LO QUE VIENE

Los gobernadores se instalan como garantes del albertismo

El candidato del Frente de Todos dice que los mandatarios provinciales serán sus socios en un eventual gobierno. Federalismo, contrapesos, el modelo Néstor y la convivencia con el cristinismo.

“La Argentina que se viene va a ser gobernada por 24 gobernadores y un presidente”. Alberto Fernández repite la consigna en actos y entrevistas. Los gobernadores como socios, sujetos empoderados del país que proyecta para después del 10 de diciembre, en caso de que los resultados de octubre confirmen el triunfo de las primarias. Un paso adelante, el candidato presidencial se apalanca en el poder territorial, una de las tres patas principales del Frente de Todos, junto al kirchnerismo y el Frente Renovador.  

 

¿Qué quiere decir Fernández cuando habla de gobernar con los gobernadores? Las interpretaciones, según los actores, tienen aristas políticas o de gestión que se dividen en dos líneas principales. La primera está vinculada al reparto interno de poder en la coalición de gobierno y una especie de “reaseguro”, en caso de que la convivencia entre los socios no resulte armoniosa. La segunda refiere a la construcción de un país federal, un proyecto de arraigo y la histórica pelea por el fin del modelo de concentración en torno al puerto de Buenos Aires. 

 

“Los gobernadores van a ser la espalda política para que las decisiones que haya que tomar se tomen con un nivel de consenso amplio. Son la garantía de acompañamiento al Gobierno”, dice un dirigente de Todos de diálogo frecuente con los mandatarios provinciales, que a partir de diciembre tendrán, además del diálogo abierto con Fernández, un número considerable de representantes en el Congreso.

 

 

Por ahora muy lejos del conflicto, en el kirchnerismo entienden que la decisión de Fernández de apoyarse en el poder territorial es “natural”. “Es la misma lógica que tuvo Néstor (Kirchner), es normal que busque balancear, tener lo propio”, afirmó un dirigente que vio de cerca el proceso de los doce años del Frente para la Victoria en el poder.

 

En línea con las constantes reuniones con mandatarios provinciales, a quienes recibe de manera frecuente en sus oficinas de la calle México, Fernández también arma su escudería en el Congreso, donde ya puso a trabajar al cordobés Carlos Caserio, que asumió la presidencia del Bloque Justicialista en el Senado un mes después de que se conociera su candidatura presidencial.

 

 

 

Caserio, el principal gestor del desembarco de Fernández en Córdoba, recibió el jueves pasado al candidato presidencial en su despacho del Senado junto a intendentes y legisladores provinciales para hablar sobre el futuro de la campaña en la provincia que gobierna Juan Schiaretti. En un sector del kirchnerismo, la visita se leyó más como una señal de Fernández a Caserio como su representante en el Congreso, donde todavía los jefes de los bloques del Frente para la Victoria en Diputados, Agustín Rossi, y en el Senado, Marcelo Fuentes, no recibieron gesto alguno, que como un tema puramente cordobés.

 

Por las dudas, desde el albertismo enviaron disculpas y prometieron equilibrar las visitas. “Será una forma de Alberto de balancear el poder, pero la realidad es que hoy no está planteada ninguna hipótesis de conflicto. Todo lo que está haciendo está absolutamente consensuado con Cristina. Inclusive el acercamiento a Clarín”, dice un dirigente de confianza de varios gobernadores con llegada a Fernández, que analiza cómo será la convivencia con el poder de fuego del kirchnerismo y de un Sergio Massa que algún día volverá a darle rienda suelta a su proyecto nacional.  

 

 

 

Por el contrario, en el comando electoral albertista suelen destacar el “alineamiento” absoluto del cristinismo y La Cámpora en la campaña. “Son los que menos problemas traen y eso tiene mucho que ver con la línea que baja Cristina”, reconoce un integrante de la mesa chica del candidato presidencial. “Funciona muy bien todo porque Cristina acertó en su diagnóstico y su estrategia. Dio un ejemplo como dirigente y como ser humano cuando dio vuelta la página”, agrega. “Los gobernadores son socios naturales porque, al tener también responsabilidad de gestión, son los principales interesados en que la situación no se desmadre”, explica un operador provincial.

 

La otra cara del protagonismo de los gobernadores está encarnada en la decisión del candidato presidencial de avanzar hacia un proyecto de “país federal”. ¿En qué se traduce esa decisión? La muestra pública más concreta del lugar que Fernández pretende darles a las provincias en su eventual gobierno fue la firma de las actas compromiso que se celebró en Rosario el día del cierre de campaña.

 

 

 

El texto del documento giró en torno a tres ejes clave: la creación de la mesa de provincias en red, la necesidad de encender las economías regionales y el diseño de una agenda de desarrollo federal. A eso, cada provincia agregó sus pedidos particulares. Catamarca pidió el desarrollo de obras ferroviarias para avanzar en la relación con Chile; Entre Ríos puso el foco en el desarrollo portuario y la corrección del esquema de distribución de regalías de Salto Grande; San Juan reclamó el inicio de las obras del túnel internacional de Agua Negra; Tucumán planteó la necesidad de avanzar con la ley de biocombustibles.

 

 

 

 

“Los pedidos de los gobernadores en general tienen que ver con obras, desarrollo regional y planes de arraigo. No quieren perder recursos y quieren un país más federal. Que se termine con el privilegio de Buenos Aires”, explican el comando albertista. El mismo candidato presidencial suele decir que su plan pondrá el foco que “quien nació en Jujuy pueda vivir, trabajar, desarrollarse, estudiar, ser feliz y morir en Jujuy”, sin tener que terminar hacinado en el área metropolitana en busca de oportunidades de progreso que no encuentra en su provincia. En ese sentido trabajan los equipos político técnicos del Frente de Todos, que incluyeron en su plan de gobierno un capítulo sobre “arraigo y federalismo”.

 

 

 

Con todo, resta saber si los pedidos se agotarán solamente en agendas de desarrollo o los mandatarios albergan, además, deseos de ocupar lugares en un futuro gabinete. Los diferentes referentes del albertismo coinciden en un punto: Fernández no tiene pensado “lotear” el gabinete, es decir, entregarle un ministerio a cada sector de la coalición. “La representación política de los espacios ya se concretó en el cierre de listas. Si Alberto abre lugares será porque cree en las capacidades de los dirigentes a los que llama, no porque esté repartiendo áreas de gobierno”, aclaran en las oficinas de la calle México.

 

Los gobernadores no son, además, un todo homogéneo con un líder que pueda representarlos a todos. Por ahora, el único mandatario provincial que sonó como posible miembro del futuro gabinete fue el tucumano Juan Manzur. El gobernador se encargó de decir, sin embargo, que su “responsabilidad es gobernar Tucumán”. Manzur se posicionó como un dirigente clave en la organización del apoyo a Fernández por parte de sus pares, mientras que Gustavo Bordet (Entre Ríos), Omar Perotti (recién electo por Santa Fe) y Sergio Uñac (San Juan) aparecen como los más cercanos en términos de concepción política y de futuro.

 

Más allá de las obras y de la política económica que pueda impulsar las economías regionales, Fernández ya se planteó el mayor desafío en términos de federalismo y prometió evaluar la posibilidad de cambiar la ley de coparticipación, una decisión que requiere el acuerdo de todos sus socios gobernadores.  
 

 

Rogelio Frigerio inauguró el período de sesiones ordinarias de la legislatura de Entre Ríos este sábado a la tarde en el Centro de Convenciones de Paraná. 
Javier Milei, su propio Terminator.

También te puede interesar