Los capitales estadounidenses quieren saber. Y un funcionario de peso en el gabinete de Alberto Fernández les dio algunas pistas de cuáles son los lineamientos centrales de la política económica y productiva por fuera de las negociaciones con la deuda externa. Ariel Schale, secretario de Industria y Comercio Exterior, se sentó en la mesa principal del Club Americano, colmado como nunca. Más de 50 empresarios de las principales firmas americanas lo esperaban, ansiosos por preguntar qué se viene en materia económica. La mayor parte de los presentes, representantes y miembros de la Cámara de Comercio Argentino-Estadounidense (AMCHAM), ya lo conocían a Schale de reuniones que se dieron justo después de las PASO, pero ahora querían ver cómo rodaba la pelota con el partido en marcha.
Con la línea que suele marcar su jefe inmediato, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, Schale inició la ronda de diálogo haciendo una aclaración que despeja el 90% de las dudas del Círculo Rojo. “El pragmatismo le gana a los duelos ideológicos en el gabinete”, aseguró ante la inquietud de algunos por lo que trasciende sobre diferencias en la manera de mirar los temas.
Club Americano, sede del encuentro.
Uno de los que escuchó atento, además del presidente de AMCHAM, Alejandro Díaz, es un viejo-nuevo conocido del albertismo: el jefe de la firma Accenture, Sergio Kaufman, anfitrión de Fernández en su último viaje a México y uno de los mandamás de AMCHAM junto a Facundo Goméz Minujin, del JP Morgan, y Roberto Alexander, de IBM.
Kaufman, de Accenture, uno de los que presenció la charla.
Mientras se servía café, Schale fue a los detalles técnicos, al hacer un “diagnóstico de los tres pilares del ordenamiento macro económico”. Mencionó el “control del tipo de cambio” para observar precios de venta en el comercio; “la tasa de interés” y la “reestructuración de la deuda”, que impacta en la gestión de corto plazo.
En este contexto, el secretario de Industria fue concreto: “Hay que reconstruir dos bases del capitalismo en todo el mundo -dijo-: crédito y consumo. Sin eso, no hay nada". Y dobló la apuesta al mencionar que “ustedes, con crédito y consumo pueden llegar hasta la Luna". "De hecho -completó la idea-, llegaron hasta acá sin crédito y sin consumo”. Más allá de la chicana del final, en clara referencia al respaldo que esas firmas le dieron al gobierno de Mauricio Macri, la respuesta fue de las que más entusiasmó a los presentes.
Hubo, por último, una definición de qué tipo de consumo quiere el albertismo, inédita hasta el momento, en un contexto en el que sólo parece haber un debate por el asistencialismo. “El consumidor no es un sujeto político y social, pero el consumidor con trabajo sí, y es un actor de mercado. El consumidor solo no es relevante en el comercio”, dijo, palabras más, palabras menos, Schale.
Kulfas tomándole jura a Schale.
Al momento de hablar de la industria, le preguntaron qué sectores priorizaría el Gobierno. “Mi secretaría es la secretaría del sol naciente, porque el sol no se pone nunca debido a la gran diversidad y sensibilidad de los temas que tiene”, señaló y generó risas. Pero dio más lineamientos al apuntar que “tenemos que fabricar los bienes que no se harían acá, porque si no esa demanda se transforma en demanda de divisas". Siguió.
“Nosotros no administramos divisas, sino comercio”, dijo ante una pregunta de si van a frenar la importación por la demanda de divisas. Otro de los gerentes le preguntó qué habían encontrado en materia de herencia de comercio exterior e importaciones: “Un campo muy sucio. Muchos operadores informales, con prácticas desiguales y desleales y muy mala calidad de los importados. Ordenar eso es el desafío”, contestó.
Hacia el cierre, aclaró que “este gobierno tiene un mapa genético industrialista, les pido que no me hagan elegir entre sectores industriales porque sería de muy mal padre”. La consulta había sido sobre qué rubro se priorizaría. Allí está, quizás, la definición más fuerte, luego de cuatro años donde la idea fue no producir lo que se podían importar y donde se discriminaron compañías por improductivas.