ENTREVISTA | FEDERICO AURELIO

"El estado de ánimo es malo, pero la mitad del país confía en el Gobierno"

El consultor analiza el desempeño del oficialismo en una coyuntura crítica. El gap entre resultados y adhesión, la caída de ingresos y un acercamiento a 2021.

A 10 meses de haber asumido el gobierno, Alberto Fernández no tiene respiro y está desbordado por los problemas. El Presidente se enfrenta a una crisis múltiple. La pandemia se expande, genera una cifra impactante de muertos y deteriora aún más los ingresos, mientras la falta de dólares marca la agenda del Circulo Rojo, prolonga la inestabilidad y potencia la incertidumbre. Entre la presión de los factores de poder que persiguen una nueva devaluación, la narrativa monocorde de los tanques de la comunicación y los rumores de cambio de gabinete, es difícil saber dónde está parado el Gobierno en la consideración popular. Con mediciones en todo el país y trabajos permanentes para sectores del peronismo y la oposición, el director de la consultora Aresco, Federico Aurelio, afirma que Fernández conserva todavía el apoyo de la mitad de la población, pero en un contexto en el que los problemas no sólo no se resuelven, sino que se agravan.

 

BIO. Director de la consultora Aresco, una de las más antiguas del mercado, con más de 40 años de trayectoria. Hijo del sociologo Julio Aurelio. Mide para el gobierno nacional, gobernadores de distintos partidos, empresas y dirigentes de la oposición.

 

-Sus últimos números indican que la economía es el problema que más preocupa. ¿Cuál es la diferencia con otros países?

 

-En todos los países, la pandemia generó un impacto fuerte en lo laboral y en lo económico. La diferencia es que en algunos esa caída brutal que se había generado en lo laboral se fue recuperando. Acá no. Yo no visualizo una gran recuperación. Vos ya venías muy preocupado por lo económico y la pandemia se extiende a lo largo del tiempo: no se sabe cuándo va a finalizar. La gente se va adaptando a la problemática del coronavirus de la manera que se puede, como cuando en la Segunda Guerra Mundial los ingleses salían a comprar al supermercado en medio de los bombardeos de los alemanes. Pero en lo económico, no cesa la problemática.

 

-¿Cómo se modificó el humor social con el paso de los meses?

 

-El porcentaje muy importante de no votantes que decidieron acompañar al Gobierno en el inicio de la pandemia se fue perdiendo por diversos factores. Por un lado, los problemas se siguen acumulando, ninguno se resuelve sino todo lo contrario, se van agravando. Por el otro, el Gobierno tuvo iniciativas que ya no eran acompañadas por el no votante y casi todo el no votante que había decidido acompañarlo dejó de apoyarlo. Ahora volvemos a valores similares a la prepandemia. Más o menos un 50% de valoración positiva, 45, 46 de valoración negativa. Respecto al resto de los países del mundo, es un buen valor y respecto a los problemas que tiene la Argentina, es un buen valor, pero el Gobierno tuvo una última caída importante entre mediados de agosto y mediados de septiembre, cuando Alberto (Fernández) perdió ocho puntos de valoración positiva. 

 

 

 

-¿Qué puede pasar ahora?

 

-Creo que vamos a ver oscilaciones menos bruscas porque, al volver al apoyo inicial, el Gobierno se queda con su votante, que tiene un compás de espera distinto. Volvió a foja cero, a los valores que no son malos pero tampoco son valores de enamoramiento que ni este gobierno ni el anterior tuvieron por la grieta.

 

“La grieta beneficia al gestor, porque pone los ojos en la gestión de gobierno más que en la valoración de cómo las medidas de gobierno van solucionando los problemas.”

-Ese compás de espera en el votante es firme pero a la vez delata que no hay entusiasmo.

 

-No, porque, más allá de la militancia, a ese mismo votante le está golpeando la economía, la inseguridad, el coronavirus. De hecho, el gran dilema que se está planteando es el gap entre la valoración de los problemas reales y el acompañamiento al Gobierno. Cuando el 41% votó a Macri, indudablemente no todos consideraban que Macri hizo bien las cosas y muchos lo hacían solo porque creían que era mejor alternativa frente al kirchnerismo. Lo mismo pasa hoy. La grieta beneficia al gestor, porque pone los ojos en la gestión de gobierno más que en la valoración de cómo las medidas de gobierno van solucionando los problemas.

 

-Ya no se miran los resultados. 

 

-No. La evaluación de los gobiernos sería mucho más negativa si no tuviera el condimento del alineamiento político, que permite responsabilizar a un tercero de los problemas. Lo mismo, a la inversa. Cuando uno pregunta al votante opositor cuál es el principal motivo de la valoración negativa del Gobierno, dice el alineamiento con el kirchnerismo. Por supuesto, considera que la economía y la inseguridad son un desastre, pero lo que más les molesta es otra cosa.

