El presidente de la Sociedad Rural (SRA), Daniel Pelegrina, escuchó la afirmación con cara de póker, desde una de las mesas cercanas al escenario. “Me alegra que el campo haya tomado bien la propuesta. Les demostramos que dialogando podemos hacer las cosas bien. El campo es un socio estratégico del gobierno argentino”, dijo al presidente Alberto Fernández ante los CEO del Consejo Interamericano para el Comercio y la Producción (Cicyp). Unas horas antes, el ministro de Agricultura, Luis Basterra, había cerrado un acuerdo de paz parcial con la Mesa de Enlace por el eterno conflicto de las retenciones.
Cuando el campo esperaba subas parejas en los tributos, el Gobierno decidió sólo aumentar tres puntos porcentuales a la soja y derivados, bajando en economías regionales y dejando sin cambios maíz y trigo. Así, logró un doble efecto: la medida rompió virtualmente la Mesa de Enlace y dejó raleados a los que querían ir al paro. A la par, la verbalización de Fernández de un acuerdo cerrado y en buenos términos, cuando el campo lo aceptó sin celebraciones, puso al sector agropecuario en la encrucijada de cuadrarse o romper el clima una vez que el Presidente ya instaló la idea de paz social.
Los cambios en las retenciones conllevaron una ingeniería tal que terminó dándole beneficios a casi todas las entidades de la mesa que negocia por el campo: a la Federación Agraria (FAA) le reconoció un reclamo histórico vinculado a economías regionales; a Coninagro lo alcanzó con beneficios a cooperativas, y a la Sociedad Rural le sacó menos de lo esperado y le reintegrará lo retenido con obras, con una queja persistente por la soja, pero que no logró agitar un paro. La única entidad que ya llamó a una medida de fuerza es Confederaciones Rurales (CRA), que se vio perjudicado por representar a muchos productores del norte que están lejos de los puertos y siguen con mayores costos. “Si paran es simbólico, queda como algo aislado. La movida del Presidente es brillante desde lo político”, se sinceró un dirigente de la industria agropecuaria.
En este contexto, Basterra ya estuvo cenando con varios empresarios del campo para avanzar en lo que viene en materia de política agropecuaria. “Lo de las retenciones ya pasó, ahora tenemos que empezar a trabajar para salir adelante”, les adelantó.
En este contexto, el Gobierno logró de algún modo parar el sangrado en una relación que seguirá compleja y tiene un núcleo que deberá seguir de cerca con cintura política: los autoconvocados, unos 200 productores que no responden a la Mesa de Enlace, siguen con la épica de la 125 y no están dispuestos a comulgar con el albertismo bajo ningún punto de vista.
Los cuatro popes de la Mesa de Enlace, llegando a Agricultura.