“Soy parte de una generación criada en un contexto diferente, muy distinto del actual, que cambió radicalmente en estos últimos años”, le dice a Letra P el presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Miguel Acevedo. “Hay que saber reconocer y aceptar que las sociedades progresan. La inclusión de la mujer en igualdad es progreso”, agrega. De 68 años, el dirigente es uno de los (pocos) varones del mundo empresario que se manifiesta abiertamente a favor de la igualdad de género.
El presidente de Accenture Argentina, Chile y Colombia y del think tank CIPPEC, Sergio Kaufman, tiene diez años menos y es más enfático para defender las acciones afirmativas que impulsan la reducción de la brecha de género. “Cuando hablamos de patriarcado y feminismo, hablamos de poder. Y nunca en la historia el poder fue cedido, siempre se toma”, sostiene.
Desde dos espacios bien distintos, Acevedo y Kaufman son, por su perspectiva de género, rara avis en el mundo de las empresas. Lo que abunda, en general, es resistencia en torno de la participación de las mujeres y de la diversidad en general en los espacios de decisión. Desde cuestiones generacionales y culturales hasta falta de información, las razones varían tanto como las personas y las empresas.
La necesidad de visibilizar a las mujeres que ocupan lugares directivos y de ampliar esa participación fue suscripta hace pocas semanas con más de mil firmas de referentes de distintos ámbitos (empresas, ciencia, universidades, sindicatos, medios de comunicación y otras organizaciones de la sociedad civil) en la llamada Agenda por la igualdad. Impulsada en principio por un grupo de 200 mujeres líderes, entre quienes se comprometieron con tres propuestas y 12 líneas de acción, actualmente hay más de 100 varones. A diferencia de las firmas de otros compromisos por la igualdad de derechos y oportunidades, con actos públicos donde los varones con puestos de decisión posaron para la foto pero luego no impulsaron ninguna política para achicar la brecha de género al interior de sus organizaciones, las referentes de esta agenda por la igualdad se proponen avanzar en la concreción de las propuestas a corto y mediano plazo.
Las resistencias al avance en materia de género al interior de las empresas no provienen sólo de hombres. También, algunas mujeres con lugares directivos se oponen a las acciones afirmativas, como los cupos en los directorios, con los falsos argumentos sobre la meritocracia. Las razones de esta oposición pueden ser varias, pero, en general, años de ejercicio del poder de manera masculinizada por las exigencias de una cultura empresarial y social machista hacen mella también en quienes podrían sentirse más cerca de la pelea colectiva que de la defensa de los (pocos) espacios individuales. A la vez, la necesidad de no ser rechazadas por sus colegas varones que gobiernan por mayoría esos espacios las lleva, en muchos casos, a defender posiciones alejadas del contexto social.
Los cambios más fuertes en el mundo privado se producen porque hay beneficios o penalizaciones, dicen quienes están impulsando agendas de género en las organizaciones empresarias. La idea de los derechos, aunque influye en quienes están más ligadas a los feminismos, no es la que permea en estos espacios. En ese sentido, algunas de las empresas internacionales más grandes tienen más clara la necesidad de incluir diversidad en sus mesas directivas porque saben que, aunque a veces más tarde, los cambios que están ocurriendo en el mundo están por venir. Desde Israel, que impone cuota de género desde 1999, hasta el estado de California (la quinta economía del mundo), Francia, España o Noruega, todos tienen distintas maneras de incorporar cupos en sus directorios. En muchos casos, además, los inversores extranjeros buscan emprendimientos que tengan diversidad en los directorios.
