En un gesto de austeridad que grafica la situación de un sector devastado por la crisis del coronavirus, la estatal Aerolíneas Argentinas (AR) blanqueó esta semana su intención de avanzar en un reordenamiento de sus cuentas que incluye la posibilidad de suspensiones masivas y descuentos salariales. Al igual que la decisión de fusionar AR y Austral, la otra compañía aérea del Estado, el movimiento no fue sorpresivo. Al contrario, la medida fue anticipada la semana a la cúpula de al menos dos gremios aeronáuticos por el propio presidente de la compañía, Pablo Ceriani. El horizonte de ajuste de las cuentas de la empresa, que siempre permanecen bajo la lupa mediática, ofrece una serie de opciones que podrían allanarle el camino al plan oficial y, a la vez, instalar la idea de una posible hoja de ruta hacia la austeridad fiscal en las estructuras del Estado. Pero uno de los principales escollos que tienen por delante los gerentes-funcionarios es la negociación con sindicatos de extensa tradición combativa, con batallas en las que no se privaron, incluso, de paralizar la aerolínea de bandera durante nueve días cuando Néstor Kirchner era presidente y Alberto Fernández, jefe de Gabinete.
Atentos a esta impronta, apenas asumidas, las autoridades de la aerolínea se reunieron con los representantes de los trabajadores y, una vez desatada la la crisis por el coronavirus, los incorporaron a la primera línea del plan de repatriación de argentinos varados en el mundo y a los vuelos de búsqueda de insumos hospitalarios, con la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas en un lugar privilegiado.
Bajo esa misma épica, hace tres semanas destrabaron un viejo reclamo gremial postergado por el gobierno de Mauricio Macri, el reconocimiento del "gerente obrero", una silla en el Directorio de la compañía que ahora es ocupada por Pablo Biró, el jefe de los pilotos.
Hace tres semanas, las nuevas autoridades destrabaron un viejo reclamo gremial postergado por el gobierno de Macri, el reconocimiento del "gerente obrero", una silla en el Directorio de la compañía que ahora ocupa Pablo Biró, el jefe de los pilotos.
MUCHAS MANOS. Para acordar el plan de ajuste, los funcionarios deberán maniobrar sobre un escenario sindical de tensiones y divisiones, ya que, por los decretos presidenciales firmados en la crisis, establecieron que la homologación de cualquier acuerdo deberá contar con el visto bueno de los gremios.
Las negociaciones se llevan por carriles paralelos con el Frente de Gremios Aeronáuticos, el espacio que nuclea a pilotos, técnicos y personal de tierra, entre otros, y al sindicato de Aeronavegantes, por separado, que conduce Juan Pablo Brey, alineado con Hugo Moyano.
El camionero se mostró crítico con el acuerdo firmado por la CGT y la Unión Industrial Argentina que habilitó suspensiones con descuentos salariales en los sectores paralizados por la crisis sanitaria. En esa línea, tras reunirse con las autoridades de la compañía estatal, Brey emitió un comunicado rechazando cualquier tipo de descuento salarial.
"La compañía expresó detalladamente las serias dificultades estructurales que afronta para efectuar los pagos de salarios del próximo mes y acercó una propuesta de suspensiones temporarias. Nosotros reiteramos la firme postura de no aceptar rebajas en los salarios de bolsillo en esta instancia", avisó Brey.
Por su parte, en un comunicado conjunto, el Frente Aeronáutico advirtió: "Si bien comprendemos que ninguna empresa ha quedado ajena a la crisis que atraviesa a la aviación, no vamos a renunciar a la defensa de los intereses de los trabajadores".
Quizás quien esté en un lugar más incómodo sea el titular de la Asociación del Personal Aeronáutico (APA), Edgardo Llano. Además de conducir al sindicato del personal aeronáutico de tierra, es el número dos de la CTA de los Trabajadores, que conduce el diputado por el Frente de Todos Hugo Yasky. La central obrera alternativa rechazó en bloque cualquier política oficial que implique afectación de los ingresos y hasta el propio Llano hace poco días cuestionó al ministro de Trabajo, Claudio Moroni, cuando se conoció que grandes empresas accedieron al salvataje salarial del Estado.
Con las negociaciones en curso, todos los sindicatos plantean que sus representados ya hicieron un esfuerzo, no sólo por haber atravesado el gobierno de Cambiemos, una administración que apuntó sus cañones contra el modelo aeronáutico local, sino, también, porque desde el inicio de la pandemia los sueldos de la mayoría de empleados de AR se redujeron. Afectados por la caída de premios por productividad y los viáticos por viaje, los ingresos perdieron items sustanciales.
La prenda de negociación es una eventual reducción de los aportes patronales, una herramienta que le ahorraría varios de millones de pesos a la aerolínea y que, al mismo gtiempo, es factible de aplicarse sin afectar los salarios de bolsillo. Pero no es la única opción: sobre la mesa continúa la posibilidad de aplicar descuentos salariales, incluso de manera escalonada de forma tal que las reducciones afecten menos a los salarios más bajos de los más de 12.000 empleados de AR.
Durante los próximos días, en las reuniones agendadas entre funcionarios y sindicalistas se definirá la modalidad de un recorte que podría ser el modelo para afrontar el rojo en las cuentas de otras empresas públicas.