A pesar de estar enmarcadas dentro de las actividades esenciales, el impacto de la crisis por coronavirus no deja de ser agudo en las pymes lácteas ante un cuadro de fuerte caída en el consumo, que obliga a muchas a reconvertir su enfoque productivo y empuja a otras a bajar las persianas. En diálogo con Letra P, Gabriela Benac, socia-gerente de la firma láctea Luz Azul y dirigente de Asociación de Pymes Lácteas (Apymel), no duda en diagnosticar que el panorama del sector es “muy grave”, al marcar que el derrumbe en las ventas oscila el 50%.
Aunque tiene previsto la apertura de franquicias de su empresa en San Juan una vez que se levanten las restricciones por la pandemia, Benac analiza que “la economía no se va a reactivar enseguida” y que “el bolsillo de los argentinos va a estar muy por debajo de la necesidad de consumo que vamos a tener las empresas”. Eso, sumado al “daño” de “lo que no se generó en estos meses”. También da cuenta de un escenario crítico para las pymes que redunda en un refuerzo de la posición dominante de los gigantes del sector.
-¿Cómo está impactando esta situación a las pymes lácteas?
-La situación es diferente, de acuerdo al producto que elabora cada pyme. Hay más elaboración casera y eso hizo que aumente la demanda de queso cremoso y manteca, pero, por otro lado, bajó mucho la demanda de muzzarella, de fuerte consumo en el rubro gastronómico. En ese contexto, hay empresas que tuvieron la capacidad de transformar su producción en este tipo de productos de alta demanda, pero hay otras que están muy complicadas, de hecho tengo colegas que se dedicaban a un mono producto, como la muzzarella, y tuvieron que cerrar. La industria láctea está totalmente desmembrada, según el producto que está elaborando. Y no es que se puede pasar fácilmente de hacer queso barra a hacer queso cremoso, son otras las líneas de producción, otros tipos de moldes, otros espacios en saladeros.
-¿Lograron reconvertirse o diversificar la producción?
-A medias. Hoy estamos absolutamente demandados con el queso cremoso y no estamos pudiendo cumplir porque no es duplicar de repente una línea de producción. No lo podemos hacer nosotros ni ninguna fábrica, porque otro de los problemas es la falta de insumos, problemas con los repuestos, máquinas, servicios de mantenimiento. Son eslabones que afectan. Más allá de que pudimos seguir produciendo, estamos en un estado de desequilibrio terrible.
-¿Tienen problemas para cumplir con los salarios de abril?
-Al poder seguir facturando y tener una cadena de locales en todo el país, podemos pagar los sueldos. A su vez, tuvimos un apoyo financiero con estos créditos al 24% para poder afrontar la masa salarial. Pero eso va directamente al resultado, porque estás pagando el 24% para pagar algo que tenía que salir del costo del producto. Y de ninguna manera podés trasladar ese costo financiero al producto.
-En ese contexto, ¿se ve impactada la cadena de pagos?
-Absolutamente, Una problemática es la cantidad enorme de cheques rechazados. Hay algunos que no nos pudieron pagar. De cadenas muy conocidas de la costa o de Buenos Aires están viniendo los cheques rechazados porque no pudieron cubrirlos. Vienen a toneladas cheques rechazados y uno, que no es el emisor del cheque, tiene que responder ante su proveedor. Hoy ninguna industria está salvada. La situación de las pymes es grave por donde la mires.
-¿Tienen un registro de la caída en el nivel de ventas?
-No debe existir pyme láctea a la que no se le haya caído el 50% de las ventas.
-¿Este tipo de crisis terminan acentuando la posición dominante de las grandes empresas del sector como Mastellone, Saputo o Adecoagro?
-Ni bien empezó la pandemia, tratamos de achicar nuestra producción a la venta que teníamos. Y lo primero que hicimos fue sacarnos tambos y las absorbieron las más grandes, una Mastellone y la otra Adecoagro. Al no poder recepcionar la leche, porque la capacidad de venta se achicó al 50%, tomamos esa decisión de pedirles a esos tambos si podían remitir la leche a otras empresas y La Serenísima no dudó un segundo en absorberlo. Obviamente que en esta situación los más beneficiados van a ser los que tengan las espaldas más grandes, esas empresas que toda la vida trabajaron un poco para ponernos la pata arriba. Ahora, el contexto ayuda a que eso suceda.
-¿Hicieron algún tipo de planteo ante el Gobierno para que no se acentúen esas posiciones dominantes en detrimento de las pymes del sector? ¿La Ley de góndolas sirve en esa línea?
-Nosotros somos una empresa particular porque tenemos nuestro propio canal de ventas, con 36 locales, y seguimos creciendo y esperemos que, cuando todo esto pase, sigamos abriendo franquicias. Pero, al ser miembro de Apymel, sí, se están haciendo estos planteos al ministro de Producción, a la Dirección de Lechería. Pero sabemos que siempre este tipo de pedidos caen en saco roto porque es muy difícil que el Gobierno pueda tomar medidas sobre los privados; el privado tiene autonomía y yo estoy de acuerdo que así sea, aunque a veces esté del otro lado.
-¿Cómo observa el día después para el sector?
-No hay un plan de cómo salir de esto. No veo un plan del Gobierno. Cuando esto se levante va a quedar el tendal. Como empresaria pyme, trato de reinventarme todo el tiempo, hacer cosas nuevas. Cambiar el hábito de consumo, la producción, generar delivery a domicilio. Generamos una plataforma virtual donde los clientes pueden ingresar sus pedidos. Es un reinventarse permanentemente en esta situación. Pero no sabemos cómo vamos a salir de esto, está todo planchado.