Una sensación de fastidio recorre la Casa Rosada. Tres días después de que Cristina Fernández de Kirchner utilizara el acto del Estadio Único de La Plata para mandar a “funcionarios o funcionarias” que no estén a la altura del proyecto a buscar “otro laburo”, la cúpula del Gobierno mastica bronca por la repetición de “las formas” de la vicepresidenta que, cree, es perjudicial para el propio Frente de Todos.
“Hartos” fue la palabra que utilizó un funcionario con despacho en Balcarce 50 para referirse a los dichos de la expresidenta. El malestar tiene diferentes razones. Por un lado, cerca del presidente Alberto Fernández creen que el acto de La Plata pudo haberse aprovechado para dar señales de unidad tras un primer año de gobierno que tuvo muchas dificultades, entre crisis económica y pandemia. “Sin embargo, desde el viernes estamos hablando de esto”, se quejó un dirigente de diálogo con el primer mandatario. "Eligió un mal momento y un mal lugar", afirmó un colaborador de un ministro de peso en el Gabinete.
Las “formas” de Cristina para decir las cosas molestan mucho más que el contenido, con el que varios funcionarios y varias funcionarias coinciden. Aunque el Presidente haya dicho este lunes en Tierra del Fuego que solo tiene “gratitud y agradecimiento” para “cada ministro, cada funcionario y cada empleado” del Gobierno, hace varias semanas que manifiesta en privado su enojo con el manejo de algunas áreas y piensa cambios. Las idas y vueltas por la pandemia y las vacunas pusieron en la mira al ministro de Salud, Ginés González García, y los dimes y diretes por la conversación con Joe Biden hicieron lo propio con el canciller Felipe Solá.
Sin embargo, en la Casa Rosada por ahora descartan cambios inminentes, debido al efecto Cristina. Algo similar había sucedido el 26 de octubre, cuando la vicepresidenta se había referido en una carta a los “funcionarios que no funcionan”. Inmediatamente todos apuntaron, entre otros, a María Eugenia Bielsa, por entonces ministra de Desarrollo Territorial y Hábitat. La rosarina renunció el 11 de noviembre, por pedido del Presidente, y fue reemplazada por Jorge Ferraresi, intendente de Avellaneda y hombre muy cercano a Cristina. Aunque se produjo después de la publicación de la carta, aquel movimiento había sido definido antes por el Presidente, disconforme con la gestión de Bielsa. La publicación la vicepresidenta, finalmente, lo demoró algunas semanas. La historia podría repetirse.
Por lo pronto, Fernández sabe que, de cambiar una figurita en el gabinete, el lugar deberá ocuparlo un dirigente del mismo sector de la coalición. En otras palabras, si saliera un funcionario albertista, ese lugar debería ser cubierto por otro albertista. Lo mismo sucedería con los espacios ocupados por el cristinismo y el massismo. Todo para “mantener el equilibrio de la coalición de gobierno”.
Aún así, en Balcarce 50 también cayeron mal las interpretaciones que algunos dirigentes hicieron sobre las declaraciones de Cristina, en particular, aquella que señaló supuestas fallas en la comunicación y que apuntaron contra el secretario de Comunicación, Juan Pablo Biondi. En ese sentido, se expresaron la exembajadora ante el Reino Unido Alicia Castro y el diputado Eduardo Valdés. “Es muy injusto que se señale a los que laburan, como Biondi, que se la pasa laburando todos los días a toda hora”, apuntó un asesor.
Según pudo saber este portal, Cristina no estuvo de acuerdo con el señalamiento que hizo Castro, “pero, como no dice de quien habla, caen todos”, dijeron en la Casa Rosada, donde entendieron que los dardos tuvieron una clara destinataria: la ministra de Justicia, Marcela Losardo. “¿Y si hay problemas con la Justicia por qué los operadores de ella no los resuelven? ¿No tiene a (Juan Martín) Mena, a Wado (de Pedro)?”, agregaron.
En tanto, en otros despachos intentaron suavizar la situación y aseguraron que el núcleo central del discurso de Cristina fue el planteo que hizo sobre cómo se repartirá la torta del crecimiento económico previsto para 2021. La vicepresidenta y el Presidente hablaron sobre ese tema en el encuentro que tuvieron antes del acto en el Estado Único.