PARIDAD EN 60 DÍAS
El miércoles 5 de agosto, la Resolución 34/2020 estableció que el directorio de las asociaciones y sociedades que se inscriban en la Inspección General de Justicia (IGJ) deberá tener “una composición que respete la diversidad de género”. La norma, que habría surgido del despacho del titular de la IGJ, Ricardo Nissen, incluye las asociaciones civiles en proceso de constitución; las simples asociaciones que soliciten su inscripción en el registro voluntario; las sociedades anónimas que se constituyan, en cuanto estuvieren o quedaren comprendidas en el artículo 299, de la Ley N° 19.550, excepto las abarcadas por los incisos 1°, 2° y 7°; las fundaciones con un consejo de administración de integración temporaria y electiva; y las Sociedades del Estado (Ley N° 20.705). En estos casos, el órgano de administración y el órgano de fiscalización de estas sociedades debe estar integrado por la misma cantidad de varones que de mujeres. En caso de que la cantidad de miembros a cubrir fuera de número impar, deberá integrarse de forma mixta, “con un mínimo de un tercio de miembros femeninos”.
El jueves pasado, el Boletín Oficial publicó la
Resolución General 35/2020 que aclara la anterior y difiere la entrada en vigencia en 60 días, teniendo en cuenta el distanciamiento y el aislamiento social vigentes en el país y establece que la normativa no sólo abarca a las nuevas asociaciones y sociedades sino a las que ya están inscriptas y les otorga ese plazo de dos meses para hacer las modificaciones en sus órganos de administración.
La norma no alcanza, claro, a la IGJ, que no tiene mujeres entre sus directivos.
En la Argentina, por ejemplo, todo el directorio de Byma (Bolsas y mercados argentinos) firmó el compromiso de AgendaxIgualdad y tiene su propio programa para visibilizar y reducir la brecha de géneros. El del mercado de capitales se trata de un sector en el que las mujeres están peor representadas en los cargos directivos: sólo un 11,2% versus un 88,8% de los varones. Enseguida llegó, entonces, el compromiso de la Bolsa de Comercio con la firma de su presidente, Adelmo Gabbi.
Para Kaufman, “los cupos son necesarios, porque no van a ocurrir cambios sólo con buena voluntad en cosas tan profundamente arraigadas si no hay cuestiones mandatorias”. Acevedo no descarta “ninguna herramienta”. “Hay que analizar qué podemos hacer en cada contexto y llegar a acuerdos sobre cómo hacerlo”, sostiene
A la presión del movimiento de mujeres desde la sociedad civil que mantiene en agenda el problema principal, que es la desigualdad, se suman, como ocurre en otros ámbitos, la de adentro de las organizaciones y colectivos empresarios de mujeres y la del interior de las casas. La revolución de las hijas (o de las compañeras) también provoca cambios importantes en los líderes empresarios y los obliga a desnaturalizar prácticas que hasta hace muy poco tiempo no estaban en cuestión. Dana Kaufman es hija de Sergio y se especializa en estudios sobre Género y sexualidad. Aunque él ya se consideraba un aliado, las conversaciones con Dana y las lecturas recomendadas lo hicieron revisar ideas y conductas. Las oficinas de Accenture en la Argentina, inauguradas en abril de 2019 por el expresidente Mauricio Macri y visitadas en diciembre por el entonces flamante presidente Alberto Fernández, no tienen símbolos asociados al género, ni siquiera en los baños.
La mirada de Acevedo se destaca en el mundo de los varones mayores de 60 años con un lugar de privilegio en la gremial empresaria. La fuerte presencia de Carolina Castro es un dato de los cambios que se vienen en la UIA. “Intento impulsar todos los cambios que puedo desde mi rol. Ya el 10% de nuestra Junta Directiva en la UIA es femenina y por primera vez en la historia una mujer (Castro) se sienta en la mesa chica de la Industria junto a otros 25 varones”, dice Acevedo
El presidente de la Unión Industrial es consciente de que ese 10% todavía está lejos de lo ideal y lo admite. “Aún no alcanza, tenemos que continuar paso a paso aumentando esa proporción. Este año, armamos una Comisión de Género y Diversidad, porque que hay que pensar fuera de la caja y, si no hacemos nada distinto, no habrá cambios significativos. No descarto ninguna herramienta. Hay que analizar qué podemos hacer en cada contexto y llegar a acuerdos sobre cómo hacerlo. Lo único que no podemos hacer es quedarnos quietos. Soy papá de cinco hijos y abuelo de 11 nietos, quiero un mundo más igual para todos ellos”, señala.