Guillermo Whpei, autodefinido “empresario social”, fue de los primeros pesos pesado del mundo privado en manifestarse a favor de la aplicación de un impuesto a las grandes fortunas, el proyecto que el Frente de Todos enviará esta semana al Congreso. Con base en Rosario, pretende que el aporte sea de manera permanente y no extraordinario, pero “que vaya a una asignación específica” para “ser muy transparentes”. En diálogo con Letra P, habló sobre la vinculación del empresariado con el gobierno nacional, su incursión fallida en el mundo de los medios y una eventual participación en política. “Alberto Fernández hace lo que puede”, consideró. Y redobló la apuesta sobre el impuesto a los ricos: “Debe ser permanente”, no por única vez.
BIO. Magnate filantrópico. De 53 años, arrancó su crecimiento profesional en el mundo de las mutuales y financieras, para luego diversificar en el mundo inmobiliario, bancos y medios de comunicación. Con llegada al Papa Francisco y al presidente Alberto Fernández, se codeó con premios Nobel de todo el mundo e inauguró el Museo Internacional para la Democracia. Es uno de los pocos empresarios que apoya el impuesto a las grandes fortunas que impulsa el Frente de Todos.
-¿Por qué está de acuerdo con el impuesto a las grandes fortunas?
-Por muchas razones; estoy absolutamente convencido de que es necesario. Y esto no es una posición mía como argentino, sino mundial. Los más ricos del mundo le están pidiendo a los Estados que los hagan tributar más y de manera permanente porque la asimetría social es cada vez más profunda y Argentina no es la excepción. El 83% de la riqueza mundial se concentra en 50 personas y esto no puede ser. Lo está diciendo Francisco todo el día, él habla del salario universal, de la concentración de la riqueza y Argentina tiene que estar dentro de este juego. Y los empresarios que generamos empleo y riqueza debemos comprometernos más. Esto no tiene que ver con una posición partidaria, es una cuestión humana, tenemos que estar más cerca del que más lo necesita.
-En Argentina no abundó el apoyo de empresarios al proyecto. ¿Por qué?
-Son varias las razones. El empresario no está acostumbrado como en otros países a poner muy fuerte el hombro en momentos de crisis profunda. Estados Unidos está muy acostumbrado a hacer aportes a fundaciones y otros organismos para el desarrollo de la educación, la inclusión… Argentina no tiene esa cultura. Y, además, porque todo termina en rentas generales, y ahí se pierde el sentido del aporte extraordinario. Si tenemos la posibilidad de hacer un aporte, extraordinario o permanente, que vaya a una asignación específica (debe ser) muy transparente. Tiene que ser un impuesto permanente, fluctuando los destinos. Este año focalizaría mucho en combatir la pandemia dándoles incentivos y protección a quienes están en primeras líneas.
-¿Qué evaluación hace del gobierno de Fernández?
-Está haciendo lo que puede. Agarró un país con cuatro años de inflación, recesión, le tocó un país muy complejo, él lo sabía. Privilegió la salud, la agenda de la defensa de una sociedad que estaba inmersa en una posible epidemia, que después se concretó. Fue muy acertado eso, los números están a la vista; Brasil tiene más de cien mil muertos. El gobierno todavía no pudo gobernar, estuvo resolviendo los problemas que dejó su antecesor y ponerle el pecho a este flagelo.
-¿Cree que Macri puede regresar a la arena política?
-En Argentina puede pasar, hace cinco años atrás la gente decía que Cristina Fernández no podía ejercer ningún cargo público nunca más y, sin embargo, hoy es vicepresidenta. Mientras sea Argentina y tenga vocación de poder, puede ser candidato, hoy me cuesta creerlo. Hay un segmento de la población que estuvo de acuerdo con sus políticas, eso le da la posibilidad.
-¿Analiza pegar el salto a la política, le atrae ser candidato?
-Nunca he ejercido un cargo público y hoy, como cualquier hijo de vecino, tengo el ojo puesto en el desarrollo de mis empresas. Es un momento muy delicado y no puedo no dedicarle un minuto a pensar en esto. El cargo público estuvo históricamente destinado para las personas que podían demostrar éxito en su actividad privada y su último tiempo se lo dedicaban a la cosa pública para intentar devolverle a la sociedad lo que habían recibido. Platón decía que el costo que paga el hombre probo por no querer ser parte de la cosa pública es dejar ser gobernado por los peores. Esa era una de las razones por las cuales los exitosos de las sociedades podían intervenir. Yo estoy muy feliz con lo que hago, no solo en el desarrollo de mis empresas sino también en la defensa de los derechos humanos.
-Compró LT3 de Rosario y Radio Rivadavia, pero en ambas tuvo una salida conflictiva, con reclamos, despidos y acusaciones de empleados inclusive. ¿Qué pasó?
-No fue una mala experiencia. Me interesaban mucho los medios de comunicación para democratizar la palabra. Veía que podía hacerse un aporte empresario desde ahí y en LT3, que estuve cuatro años, nos fue muy bien. Recibimos un medio muy diezmado en todo sentido, hicimos una grilla competitiva, pudimos modernizarla, pusimos mucho dinero en tecnología, y pudimos pelear la punta, cabeza a cabeza con la AM líder de ese momento, Radio 2. ¿Qué pasó? Tuve una oferta de Radio Rivadavia, y ahí es cuando tal vez nos equivocamos. No éramos hombres de medios, éramos hombres con medios, decidimos vender LT3 a un empresario de la zona. Fue una buena experiencia, al punto de que los gremios han venido a pedirme que vuelva a la radio, pero el dueño no quiere venderla, igual no sé si volvería. Hicimos la transferencia, recibimos el pago, queríamos abocarnos a Rivadavia y nos estafaron. En Rivadavia teníamos un plan concreto, habíamos cambiado la grilla, habíamos intentado replicar lo que hicimos en Rosario, pero nos fue mal. El ex dueño nos estafó, el expresidente Macri no nos transfirió la licencia, estuvimos 14 meses al frente, pagamos todo, no dejamos un sueldo sin pagar y la justicia nos echó, cayó en convocatoria y perdimos la radio, lo que ocasionó que le hiciéramos un juicio penal a quien nos la vendió, (Luis) Cetrá, y un juicio comercial contra el Estado nacional porque consideramos que la frecuencia es nuestra, la pagamos un millón de dólares.