La semana pasada, un grupo de ochenta familias avanzó sobre un predio de una hectárea del oeste rosarino y se dispuso a ocupar el terreno y construir un asentamiento. El dueño, la Municipalidad de Rosario y hasta un colegio lindero denunciaron la situación, pero la toma sigue avanzando. El macrismo se subió al tema para apurar el desalojo judicial y agitar la posibilidad de que un efecto contagio termine generando una serie de acciones similares o una masiva como ocurrió en Guernica, provincia de Buenos Aires.
En la periferia de la ciudad hay unas ocho tomas activas. La semana pasada, se reactivó el avance sobre un terreno de casi dos hectáreas en el oeste rosarino, detrás del predio del colegio Cristo Rey. Pertenece a un privado que en diciembre pasado, al notar movimientos, realizó la denuncia ante el Ministerio Público de la Acusación (MPA), pero hasta el momento no hubo actuaciones concretas que impidan el cese. Según explicó a este medio el vocero del MPA, la Unidad de Salidas Alternativas está realizando relevamiento de los ocupantes y el modo que ingresaron, lo que se presentará ante juez para pedir un eventual desalojo.
La Municipalidad de Rosario monitoreó el lugar y se limitó a dar el alerta legal en la Justicia. Según dijo a Letra P el secretario de Desarrollo Humano y Hábitat, Nicolás Gianelloni, esta toma “no tiene una conflictividad particular; no hay un grupo u organización detrás”. Las autoridades entienden que son personas que persiguen asentarse en el lugar sin más objetivo que conseguir un techo.
Otra postura alerta el macrismo referenciado en el diputado nacional y vicepresidente de Juntos por el Cambio Federico Angelini. Sin hacer alusión directa al conflicto en Guernica, el concejal macrista Carlos Cardozo afirmó que “se trata de una toma parecida a las que se están instalando en el conurbano bonaerense”. “Cuando avance el desalojo saltarán los ‘referentes’ y se sabrá si es algo individual. Creemos que puede estar fomentado por alguna organización social o política”, sostuvo.
El propio Angelini sostuvo que el mayor riesgo es que “empiecen a avanzar distintas tomas en distintos puntos de la ciudad”. “Hay que activar con celeridad los mecanismos legales que permitan desalojar los terrenos tomados, porque es lo mismo que una persona se instale en el balcón de tu departamento”.
La toma de tierras es un fenómeno complejo y sensible que avanza con base en la pobreza que en Rosario se disparó, según el INDEC, al 41,8% de la población. De ese porcentaje, el 13,1% es indigente, unas 176 mil personas que no tienen para comer. En medio del déficit habitacional crónico que afecta claramente a los sectrores más marginados, pueden llegar a intermediar loteadores informales que agravan más la situación.