El 12 de mayo de 2018, Alberto Fernández no sabía ni por asomo lo que le tenía deparado el futuro. O, para ser más preciso, lo que le tenía preparado Cristina Fernández. Solo estaba concentrado, entre las mesas del café cultural Caras y Caretas, en el lanzamiento del Grupo Callao, el espacio que lidera. Esa noche, el único no porteño ni bonaerense fue Leandro Busatto, el primer albertista de Santa Fe.
Diputado provincial desde 2011, este santafesino de 39 años, yerno de Enrique “Pepe” Albistur, tiene contacto directo con el presidente y el jefe de Gabinete Santiago Cafiero, con quienes wasapea fluido.
Es hincha enfermo de Colón. De adolescente viajó por todo el país con la camiseta rojinegra y, más acá en el tiempo, no dudó en viajar a Paraguay a la final de la Copa Sudamericana para cantar el “aeea…” en La Olla y sufrir una derrota en el partido más importante en la historia del club de sus amores.
En sus pagos tributa en la Corriente de la Militancia, el espacio que lidera el ministro de Defensa Agustín Rossi. Pero amaga desde hace rato con jugar su propio juego y el vínculo con Fernández le vino como anillo al dedo. Y ya lo está aprovechando.
Se define “peronista por herencia, kirchnerista por opción” y lo apodan “Quico” en honor al personaje del Chavo del 8, porque era “muy cachetón de pibe”. Abogado, arrancó su militancia en la Juventud Universitaria Peronista y fue uno que nunca dejó de levantar las banderas del Frente Para la Victoria, aún en los momentos más acuciantes del kirchnerismo. Busatto siempre se paró en ese lugar.
Un puñado de días atrás comenzó su tercer mandato como legislador. Pese a que su rol cambió y ya no será un denunciante acérrimo contra el socialismo, tiene ganas de saltar al Ejecutivo. Lo atrae el vértigo de la gestión.
A principios de año, lanzó su precandidatura a gobernador dentro de Unidad Ciudadana. De tono más acuerdista, se distanció del camporista Marcos Cleri, que priorizó su postulación por sobre el armado. Cuando observó cómo venía la mano, Busatto apretó el freno de mano y esperó las decisiones de Cristina.
La ex presidenta lo bajó a Cleri de un dedazo y conminó a Unidad Ciudadana a cerrar con el actual gobernador Omar Perotti. Busatto respetó, el rossismo fue uno de los principales socios del perottismo dentro del PJ santafesino y el diputado sabalero será una de las espadas, uno de los voceros legislativos del rafaelino.
Durante cuatro años, Busatto procurará acrecentar su imagen y conocimiento, sobre todo más allá de su natal Santa Fe. Dónde le falta es en Rosario. Defenderá al presidente Fernández y al gobernador Perotti, pero también moverá sus fichas. Cuando el albertismo crezca, no sería extraño que Busatto vaya por los pueblos como la cara del Callao en Santa Fe.
Aval tiene, el más alto de todos. “Tienen otras figuras que están surgiendo como Quico Busatto y otros militantes jóvenes que tengo el gusto de conocer y afirmar que Santa Fe tiene todo para ganar”. Así se pronunció el presidente cuando vino a Santa Fe en noviembre de 2018, a la feria nacional y popular que organizó el rossismo.