Distintas organizaciones sociales, políticas, sindicales, de instituciones intermedias y demás actores de la comunidad enrolados en la Mesa por el Trabajo y la Vida Digna buscan que el gobierno bonaerense habilite la apertura de las cocinas en escuelas del conurbano para que las ollas populares que funcionan para atender la demanda alimentaria que aumentó por la pandemia puedan cocinar “bajo techo”. Para eso, se necesitan el aval de la Dirección General de Cultura y Educación que encabeza Agustina Vila y la articulación del Ministerio de Desarrollo de la Comunidad, en manos Andrés Larroque.
El Reglamento General de las Instituciones Educativas de la provincia de Buenos Aires establece en su capítulo III los Aspectos Socio-Comunitarios que deben tener las escuelas. Allí se expresa que “se consideran acciones socio-comunitarias a las que se ejecutan a través de Programas específicos propios de la Dirección General de Cultura y Educación y/o con otras organizaciones gubernamentales u organizaciones sociales con fines de inclusión socioeducativa para garantizar la superación de las situaciones de vulnerabilidad social, cultural y económica” (artículo 257 del decreto provincial 2299).
Buena parte de las ollas populares en el conurbano se llevan adelante a la intemperie
También, que “la Institución Educativa participará activa e inexcusablemente en el desarrollo de sistemas locales de promoción y protección integral de derechos –civiles, políticos, económicos, sociales y culturales– de los alumnos, junto con la colaboración de organismos gubernamentales y otras organizaciones sociales”. Para eso, la Dirección General de Cultura y Educación debe darles la potestad a los directores y directoras de escuelas para que habiliten la apertura de las instituciones que la Mesa por el Trabajo y la Vida Digna ya detectó como posibles lugares donde cocinar.
“Lo que le pedimos tanto a Larroque como a Vila es que habilitaran solo las cocinas en el horario que se cocina, con el compromiso de identificar a los voluntarios que van a ir con nombre, apellido y DNI y que se extienda el seguro de la escuela para los voluntarios que irían a cocinar”, explicó a Letra P el director del Departamento de Desarrollo Productivo y Tecnológico de la Universidad de Lanús e integrante de la Mesa por el Trabajo y la Vida Digna, Pablo Narvaja.
Lo que se busca desde la Mesa es aminorar la precaridad en la que se llevan adelante las ollas populares en algunos casos. “Queremos que las ollas populares se cocinen bajo techo y con las mínimas condiciones, como tener una mesada y una cocina a gas. Muchas se hacen adelante con leña y a la intemperie. Si llueve y o hace frío esa gente directamente no come”, detalló Narvaja.
En lo metódico aclaran que será solo para almuerzo y cena. Que nadie pernoctará en las escuelas y que lo que hace falta es enmarcar la actividad prevista en el Reglamento de General de las Instituciones Educativas.
Calculan que cada olla popular provee entre 200 y 400 raciones de comida. De esta manera, con dos ollas populares por escuela (que es lo que se prevé) se alimentarían a cerca de 80 mil personas.
En la Mesa por el Trabajo y la Vida Digna reconocen que hay buena intención de los ministerios, pero afirman que falta velocidad en la ejecución de la medida que permitiría abrir las cocinas de escuelas para mejorar las ollas populares del conurbano.