Las distintas tribus de la oposición al Frente de Todos (FdT) que se adjudican, coordinan y promueven los banderazos se golpearon el pecho por la magnitud de las concentraciones justo en un momento en el que el peronismo se replegó, respetando el pedido del oficialismo de no movilizar producto de la pandemia de coronavirus. Tras la manifestación del 17 de Octubre, tenue para la liturgia peronista por el cepo a la congregación presencial que imploró el gobierno de Alberto Fernández, y la movilización a Plaza de Mayo para rendir homenaje a Néstor Carlos Kirchner y recordar el triunfo electoral de 2019, la oposición redobla la apuesta: quiere reeditar, el domingo 8 de noviembre, el #8N de 2012.
Los banderazos opositores no poseen un criterio unificador. Las primeras marchas estuvieron marcadas por un fuerte sesgo “anticuarentena” en rechazo a la gestión sanitaria de los Fernández y las restricciones a la circulación dispuestas para evitar una propagación del covid-19. Sin embargo, no es el tema central: hay una multiplicidad de consignas, a imagen y semejanza de lo que ocurrió durante las movilizaciones opositoras del último mandato de Cristina Fernández de Kirchner. En ese entonces, las pancartas y los carteles caseros concentraban cuestionamientos a la política económica, la restricción para la compra de moneda extranjera y dos leyendas repetidas: "corrupción" y "no a la reforma constitucional".
Hace ocho años, la oposición encontró un punto de comunión en el rechazo a una eventual modificación de la Carta Magna bajo el pretexto de una presunta intención de Fernández de Kirchner de apuntar a un tercer mandato. Corría el último trimestre de 2012, la entonces presidenta había arrasado en 2011 con el 54% de los votos y empezaba el camino por la sucesión. En rigor, nunca existió una intención pública del entonces Frente para la Victoria (FpV) para avanzar con ese cambio de reglas, a excepción de una frase de la entonces diputada nacional Diana Conti, que lanzó el eslogan "Cristina eterna" y la oposición se subió al tema. Como consecuencia, las marchas empezaron a crecer en número y presencia en la antesala de las elecciones de medio término de 2013.
Un año después, Sergio Massa ganaba la provincia de Buenos Aires, asumía como diputado nacional y empezaba a caminar como candidato presidencial para 2015. El análisis político ponderó al exintendente de Tigre como el artífice del "freno" a CFK y el ahora otra vez aliado de Cristina ascendió al lote de presidenciables, junto a Daniel Scioli y Mauricio Macri.
Las convocatorias de 2020 tienen como hilo conductor una oposición rabiosa y sin concesiones al Gobierno. Esa multiplicidad de reclamos, estampados en pancartas y en publicaciones en redes sociales que viajan de celular a celular hasta llegar a los noticieros de TV, reviste al banderazo de una dosis de anarquismo.
Como contó Letra P, la anomia organizacional de estas manifestaciones se produce porque un sector de la dirigencia opositora no se pliega al juego del golpe por golpe con el Frente de Todos (FdT) y se retiró de esa discusión 24x7 en las redes sociales. Hay cuatro cuentas que, sistemáticamente, publican y generan conversaciones en ese sentido. Su contenido se disemina a través de los usuarios de Twitter Resistencia Republicana, La Solano Lima, El Cipayo y Banquemos, pero también en cadenas de WhatsApp. Mensajes, audios, videos, flyers, recortes de artículos publicados en portales e incluso información falsa (fake news), inexacta o medias verdades. Toneladas de material informativo que alimentan la sed del antikirchnerismo y sirven como disparador de los banderazos.