Para evitar la propagación del COVID-19 varias provincias cerraron sus fronteras. La Pampa fue una de ellas. En el territorio bonaerense, la decisión del gobernador Sergio Ziliotto afectó a quienes habitan en distritos lindantes a aquella jurisdicción de la norpatagonia. La medida no sólo inquietó a las entidades vinculadas a la producción agroindustrial, que vieron impedida la circulación de camiones y maquinarias, sino a muchas familias que viven de un lado de la frontera y acceden a varios servicios del otro. Las negociaciones para destrabar la situación quedaron en manos de los intendentes, quienes, en acuerdo con sus pares pampeanos, buscan una salida al conflicto.
El viernes, después de 77 días de cuarentena, los pampeanos celebraron la reapertura de locales gastronómicos, la reactivación de las actividades profesionales, comerciales e industriales. Como la mayoría de las provincias del país, La Pampa ingresó a la fase cinco anunciada el jueves por el presidente Alberto Fernández. Pero el bloqueo de las rutas que comunican aquella provincia con Buenos Aires sigue vigente.
La decisión ha generado inconvenientes en los distritos ubicados en el oeste bonaerense, perjudicando no sólo al sector del agro que se encuentra habilitado para trabajar y circular sino a aquellas familias que viven de un lado y desarrollan gran parte de su vida del otro.
“Nuestro principal inconveniente se da en González Moreno”, señaló a Letra P el intendente de Rivadavia, Javier Reynoso, quien sostuvo que por estos días sólo es posible la circulación de las ambulancias, insumos y algunas mercaderías que hacen trasbordo.
González Moreno es el pueblo de Rivadavia más próximo a La Pampa, el último del oeste bonaerense. Una calle de tierra divide las dos provincias, el famoso Meridiano Quinto. En 2016, en este límite, la policía pampeana reprimió a pobladores bonaerenses luego de que estos resistieran el avance de una retroexcavadra en medio de la importante inundación que afectó aquella región.
Por proximidad, la mayoría de los habitantes de este pequeño pueblo viaja a comprar insumos, mercadería y a atenderse a los centros de salud de General Pico, una de las ciudades más grandes de La Pampa. Algunos, incluso, viven en territorio bonaerense, pero tienen domicilio legal en jurisdicción pampeana por los beneficios con los que cuenta esa administración por ser considerada zona patagónica.
En la última semana, Reynoso, en acuerdo con su par de Pico, Fernanda Alonso, diagramó un protocolo para que los vecinos que se atienden en los centros de salud pampeanos y tienen establecimientos agropecuarios del otro lado puedan circular. Hasta ahora, Ziliotto no lo puso en marcha.
Una situación similar viven los vecinos de Banderaló y Villa Sauze, en el partido de General Villegas. “La Pampa, como San Luis, había tenido casos positivos de coronavirus hace un tiempo y, con una posición muy firme, cerraron sus fronteras”, describió el intendente Eduardo Campana. “Tenemos productores que viven acá y que tienen los campos allá y viceversa porque las distancias son cortas. Hay mucha comunicación comercial porque estamos en cosecha, tienen que pasar los contratistas y ellos (los pampeanos) tomaron toda la provincia de Buenos Aires como zona caliente”, agregó.
Campana indicó que ante la problemática le envió a Ziliotto una carta, previo aviso al gobernador bonaerense, Axel Kicillof, y se generó una reunión con los dos intendentes de La Pampa más cercanos, Juan Cruz Bartón, de Intendente Alvear, y José Luis Galloti, de Bernardo Laurroudé. Tras el encuentro, producido el viernes por la mañana, los representantes comunales acordaron que, al no tener casos positivos, establecerían un protocolo de tránsito entre ambas jurisdicciones. Sin embargo, el convenio se cayó horas después cuando Villegas confirmó su primer caso positivo.
Al reclamo de los vecinos se le sumó el de las entidades vinculadas a la producción agroindustrial que han pedido a los gobernadores que ayuden a facilitar el tránsito de insumos y alimentos.
En la provincia de Buenos Aires, según indicaron los consultados, las negociaciones quedaron en manos de los intendentes, quienes consideran que a diferencia de La Pampa, cuyos distritos son mayormente pequeños y con poca población, en Buenos Aires la densidad demográfica impide atender este tipo de problemas. “En La Pampa, el gobernador puede meterse personalmente porque son pocos, acá Kicillof tiene otras urgencias”, indicaron.
Otro jefe comunal, que prefirió mantener su nombre en reserva, evaluó que el Presidente es quien debería resolver el conflicto. “La Pampa debería hacer controles rigurosos, pero bloquear es una locura y eso corresponde que Alberto Fernández lo señale. Teóricamente, las fronteras internas estás prohibidas por la Constitución, pero parece que La Pampa es otro país. Ziliotto ya dijo que sobraban porteños, quizá también piensa que sobran bonaerenses”, completó.