 

 

 

-¿El Gobierno ya está en ese nivel en el que no importan los resultados, como en los dos años finales del mandato de Macri?

 

-La diferencia importante es que Alberto (Fernández) tiene el respaldo de la mitad de la sociedad y estamos dentro del primer año de gestión. Habrá que ver si este mismo 50% lo acompaña si transitamos los mismos problemas en el tercer año. Nadie puede esperar que los problemas estructurales que tenemos vayan solucionándose en el primer año, pero el tema es que, por distintos factores, algunos externos al Gobierno, esos problemas fueron agrávandose. Por eso, la incertidumbre con respecto a qué va a pasar con los propios votantes del Gobierno. ¿Será la identificación política suficiente para el sostén del acompañamiento? Tengo mis dudas. A mi entender, la problemática real de la sociedad argentina es tan grave que es difícil prever cómo puede reaccionar la sociedad en los próximos tiempos.

 

“La problemática real de la sociedad argentina es tan grave que es difícil prever cómo puede reaccionar la sociedad en los próximos tiempos.”

-La economía es la principal preocupación, pero eso puede incluir temas distintos, desde la desocupación y la pobreza hasta la inflación y el dólar.

 

-El dólar es más que nada la sensación que siempre genera como termómetro del nivel de dificultades. Cuando más complicado es acceder al dólar, significa que peor está la Argentina. Son muchos temas, todos son evaluados negativamente. El acuerdo por la deuda fue bien evaluado, pero ya es un pasado lejano y, aún en ese momento, muy pocos consideraban que iba a generar una incidencia directa en su bolsillo. El Gobierno no ha podido instalar una agenda positiva de hechos y no le sobran hechos positivos.

 

-Puede pensarse que el acuerdo por la deuda es el único.

 

-Por eso, varias cosas influyeron en este cambio. No tiene una agenda positiva y la oposición y los medios empezaron a apretar el acelerador -en especial, a partir del decreto sobre las telcos- y generaron un clima asfixiante para la gente, con un relato escabroso de los problemas del día a día que llevan casi al suicidio colectivo. El Estado de ánimo es malo y los medios lo recalcan de la mañana hasta la noche, pero, aún en ese marco, todavía la mitad del país tiene confianza en que este gobierno pueda ir resolviendo, lentamente, alguno de los problemas. A su vez, son los que necesitan tener confianza en alguien. Los sectores sociales van renovando los apoyos con esta grieta que beneficia al gestor.

 

 

 

-Sin embargo, 2015 y 2019 muestran que la grieta puede servir para gobernar, pero no para ganar.

 

-Es que define el segmento intermedio, aquellas personas que no son fundamentalistas ni de un lado ni del otro. El Frente de Todos implicó la unidad del peronismo, con Massa y todos los actores que habían quedado afuera del kirchnerismo. El peronismo no kirchnerista representa, en su conjunto, más o menos un porcentaje similar al kirchnerista. En la medida en que eso continúe y veo que es una relación que sigue bastante fuerte, sobre todo la de Massa, eso le da fortaleza al Gobierno hacia 2021. Aparte, el año que viene se renueva la elección de 2017, que no fue una buena elección del peronismo, sino todo lo contrario.

 

“Cambiemos tiene más desafíos para 2021. El peronismo, aún con una elección regular como la de 2017, mantiene sus cargos. Cualquier valor intermedio entre 2017 y 2019 es un triunfo de cargos para el Frente de Todos.”

-Eso es importante.

 

-El que tiene más desafíos para renovar es Cambiemos. El peronismo, aún con una elección regular como la que hizo en 2017, mantiene sus cargos y cualquier valor intermedio entre la elección de 2017 y la de 2019 ya es un triunfo de cargos para el Frente de Todos.

 

-El problema es cómo se llega. Usted decía que Argentina tarda más en salir de la crisis y la desocupación es un problema que hace 15 años no tenía el impacto de hoy. ¿Cómo aparecen en las encuestas los datos del INDEC?

 

-Aparecen con más fuerza que en el INDEC, porque al 13% de desocupación se le suma la gente que hoy no busca trabajo. Está tan desahuciada que ni siquiera está buscando y el INDEC no la considera desocupada. Un tercio de quienes trabajaban antes de la pandemia están con problemas de trabajo, porque lo perdieron o porque su trabajo está dentro de las actividades que no pueden desarrollarse. Es un dato grave, estable a lo largo del tiempo y viene de la mano de la caída de ingresos: dos de cada tres personas en Argentina tienen menos ingresos que antes de la pandemia. Antes de la pandemia, no éramos Noruega, estábamos mal. Ahora, estamos peor.

 

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