LA POSPANDEMIA

El fin de la recesión

La recuperación de la economía ya lleva más de seis meses, pero no todo lo que brilla es oro: rebota desde el subsuelo y 2021 trae nubarrones en el horizonte.

La difusión del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) de septiembre, un anticipo de los números del producto bruto interno (PBI), confirmó que la economía entró en una fase de recuperación. Pasado el peor momento de la pandemia y de las medidas de aislamiento, la actividad ha rebotado sin parar –cada mes contra el precedente– desde mayo, lo que, sumado a la continuidad de la tendencia positiva en octubre y noviembre, ya permite hablar de más de dos trimestres móviles de rebote y, técnicamente, del fin de la recesión. El festejo, sin embargo, debe ser muy medido: el país viene del subsuelo, la comparación interanual sigue siendo fuertemente negativa y la recuperación esperada para el año que viene tiene condicionamientos.

 

Fuente: INDEC.

 

 

De acuerdo con el EMAE, elaborado por el INDEC, si bien la economía registró en septiembre una caída interanual del 6,9% y una acumulada del 11,9% desde enero, en la medición desestacionalizada, mes contra mes, se registró un incremento de 1,9% con relación a agosto.

 

 

Fuente: INDEC.

 

 

"De los 15 sectores económicos que conforman el EMAE, seis registraron alzas en la comparación interanual (i.a.), entre los que se destacaron, por su incidencia positiva, el Comercio mayorista, minorista y reparaciones (+5,8% i.a.) y la Industria manufacturera (+2,2% i.a.). En cambio, los que más incidieron en la caída fueron Transporte y comunicaciones (-19,0% i.a.) y Otras actividades de servicios comunitarios, sociales y personales (-50,0% i.a.)", señaló el trabajo.

 

"Las restricciones globales a la circulación de las personas con el objetivo de mitigar la pandemia de covid-19 afectan a un conjunto significativo de actividades económicas en todos los países. La persistencia de este fenómeno y las habilitaciones que permiten retomar la actividad en algunos sectores, en mayor o menor grado, comienzan a reconocerse en el comportamiento de las series e incorporarse en el proceso de desestacionalización", agregó.

 

 

Fuente: INDEC.

 

 

El economista Gustavo Reija le dijo a Letra P que "el proceso de recuperación de la actividad económica que se viene registrando a partir de mayo es claramente un rebote desde el piso de inactividad alcanzado en abril. A partir de allí, el paulatino descongelamiento de la movilidad generó un rebote estadístico que comienza a estabilizarse, dando forma a una recuperación en forma de raíz cuadrada".

 

Dicho formato, en este caso, supone una caída aguda, una recuperación veloz pero menor que aquella y una posterior estabilización de la actividad en ese nivel intermedio.

 

 

 

En ese sentido, "cabe señalar que el EMAE de septiembre muestra un variación de -6,9% respecto al mismo mes del año pasado, pero que la actividad ya había caído 2% en 2019 con relación a 2018", explicó el especialista. Asimismo, indicó que "el aumento de septiembre, del 1,9%, es muy similar al registrado en agosto, que había sido del 1,6%, por lo que comienza a perfilarse un amesetamiento del rebote".

 

Es bueno que el país deje atrás el ciclo recesivo, pero Reija pone paños fríos sobre cualquier euforia desmedida. Para él, "ese amesetamiento se observa claramente cuando se toma en cuenta la evolución de las tasas desestacionalizadas desde mayo: 9,3%, 8%, 2,9%, 1,6% y el mencionado 1,9% de septiembre. En el acumulado de los diez meses de 2020, la caída es de 11,9% con respecto a 2019".

 

Emilia Calicibete, analista económica de la consultora LCG, señaló, también en diálogo con Letra P, que "la recuperación más marcada se ve en el agro, que tuvo niveles de actividad bajísimos al llegar al piso de 2020. Desde ahí, comenzó a crecer en términos desestacionalizados y acumula, hasta septiembre, un crecimiento del 11,1%".

 

"El comercio también muestra cierta reactivación, ya que, después de ocho meses de caída interanual, mostró variaciones positivas por primera vez en el año (5,9%)", añadió.

 

"Otro sector que muestra un repunte notable es la construcción. En términos interanuales, sigue muy mal, con -28,1% en septiembre y tras 26 meses de caída, pero, en términos desestacionalizados (contra el mes previo), revirtió esa tendencia y muestra una recuperación del 139% entre abril y septiembre. Eso tiene mucho que ver con que en abril se llegó a un piso casi sin precedentes y con los movimientos del dólar, que generaron un abaratamiento de costos", explicó la economista.

 

Para 2020, en LCG "esperamos una caída de doble dígito, más o menos del 12%, mientras que, para 2021, proyectamos un crecimiento del orden del 5,5%", dijo Calicibete, en línea con el previsto en la ley de Presupuesto.

 

De acuerdo con Reija, ese objetivo de rebote de 5,5% el año próximo puede concretarse "si se dan condiciones fiscales de convergencia avaladas por el FMI. Si no, parece difícil". "Es fundamental la reducción del déficit fiscal del 4,5% previsto para 2021 a niveles del 3% en el marco de un plan sistémico y convergiendo al equilibrio", agregó.

 

En ese sentido, el economista realizó un listado de los condicionamientos que aguardan en el futuro inmediato, entre los que se destaca la escasez de dólares "con un Banco Central que sostiene una política de crawling peg (minidevaluaciones periódicas) con reservas de libre disponibilidad casi inexistentes".

 

Asimismo, aunque la soja cotiza a niveles récord en cuatro años y podría jugar a favor en 2021, la mejora de la actividad supondría un incremento de las compras externas, comprometería un superávit comercial que parece encogerse y perpetuaría las presiones sobre el tipo de cambio.

 

 

Fuente: Ámbito Financiero.

 

 

"En materia fiscal, hasta fin del año, el Tesoro requerirá unos 300.000 millones de pesos en utilidades del Banco Central para financiarse. A pesar de no utilizar más Adelantos Transitorios, la colocación de deuda supone el riesgo, que venimos señalando, de que se genere un desplazamiento del crédito desde el sector privado al público, fenómeno conocido como crowding out. Y tengamos en cuenta que la colocación de deuda está centrada en bonos ajustados por CER, lo que implica riesgo en caso de aceleración inflacionaria, y bonos dollar-linked, que trae riesgo por una eventual mayor devaluación", dijo.

 

Lo financiero es, entonces, la gran limitación. A esto se le suma la venta de bonos para acortar las brechas cambiarias, lo que genera la privatización de deuda pública que estaba en poder del Estado y un alto costo financiero.

 

"El escenario es complejo y requiere de la máxima atención", cerró Reija.

 

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