María Eugenia Vidal tuvo esta semana su primer acto político por fuera del territorio que gobernó. Lo hizo de manera virtual desde su departamento en Barrio Norte con unos 700 dirigentes de Santa Fe, entre los que se encontraron legisladores y legisladoras de Juntos por el Cambiode toda la provincia. Blandiendo la bandera de la oposición dialoguista que encabeza Horario Rodríguez Larreta y mide fuerzas con el ala dura que encarna Patricia Bullrich, la principal apuesta de la exgobernadora de Buenos Aires es comenzar a cerrar filas más allá de su ámbito de influencia natural y bajar línea sobre la necesidad de refundar la alianza partidaria con un manifiesto más moderado.
Desde que dejó el sillón de Dardo Rocha en La Plata, tras la abrumadora derrota electoral frente a Axel Kicillof, la exgobernadora se refugió en la antigrieta como estrategia para trascender a las críticas que recibió su espacio político tras cuatro años de administración, y comenzar a respaldar a los gobiernos actuales en tiempos de pandemia. Bajo este paradigma comenzó a organizar reuniones multitudinarias por videollamadas. La primera de ellas fue el 9 de abril pasado con senadores bonaerenses de Juntos por el Cambio y, unos días después, fue el turno de los diputados. Un ciclo que se repitió con dirigentes de distintas secciones electorales y que, finalmente, ahora trasciende el territorio que supo controlar.
La provincia elegida para el puntapié inicial de una gira nacional que promete nuevas paradas fue Santa Fe, el tercer distrito del país en términos electorales. Allí, pese al triunfo del peronista Omar Perotti, el macrismo se impuso en el rubro presidente. El cónclave virtual fue organizado por el diputado y vicepresidente del PRO nacional Federico Angelini y respaldado por el jefe de los diputados de Juntos por el Cambio en el Congreso y exministro de Vidal, Cristian Ritondo. El encuentro se centró fundamentalmente en la idea de ampliar la base de representación de la alianza opositora. “Si no escuchamos a la sociedad nos vamos a transformar en un partido vecinalista de derecha”, remarcó una fuente cercana a la exmandataria para sintetizar los enfrentamientos internos que mantienen con el ala dura que encabeza la jefa de hierro del macrismo Patricia Bullrich.
Dirigentes que participaron de la videollamada consultados por Letra P coincidieron en el siguiente análisis hecho por una de las fuentes: “Hay un fenómeno inédito de la clase media pidiéndonos que abramos la cabeza y diciéndonos que si queremos volver a gobernar tenemos que ser amplios y generosos. Y para lograr esto no tenemos que tener miedo a las internas. Hay que dar la discusión”.
La exgobernadora comparte con su jefe político, Larreta, que el espacio político que integra debe alejarse de los extremos para persuadir no sólo a nuevos dirigentes sino también a nuevos electorados. Si bien vidalistas se esforzaron en aclarar a este medio que “de ninguna manera” están pensando en términos electorales, es una realidad que buscan persuadir a nuevos espacios que no están del todo conformes con el gobierno de Alberto Fernández, como el peronismo inorgánico que el macrismo supo contener en 2015.
El plan incluye empujar límites y cicatrizar viejos enfrentamientos con el objetivo de ganar volumen y color político. La usina vidalista ya trabaja en un reacercamiento al peronista expresidente de la Cámara baja nacional Emilio Monzó, quien sufrió en carne propia el poder de la lapicera que ejerció Vidal durante la conformación de las listas de candidatos electorales. El hombre encargado de tender puentes es el propio Ritondo, quien incluso lo sumó a algunas reuniones de Zoom. “Las diferencias que hubo hoy están saldadas”, aclaran fuentes que rodean a ambos protagonistas. Reconoce en el PRO que se equivocaron en no oxigenar el gobierno amarillo con dirigentes de otras extracciones, como siempre propuso el histórico armador peronista.
Bajo esta lógica, organizarán nuevos encuentros digitales en otras provincias que prometen chocar con la campaña presidencial que ya lanzó Bullrich rumbo a 2023. Con una visión del oficialismo más crítica, con una línea de enfrentamiento más frontal, incluso con la incitación a los cacerolazos porteños, sin ningún tipo de concesiones con el Frente de Todos, que, aseguran en el vidalismo, serán las variables que los terminarán encerrando en “un partido vecinalista”.
Sea cual sea el resultado de la puja entre el sector de los duros y el de los moderados en Juntos por el Cambio, el que salga triunfador tendrá el complejo desafío de confrontar, tarde o temprano, con el peronismo – kirchnerismo que hoy conduce el Presidente, a quien sus acciones en medio de la crisis por el coronavirus pusieron su imagen positiva bien alto, con una intención de voto del 65%. Al tiempo que el gobernador de la principal provincia del país ya entendió que los cuadros técnicos deben complementarse con conducción política.