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“El hombre de la modernidad es un ser centrado en sí mismo, incapaz de grandes deseos, dedicado a preservarse y evitar el dolor….” (Friedrich Wilhelm Nietzsche)
La biopolítica es un concepto que puede ser abordado de diferentes formas y que tiene múltiples interpretaciones e implicancias.
Se la ha definido como la disciplina que aborda la relación entre la política y la vida. Se refiere al poder sobre la vida a través de tecnologías de dominación, tales como leyes y políticas públicas para gestionar la vida humana, el control de las estructuras sociales y de la vida en sí. Como y quien debe vivir. Se trata de formatear la vida de las personas en un determinado sentido que el poder impone. El cuerpo así se transforma en una razón instrumental, una materia prima a moldear. El control de la sociedad requiere y atraviesa el control del cuerpo. La biología a favor del poder.
Esta concepción surge a partir de las reflexiones de Michel Foucault en sus análisis del poder a partir de los siglos XVII y XVIII.
El cuerpo de las personas forma parte de políticas públicas explícitas. Al ser la salud y la enfermedad fenómenos omnipresentes en la vida y acción de los individuos “la sociedad aseguradora se caracteriza por una movilización permanente, la lucha contra el mal se despliega todo el tiempo y en todo el espacio social. En el tiempo: se preserva al individuo a partir del seno materno, se educa su higiene, se administra su equipamiento inmunitario; se garantiza su instrucción primaria; se lo disciplina en instituciones se articula su desarrollo; se controlan su alimentación, sus consumos, los ambientes que frecuenta y los eventuales excesos”
Foucault la denominará “somatocracia”: ver a la salud como sinónimo de bienestar material, eficiencia laboral, éxito profesional y capacidad de consumo.
Se trata de gestionar la vida para controlar las acciones individuales; desde el modelo de familia, el control de la natalidad, la vivienda, el confort, la ingeniería genética etc. El hombre es “libre”, y se deja llevar por sus deseos, pero no se trata de una libertad espontanea sino una subordinada al modelo determinado.
Dos ejemplo extremos, uno histórico y uno actual. El nazismo y su raza aria destruyendo cuerpos de razas “inferiores” hasta el punto de destruir a su propio pueblo por no ser capaz de fundar ese nuevo régimen mundial, y hoy el inmigrante, ese “homo sacrer” sin lugar que puede ser expulsado o confinado.
Una de las formas de la bio política es la imposición de los discursos de verdad. Veamos: Se trata del decir verdad de parte de las autoridades competentes, que monopolizan el discurso de lo “verdadero” y así desde la autoridad “científica” ejercer su vocación de dominio.
El miedo y la angustia producto de la necesidad del hombre moderno de mantener su vida en el confort, y los discursos de verdad se combinan perfectamente en el escenario pandémico.
Este contexto de aplastamiento de las libertades individuales, dominado por la angustia y el encierro, es un terreno fértil para los pequeños totalitarismos oportunistas. Voy a dejar de lado aquí las decisiones del día a día que potencian la autoridad de los gobernantes y despojan de poder ciudadano a los habitantes:… cierro una calle allí…habilito un comercio acá… prohíbo tal actividad allá...otorgo tal subsidio a tal o cual... o dejar cercado todo un barrio custodiado por la policía.. ese poder que nos hace sentir a los ciudadanos cada vez más pequeños y desorientados frente a un gobierno –en sus tres niveles- que sostenido por el discurso médico del poder se niega a abrir la discusión. En lugar de multiplicar en la emergencia los mecanismos de participación democrática, se los clausura.
Veamos un aspecto de nuestra identidad gardeliano-maradoniana que el discurso oficial del poder exalta: somos ejemplo en el mundo por haber comenzado primero la cuarentena, cuando otros países, menos inteligentes que nosotros, la empezaron tarde, directamente no la aplicaron o si lo hicieron no en la forma correcta que nosotros si lo hicimos.
Además, nuestra Aerolínea de “bandera” en un acto heroico rescató a los argentinos que nosotros mismos prohibimos que regresaran. Maravilloso. Como decretar la cuarentena es gratis y no trae ninguna consecuencia, cuanto más tiempo permanezcamos en cuarentena menos nos vamos a contagiar. Como no se dieron cuenta de esto países de Europa que parecían tan avanzados?
Estamos entrando en el periodo invernal y si los casos crecen como seguramente ocurrirá y aumentan las muertes, ¿seguiremos al menos hasta la primavera en cuarentena? Cuál es el plan? Y si el pico se parece –proporcionalmente- a los malos ejemplos de Italia o España, cabría preguntarse de cuanto sirvieron estos dos meses de cuarentena “anticipada”?
Temas centrales que merecerían una importante discusión pública son decididos por el gobierno sin intervención siquiera de los otros poderes:
-La destrucción de la moneda. La súper- emisión que destrozara el salario y el poder adquisitivo.
-La falta de siquiera un esbozo de paritarias. Falta de actualización de la inflación pasada más la futura. Ajuste salarial sin precedentes.
-Entrega de planes “sociales” a grupos vulnerables sin ningún tipo de financiamiento y a discreción del gobierno.
-Ayuda discrecional a empresas y no tanta ayuda a otras empresas.
-Negociación y default de la deuda externa.
-Discrecionalidad en el manejo de un presupuesto que ya no existe.
-Congreso paralizado y DNU a mansalva
Sigan Uds. la lista.
Esto sería siquiera pensable fuera de este contexto?
A esto lo llamo totalitarismo bio político.
Debemos pasar por esto intentando que no queden residuos. Ni malas costumbres de los gobernantes, ni un desapego escéptico de la sociedad. En lugar de eso potenciemos los sistemas de participación democrática: más lejos de la democracia plebiscitaria y más cerca de la democracia participativa.