El trago amargo que sorbió el Gobierno al instalar un control de cambios destinado a evitar el vaciamiento del Banco Central le puso un límite a la pasión argentina por el dólar: los individuos, como se sabe, pueden comprar hasta 10.000 por mes, mientras que las empresas tienen directamente vedado el acceso al billete verde para ahorrar. Sin embargo, la propia regulación abre la puerta a una variedad de “rulos” -algunos legales, otros no- para que los primeros puedan superar ese tope y los segundos, directamente esquivarlo.
Entre los atajos legales que habilita el cepo, que consisten en arbitrajes entre los precios de diferentes activos, se destaca el llamado “dólar bolsa” o “dólar MEP” (Mercado Electrónico de Pagos).
Entre los atajos legales que habilita el cepo, que consisten en arbitrajes entre los precios de diferentes activos, se destaca el llamado “dólar bolsa” o “dólar MEP” (Mercado Electrónico de Pagos). El mismo consiste en la compra de un bono de deuda en pesos y su venta en dólares, operación que puede repetirse tantas veces como sea posible. El Bonar 24 (AY24), por caso, puede adquirirse en cualquiera de las dos monedas, por lo que resulta especialmente atractivo para este tipo de “rulo”.
“El viernes, por ejemplo, con $ 58.000 se compraban U$S 1.000, de acuerdo con la cotización del día. Con esos dólares se compraba enseguida AY24 y, de inmediato, se lo vendía en pesos, todo en contado inmediato. Como el título cotizaba a 62, el vendedor se hacía con $ 62.000. Por supuesto que a esos $ 4.000 había que descontarles las comisiones del agente de bolsa, que oscilan entre un 3 y un 4%. Pero así y todo quedaba margen para seguir operando”, describió el analista financiero Christian Buteler lo que un pequeño inversor podía hacer a través del “dólar bolsa” o dólar MEP”.
“El único límite para realizar ese tipo de operación es el que impone el cepo, es decir, los U$S 10.000 por mes. Dentro de eso, la ganancia que se puede obtener es de un 4 o 5% limpio, pero, en la medida que la brecha de precios crezca, las ganancias podrán ser mayores”, añadió.
“Hay que aclarar que se trata de una operatoria totalmente legal y en blanco”, indicó Buteler.
Para las empresas, vedadas de comprar divisas para atesoramiento, el negocio es inverso, ya que va del peso al dólar. Otra vez, por su carácter bimonetario, el AY24 es un vehículo inmejorable.
¿Estos “rulos” implican una pérdida de reservas para la entidad que preside Guido Sandleris? En principio no, a no ser que en algún punto impliquen la compra de dólares dentro del cupo para individuos.
El “dólar bolsa” o “MEP” se diferencia de un segundo atajo, el llamado “contado con liquidación” (CCL), en que toda la operación se realiza a nivel local y el dinero que se obtiene queda depositado en una cuenta en el país.
(Fuente: Rava Bursátil).
El CCL, en cambio, implica la compra en pesos de un título que cotiza también en Wall Street, por ejemplo, las acciones conocidas como ADR (American Depositary Receipt). El mismo, luego, es vendido en dólares en el exterior, donde queda depositada la ganancia.
“El inversor, por ejemplo, le pide a su broker que le compre una acción de, digamos, YPF y que luego la venda en Nueva York. En ese caso, los dólares se acreditan en una cuenta en Estados Unidos”, detalló Buteler.
El Decreto de Necesidad y Urgencia (DNI) por el que Mauricio Macri reinstaló el cepo que tanto le había cuestionado al kirchnerismo parecía vedar las operaciones de “contado con liqui”, pero finalmente fueron aceptadas por el Banco Central. El CCL fue objeto de una disputa judicial durante el gobierno de Cristina Kirchner que terminó siendo zanjada por la Corte Suprema con un fallo favorable a la operatoria.
En teoría, también es posible dolarizarse a través de la compra en pesos de bitcoins u otras monedas virtuales y su posterior venta en dólares. Sin embargo, las fuertes oscilaciones de la cotización de las mismas hacen muy riesgosos esos negocios.
Ya fuera de la legalidad están los llamados “coleros”, personas que usan su cupo dentro del cepo para comprar dólares que terminan en manos de personas que no están habilitadas para hacerlo.
En tanto, el surgimiento de un dólar paralelo o blue habilita otro tipo de negocio, que típicamente encaran individuos sin capacidad de ahorro pero que destinan parte de su salario a la compra de dólares en blanco y luego los revenden en negro para estirar su ingreso en pesos. Mientras la brecha entre el oficial y el blue no sea demasiado grande, como ocurre hoy, ese tipo de negocio estará limitado por no resultar rentable.
Ya fuera de la legalidad hay que ubicar a los llamados “coleros”, personas que usan su cupo dentro del cepo para comprar billetes verdes que, en realidad, terminan en manos de personas que no están habilitadas para hacerlo. Sin embargo, debido a los controles de la AFIP y al límite generoso de U$S 10.000 ese negocio no parece relevante en la actualidad.
Si esos trucos proliferan debido a la adopción de un límite cuantitativo para la compra de divisas, esto, es el cepo, y no tan claramente en un esquema, que podría implicar un desdoblamiento entre un dólar para el comercio exterior y uno libre, otro tipo de maniobras, ya directamente fraudulentas, se constituyen en el peligro de cualquier modalidad de control de cambios. Se trata de la subfacturación de exportaciones, que permite a la empresa en cuestión quedarse con una parte de las divisas obtenidas en realidad en la operación comercial, y de la sobrefacturación de importaciones, que le permite comprar más dólares al valor oficial que el que realmente va a necesitar.
Hecha la ley, hecha la trampa en la Argentina del control de cambios.