Las discusiones sobre la deuda con tenedores privados extranjeros, recientemente cerrada con éxito, acostumbró al público interesado pero profano a escuchar y leer términos técnicos que centraron las discusiones sobre los centavos que el país pagaría o dejaría de pagar por cada dólar debido. Sobre todo dos, valor presente neto y exit yield, en torno a los cuales ahora, con el acuerdo cerrado, se abre un escenario diferente, vinculado a los negocios que algunos jugadores ya proyectan hacer con la deuda nueva y al momento en el que la Argentina podrá volver al mercado para financiar una deuda que comenzará a pesar de nuevo hacia 2025.
Primero lo primero: ¿qué significan aquellos conceptos?
- El valor presente neto (VPN) es el monto actual e hipotético de un flujo de dinero comprometido a lo largo de un período, descontado el costo de oportunidad. Este, a su vez, supone la comparación del resultado de una determinada inversión –en este caso, los nuevos bonos argentinos– en relación con la mejor alternativa disponible.
- La exit yield es la tasa de interés que, se calcula, pagarán de modo inmediato los títulos que se entreguen en canje.
En las discusiones con los grandes fondos extranjeros se terminó suponiendo un VPN de 54,8% –es decir, una quita de 45,2% sobre el capital adeudado–, pero ese número surge de un supuesto: que la exit yield, esto es el rendimiento del día después, será del 10%.
En un mundo con tasas cercanas a cero para los países más ricos, eso supone un riesgo país de alrededor de 1.000 puntos básicos (diez puntos porcentuales), la mitad del actual, cuando el canje aún no se produjo. El riesgo país es la diferencia de rendimiento entre los Bonos del Tesoro estadounidense a diez años en comparación con papeles equivalentes de otros gobiernos.
Fuente: Rava Bursátil.
Dicho de otro modo: se espera que el riesgo argentino baje ni bien el Ministerio de Economía, conducido por Martín Guzmán, concrete el canje de los títulos en unos 1.000 puntos básicos. En 2005, cuando se cerró la renegociación previa de la deuda, ese indicador, elaborado por el banco de inversión JP Morgan Chase, se había desplomado mucho más drásticamente: de más de 6.600 puntos básicos a menos de 800 entre el 10 y el 13 de junio. La historia pesa.
Fuente: Ámbito Financiero.
Acaso el hecho de que esta vez la merma resulte menos drástica es lo que abre una oportunidad de negocio financiero amplia.
Leandro Ziccarelli, director del Departamento de Research del Instituto de Capacitación Bursátil (ICB), le dijo a Letra P que “se habló mucho de la exit yield, que, durante las negociaciones muchos pensaron que sería del 12%, pero se terminó ponderando en el 10%. Ahora, hay que pensar que el día que los bonos nuevos salgan a cotizar en el mercado van a ser los de un país que de acá a un año no va a tener vencimientos en dólares y, por ende, no va a tener problemas”.
“Un rendimiento del orden del 10%, con las tasas en cero o incluso negativas en los bonos de algunos países, sería una invitación a comprar. El mercado internacional va a demandar los nuevos bonos argentinos”, añadió.
La clave, según el economista del ICB, es justamente el potencial de baja del riesgo país adicional a los 1.000 puntos básicos que se esperan en el debut de los “bonos Guzmán”.
El grueso de la quita reflejada en el VPN, hay que recordar, de 37.700 millones de dólares hasta 2030, radica en que el Gobierno logró bajar los cupones de la deuda desde un promedio del 7% anual en dólares a 3,07%. El flujo de pagos parece sustentable por varios años.
“Probablemente el país arranque desde un número cercano a 1.000 puntos básicos de riesgo país, pero, si todo sale bien, un objetivo optimista a mediano plazo sería bajar a 800". (Leandro Ziccarelli).
“En un contexto en el que los rendimientos a nivel global bajaron tanto, un emergente rindiendo 10% sin mayores presiones en el corto plazo, por no tener vencimientos, puede ser una buena oportunidad de compra”, explicó Ziccarelli.
¿Hasta qué punto?
“Probablemente, el país arranque desde un número cercano a 1.000 puntos básicos de riesgo país, pero, si todo sale bien, un objetivo optimista a mediano plazo sería bajar a 800. Eso, insisto, es optimista porque implicaría un rendimiento de 8% a diez años”, respondió.
“Esperemos que la pandemia termine de ser controlada y no que vengan malas noticias desde el norte”, matizó el especialista.
La diferencia que podría hacerse en lo inmediato, entonces, luce considerable, aunque, en principio, el riesgo de 800 parece un límite. Ocurre que el país pactó con los tenedores de deuda emitida bajo ley extranjera, pero la cuenta futura se abultará conforme aplique las mismas condiciones a los bonos en dólares lanzados bajo ley local. Además, queda por hacerle lugar en los pagos futuros al Fondo Monetario Internacional (FMI), con el que las negociaciones comenzarían en breve.
Guzmán no planea explorar condiciones para alguna emisión nacional por un tiempo. Sin embargo, tarde o temprano, el país deberá volver al mercado internacional para refinanciar la carga futura de pagos, la que, aun sin sumar lo que se arregle con el Fondo, se empina considerablemente a partir de 2024 y, sobre todo, 2025.
Fuente: Ministerio de Economía de la Nación.
Esa, claro, será otra historia, que comenzará a escribirse cuando, desde la base del arreglo de su deuda, el país comience a reordenarse en serio. Negocio financiero hay siempre, pero un país normalizado da lugar a apetencias razonables. Hay que preocuparse cuando el escenario es un llamador para los jugadores más desenfrenados.