El aislamiento forzado por la pandemia expuso las desigualdades digitales entre distintos sectores sociales y regiones del país. Estas brechas se manifiestan en el acceso a internet, en la calidad de las conexiones y en los instrumentos electrónicos necesarios para aprovechar la red. El contexto desafió particularmente al sistema educativo desde marzo, cuando docentes de todos los niveles debieron continuar las clases en forma virtual.
La continuidad digitalizada expuso las falencias de la conectividad para el contexto pedagógico. Menos de la mitad de las casas cuenta con acceso fijo a internet de buena calidad y al menos tres de cada diez hogares no tienen este tipo de conexión. Además, 27% de los hogares se conecta sólo por celular y 3% no tiene conexión de ningún tipo. Los números surgen de la evaluación nacional impulsada por el Ministerio de Educación para conocer el estado de situación de la educación pública y privada en la situación de aislamiento. Los resultados preeliminares de esta encuesta fueron presentados el mes pasado a los ministros de las 24 provincias.
En la encuesta participaron 5.384 directoras y directores de los tres niveles educativos, con consultas online y 2.658 hogares contactados por teléfono. Según los datos, 95% de las casas recibió propuestas pedagógicas desde la interrupción de las clases presenciales. En esto coinciden autoridades y familias consultadas. Sin embargo, el relevamiento muestra las dispares condiciones tecnológicas en las que se concretó esa continuidad educativa virtual.
El documento concluye que “el piso tecnológico de los hogares que asisten a escuelas del sector privado duplica al de los que asisten al sector estatal”. Estas desigualdades se explican por la condición económica, pero, también, por la ubicación geográfica. Mientras en la Patagonia y la zona metropolitana de Buenos Aires 62% de los hogares cuenta con una PC, sólo 41% de las casas tiene la misma situación en las regiones Noreste y Noroeste del país. Otro hallazgo preocupante muestra que, en la era digital, la mitad de los alumnos (53%) no tiene una computadora disponible para uso educativo.
En este panorama, no sólo el alumnado siente estas complicaciones. También el cuerpo docente encuentra limitadas sus capacidades debido a la debilidad tecnológica. Según la encuesta, en 79% de los casos se reconocieron limitaciones de conectividad de docentes y 66% tuvo dificultades derivadas de su equipamiento.
Los profesores y las profesoras deben trabajar desde sus casas y con las herramientas que tienen a mano: 70% de las directoras y los directores aseguró que su trabajo aumentó considerablemente desde la suspensión de la presencialidad. Entre sus tareas, destacan el acompañamiento a las propuestas pedagógicas. Con estos datos, no sorprende que sean los teléfonos celulares los principales canales para el intercambio entre docentes, estudiantes y familias en todos los niveles, sectores sociales y zonas geográficas, como reconoce el documento.
El documento concluye que “el piso tecnológico de los hogares que asisten a escuelas del sector privado duplica al de los que asisten al sector estatal”.
Este diagnóstico sobre la conectividad y las disponibilidades tecnológicas realza el valor de la política de distribución gratuita de computadoras que incluía el plan Conectar Igualdad, relanzado este año. Antes de ser clausurada por el gobierno de Cambiemos, en 2018, este programa entregó, desde su nacimiento en 2010, alrededor de seis millones de netbooks a alumnos, alumnas y docentes de todo el país. De estas, más de cuatro millones y medio se distribuyeron entre 2011 y 2015. Los investigadores Nicolás Welschinger y Sebastián Benitez Larghi apuntaron, además, que, para 30% de quienes las recibieron, se trató de la primera computadora que entraba al hogar.
Con cada visita al modem wifi casero para “apagar y prender” se desvanece la escena publicitaria de sillones y escritorios con los miembros de la familia concentrados en su propia navegación digital. El aislamiento social mostró, en muchos casos, una imagen distinta: casas sin computadoras donde los hijos esperan para pelear por los minutos de datos móviles, como ocurría hace no muchos años, cuando se luchaba por utilizar el teléfono fijo en los horarios de promociones.
La conexión a internet y el acceso a dispositivos electrónicos no resolverán con su sola aparición las fracturas sociales que generan desigualdades educativas, pero su ausencia contribuye a mantener o profundizar esa situación. En un contexto adverso, la encuesta del Ministerio ofrece un diagnóstico preciso sobre las flaquezas digitales para la tarea pedagógica durante la pandemia y en el futuro.