómo se sale de esta encerrona?”, le preguntó Letra P a la economista de Ecolatina.
“Cerrar el cupo de dólar ahorro provocaría una mayor demanda en el segmento blue, que dispararía su cotización y generaría una dinámica mucho más perversa que la que se quiere evitar”, dijo.
“La situación es compleja y preocupante”, cerró.
Guzmán deberá demostrar en pocos días que las especulaciones de un cepo todavía más cerrado o, en su defecto, de una devaluación importante del tipo de cambio oficial son simplemente eso, especulaciones, y no anticipos del futuro.