“Paz y orden” fue el eslogan determinante que le concedió la victoria a Omar Perotti. La gestión que lideró Miguel Lifschitz cerró con buena imagen, un nivel importante de obra pública, reconocido por el propio PJ, pero el vecino santafesino y, principalmente. el rosarino, consideró que no resolvió la principal demanda: la inseguridad.
El rafaelino lo vio, acertó y a otra cosa. Pero ahora, su primer mes y monedas de gestión le demostraron que la situación en Rosario es de extrema gravedad y no hay eslogan que permita edulcorarla. Al cierre de esta nota, en los primeros 13 días del año hubo 14 homicidios en Rosario. Es verdad que no todos resultaron hechos del mismo calibre, pero el accionar de bandas narcocriminales es núcleo de la violencia que registra la ciudad. Los Monos es el más conocido de dichos grupos, dentro y fuera de la ciudad, pero no el único.
Las operaciones de bandas delictivas ligadas al narcotráfico explotaron en medio de la gestión de Antonio Bonfatti. Desde fines de 2013 se desató en Rosario un espiral inusitado de violencia y sangre. El Estado perdió peso en el territorio y el socialismo no estuvo allí. Y cuando estuvo, fue tarde, siempre corrió de atrás. Por ese motivo, recibió el sacudón electoral. Para muestra basta un botón electoral: en Rosario, Perotti le sacó casi el doble de la media provincial a Bonfatti.
Perotti, un hombre de centro, le conminó la responsabilidad Marcelo Saín, un criminólogo porteño que ya trabajaba en Santa Fe. El propio Lifschitz firmó el decreto que lo puso al frente del Organismo de Investigaciones. En línea con el gobernador, que había denunciado “pacto de gobernabilidad con el delito”, Saín entró al Ministerio pateando el hormiguero, descabezó cúpulas policiales y avisó que a “ciertos referentes” de la fuerza “se les acabó su tiempo”. Al funcionario no le tiembla el pulso. Relevó al jefe de Policía de Rosario Claudio Romano solo once días después de haber asumido. Ejecuta y tiene vía libre para moverse.
Entiende fervientemente el ministro que la escalada de homicidios es una respuesta a los cambios que quiere implementar. ¿De parte de quién? De sectores “remanentes” de la narcocriminalidad que todavía tienen apoyo y sustento de la policía. El “mensaje” más contundente sucedió el sábado a la noche, cuando desde una moto dispararon al balcón del sector fumadoras del casino City Center y mataron a un hombre de 64 años. Detrás del hecho estaría, como publicó el periodista Germán de los Santos, Ariel Guille Cantero, líder de Los Monos.
“Es una reacción corporativa contra Saín, producto de una zona liberada ejecutada por mano desocupada de la policía”, afirmó a Letra P el diputado provincial Leandro Busatto, espada de Perotti en la Legislatura. El legislador consideró que durante el gobierno socialista existía una suerte de “autogobierno policial” que el progresismo evitó “discutir de fondo”.
Perotti, entonces, no puede titubear. Tiene depositada su confianza en el ministro y también, quizás más aún, en el jefe de Policía de la provincia, Víctor Sarnaglia, un hombre que ya se había retirado, pero decidió regresar luego de que el gobernador lo fuera a buscar y convencer a la casa.
El discurso de Sarnaglia está en eje con el de Saín. “Que instalen el terror que quieran, les vamos a contestar con la ley y la operatividad”, postula el jefe azul. Al igual que Perotti, lee que había una relación entre “Estado y delincuentes” y que la proliferación de bandas narcocriminales no arrancó durante los doce años de socialismo. “Algo falló en el Estado desde 1995, quieren instalar el terror para que negociemos con ellos”, dijo en una entrevista a Aire de Santa Fe. Y, al igual que el ministro, no vacila: “Si alguien no está cumpliendo con su rol, se tiene que ir”, mensajea hacia adentro de la policía.
Sin ayuda y cooperación de la Nación, en Santa Fe creen que la cosa no se encamina. Perotti reclama por un incremento en la presencia de agentes federales y una mayor cantidad de juzgados federales para investigar así causas de narcotráfico. “Necesitamos más despliegue”, demandó Sarnaglia. En la Casa Rosada no pasa desapercibida la situación y ya se trabaja de manera coordinada entre ambos gobiernos.
De no encontrar solución a la brevedad, Perotti corre con el riesgo de que el “orden y paz” que prometió retorne con la fuerza de un boomerang. Por eso, principalmente, lo eligieron los santafesinos y allí están, principalmente, depositadas la expectativas para con su gestión.