LA GRIETA

Cómo se construye un banderazo

Activismo digital inorgánico. Consignas y referentes múltiples. Hilo conductor: oposición rabiosa. Las cuatro cuentas más activas. El vínculo con el PRO.

Todo comienza con un mensaje. Sigue con la reproducción en masa de ese contenido, anabolizada por las herramientas digitales; pega el salto a la primera plana de los medios de comunicación cuando un dirigente político la promueve y concluye con una demostración en la calle. Ese es el circuito ordinario de las distintas marchas opositoras al Gobierno que se realizaron durante estos seis meses de cuarentena por coronavirus.

 

Resulta complejo encontrar un criterio unificador en estas convocatorias. Las primeras estuvieron marcadas por un fuerte sesgo “anticuarentena” en rechazo a la gestión sanitaria de Alberto Fernández y las restricciones a la circulación tomadas para evitar una propagación del covid-19. El hecho de manifestarse en grupo y en la vía pública es, en sí, un quebrantamiento de esta normativa, pero no es ese el leitmotiv de las protestas. En la última concentración, bautizada #19S porque se llevó adelante el sábado 19 de septiembre, la crisis sanitaria no fue tema. En todas y cada una de las marchas, hubo consignas disímiles. Algunas calcadas de la agenda política y mediática, como el repudio a la reforma judicial. Otras, de tinte apocalíptico, como el desarrollo de la red 5G o la responsabilidad del fundador de Microsoft, Bill Gates, en la formación del virus.

 

El hilo conductor, presente en toda concentración, es una oposición rabiosa y sin concesiones al Gobierno. Esa multiplicidad de reclamos, estampados en pancartas y en publicaciones en redes sociales que viajan de celular a celular hasta llegar a los noticieros de TV, reviste al banderazo de una dosis de anarquismo.

 

 

En parte, esa anomia organizacional se produce porque un sector de la dirigencia opositora no se pliega al juego del golpe por golpe con el Frente de Todos (FdT) y se retiró de esa discusión 24x7 en las redes sociales. Hay cuatro cuentas que, sistemáticamente, publican y generan conversaciones en ese sentido. Su contenido se disemina a través de los usuarios de Twitter Resistencia Republicana, La Solano Lima, El Cipayo  y Banquemos, pero también en cadenas de WhatsApp. Mensajes, audios, videos, flyers, recortes de artículos publicados en portales e incluso información falsa (fake news), inexacta o medias verdades. Toneladas de material informativo que alimentan la sed del antikirchnerismo y sirven como disparador de los banderazos.

 

Aunque quisiese, la política partidaria no podría moldear esas movilizaciones. Las incentiva, las promueve y las usufructúa, pero no las ordena. Días atrás, un referente opositor puso a trabajar a sus alfiles para modificar la fecha de una marcha. No hubo caso: la protesta se realizó en el lugar y la hora acordados en redes sociales. El dirigente, con una dolencia física que le impedía trasladarse, la vio por la televisión en el sillón de su casa. La distancia, no obstante, no fue obstáculo para que fatigara sus cuentas de Twitter, Facebook e Instagram defiendo y alentando la manifestación.

 

 

 

Bajo esa lógica, la aproximación de la dirigencia política siempre es lateral: es innegable que Patricia Bullrich, Fernando Iglesias, Luis Brandoni y Hernán Lombardi le ponen el cuerpo a cada concentración contra el Gobierno porque están ahí y se dejan ver, incluso en jornadas de alza de curvas ascendentes de coronavirus en el AMBA. Sin embargo, aunque a algunos les incomoda, su rol es de “acompañantes”. Eufemismos afuera, se suman a un evento en el que no son la gran atracción ni controlan el menú ni la música.

 

Es cierto que ese aluvión antikirchnerista, que llega desde distintos puntos de la Ciudad y el conurbano bonaerense para encontrarse en el Obelisco, mira con simpatía a un sector de Juntos por el Cambio (JxC). El PRO lo considera un voto cautivo que debe alimentar, día a día. Cada vez que culmina una protesta, referentes opositores salen a capitalizar la manifestación. Lo hizo el propio Macri, pero también algunas células de la Unión Cívica Radical (UCR) y la Coalición Cívica.

 

 

 

Ni María Eugenia Vidal ni Horacio Rodríguez Larreta, abanderados del ala moderada de JxC, opinan sobre estas expresiones. No las frenan, pero tampoco las alientan; un equilibrio que esconde la presunción de que estas marchas benefician y también le marcan el pulso al conglomerado opositor.

 

El jefe de Gobierno porteño enmarca su posicionamiento en una frase que ya repite como un mantra: “Tenemos que ampliarnos hacia el centro, no ir hacia el centro”. Esto implica fortalecer JxC en base a un armado que contemple tanto a la presidenta del PRO como a Emilio Monzó; abarcar los dos polos de la grieta opositora para robustecer la alianza y no dejar a nadie afuera, ni por izquierda ni por derecha. En las últimas marchas se repitió la leyenda “que se vayan todos”, un mensaje antipolítica que golpea tanto a los Fernández como a Macri, Larreta y la coalición opositora. Por eso, Bullrich le repite a Rodríguez Larreta la "importancia" de tender puentes con estas manifestaciones y "no dejarlas sueltas".

 

 

 

Juntos por el Cambio es el único espacio opositor con representación en el Congreso, gobernaciones e intendencias que se expresa cuando ocurren estas marchas. La bancada de Roberto Lavagna no emite opinión. Tampoco, el peronista enjabonado Juan Schiaretti, aunque la ciudad de Córdoba ha sido escenario de marchas contra el peronismo de la Casa Rosada.

 

Muchos de los activistas digitales que convocan a los banderazos tienen relación indirecta con el PRO. No forman parte de la estructura, pero se sienten bajo el paraguas amarillo. Si bien los banderazos cuentan con una gota de anarquismo y generación espontánea, los managers de las cuentas que agitan no se sienten representados por Consenso Federal.

 

Estos activistas outsider de la lógica partidaria PRO festejan el corrimiento de escena de Marcos Peña. Como jefe de Gabinete y de campaña ejercía una auditoría sobre las publicaciones del entonces oficialismo. Ese rol hoy está vacante: ninguno de los altos mandos de JxC baja línea ni quiere recibir el mote de censor. Ante ese contexto, no hay filtro en las publicaciones y convocatorias. Al mismo tiempo, crecen los manifestantes ni-ni: ni militan ni convocan. Solo se acercan para protestar contra el Gobierno y no se les conoce referencia partidaria. A ese público quiere “alambrar” Bullrich.

 

Armando Traferri y Rubén Pirola en el centro, referentes del bloque peronista del Senado santafesino. A su derecha, Osvaldo Sosa y Alcides Calvo.
Rosario Romero, en el concurso de cebadores de mate, junto al gobernador Rogelio Frigerio.

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