“Buen mediodía, gracias por estar nuevamente en la Casa de Gobierno de Santa Fe”. Quien abrió sorpresivamente la conferencia de prensa diaria sobre la actualización del coronavirus en territorio santafesino fue Alejandro Grandinetti, secretario de Turismo. No había abordaje de su área, sino una modificación de roles: fue el encargado de encabezar la conferencia como un vocero.
Desde que la pandemia mete miedo en Argentina, el gobierno de Santa Fe tuvo el desafío doble de informar a la comunidad y recuperarse de meses poco encaminados. De arranque se mostró activo en la comunicación de crisis. Decidió informar con conferencias de prensa dos veces por día sobre la evolución de la pandemia y las medidas aplicadas, una frecuencia que ni el gobierno nacional aplicó.
Televisión pura: en vivo, con stress, ritmo y presión por la situación. Con ese esquema ganó centralidad el gobernador Omar Perotti. Aplicó la cuota justa de miedo que los especialistas de la comunicación recomiendan para despertar la responsabilidad ciudadana, fue severo por momentos y médico rural por otros. En conclusión, encontró su tono de conducción. Pero se repitió hacia adentro “que el árbol no tape el bosque”, y creyó necesario hacer unos ajustes.
Es ahí cuando entró en escena Grandinetti y supo llenar espacios. El actual funcionario y exdiputado nacional por el massismo tiene iniciativa y la ventaja de poseer una buena oratoria por haberse dedicado al periodismo radial y televisivo durante años. Perotti encontró a mano el hilo conductor que buscaba.
Según pudo conocer Letra P, esto es consecuencia de una falta de coordinación previa en la comunicación, algunos desajustes y una renguera en términos de recursos, luego de que el vocero Leonardo Ricciardino tomara licencia obligada por ser insulino dependiente, y mientras el ministro de Gobierno, Esteban Borgonovo, permanece aislado por haber viajado al exterior días antes de la cuarentena.
Grandinetti colaboraría con algunos lineamientos y formas de este esquema de conferencias. Por lo pronto, desde la semana pasada se sumó a algunos partes diarios junto a otros funcionarios y el gobernador, y el domingo pasado tomó el micrófono para dar comienzo al asignado a ese día. Al lado estaba la vicegobernadora Alejandra Rodenas.
Este jueves condujo el reporte del mediodía, acompañado del ministro de Desarrollo Social, el director de Anses Litoral y una funcionaria de Epidemiología. Usa la primera persona del plural, apela a la concientización, recuerda excepciones de circulación, teléfonos para consultas de síntomas.
Pero, además, y es lo que generó algunos ruidos, comunica cuestiones reservadas para el gobernador o un ministro de Gobierno, como logísticas y hasta jurídicas, como cuando advirtió que la Provincia denunciaría penalmente a los intendentes que cortaran rutas. Más allá de su desenvolvimiento, suena inédito que un secretario de Turismo tome la posta de vocero de una provincia.
Lo que fundamentan es que no son momentos de fijarse en cuestiones de esa índole, sino en la utilidad que pueden tener para el gobierno. Quizás esta explicación comparta el espíritu del decreto 277/20 que estableció la “absoluta disponibilidad de la totalidad del personal de la administración central para afectación propias de la emergencia”.
En la mesa de crisis de Perotti prima la idea de mantener una comunicación precisa y adecuada, sin dispersión, centralizada. Perotti es el encargado por excelencia de hacerlo, aunque también en breve podría abrirse el juego hacia las distintas áreas de gobierno, ahora que el gobernador ya ha hecho una base de exposición. Más allá de Salud, Desarrollo Social y Ambiente, el resto de las carteras no tuvieron protagonismo público.
“En esta no se puede fallar”, dice el gobernador y reiteran los encargados de timonear la crisis, relataron a Letra P. El capital del gobierno está en la mesa, sobre todo después del nuevo revés en la Legislatura por la Emergencia.
Otro tema que irrumpe en esta situación es la salud de Perotti. Cuidar al mandatario también es en parte ir limitándolo en cuanto a la exposición y al ritmo con que se está manejando, más allá que desde el círculo cercano dicen que “es difícil domar al Gringo”.
ROL CAMBIADO. En 2015, Grandinetti sacó 400 mil votos por el Frente Renovador, y arrastró a la diputada Vanesa Massetani. Antes había sido candidato a intendente de Rosario. Con esa espalda de votos y habilidad, aceitó la confianza de Sergio Massa y ganó protagonismo legislativo. Sin embargo, el último año algo se apagó.
Luego de no ver estampado su apellido en las listas de diputados nacionales del Frente de Todos, terminó en el llano pero recaló en Turismo desde donde logró poner una ficha en la presidencia del Aeropuerto de Rosario. En estos días volvió al micrófono, pero en una suerte de vocero de emergencia.