Carlos Melconian sigue cerca del Gobierno y no son pocos los que lo sueñan adentro. En el nerviosismo previo a las PASO, los más pensantes y analíticos de Cambiemos se piensan en un hipotético escenario ganador. El ex Banco Nación tiene amplio consenso para después del coletazo violento que le dará la recesión al próximo presidente. Es una obsesión para las dos orillas de la grieta empezar a ver qué podrían heredar de otro o de uno mismo. Una herencia muy negativa desde lo económico, el empleo y la deuda pública que tendrá consecuencias en los primeros armados ministeriales de cualquier frente, el del oficialismo o el de Todos. De hecho, quedarse en el cargo, lo que para el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, era una certeza, para sus colegas del gabinete ya no lo es tanto.
Cautela de CEOs y de Estados Unidos. El embajador Prado se negó a hablar de política en el Rotary.
Hace unos días, "El Vasco” José Ignacio De Mendiguren, diputado por el massimo, debió aclarar ante empresarios que no va a ser ministro de nada. Llegó al restaurante Terrazas Bistró, de La Rural, puso sobre la mesa el premio que ganó su yegua campeona y aclaró los trascendidos. Lo escuchaban Luis Betnaza, de Techint; Jorge Rendo, de Clarín, y Juan Carr. De paso, le reprochó a Rendo un artículo en el que se aseguraba que De Mendiguren no iría al desfile oficial "para que no lo silbaran”.
Todo indica, según fuentes de Todos, que es la ex presidenta Cristina Fernández quien afirma que el industrial debe tener un rol ministerial en un hipotético gobierno de los Fernández. Aquí se da el mismo problema que con Cambiemos, el miedo de los ministros “fusible” que lleguen en los primeros meses del ejercicio del poder. “¿Nos vamos a comer la torta antes de soplar las velitas?”, se preguntó otro hombre del post kirchnerismo, al que también le mencionaron a Daniel Arroyo como ministeriable.
Ritondo y De Mendiguren, en la Rural.
En la otra esquina, el sobrevuelo de figuras que buscan lugar tampoco cesa. Mario Quintana, el ex vice jefe de Gabinete y ex Pegasus, trabaja duro en la campaña de Cambiemos. Macri lo imagina en una hipotética renovación del Ministerio del Interior. Y él también. Misma expectativa de regreso que tiene el ex ministro de Trabajo Jorge Triaca.
El problema de una campaña que no discutió propuestas y se apoyó en los contrastes emotivos es saber qué quedará en pie una vez que los votos extingan temporalmente la grieta electoral para darle inicio a la discusión de los temas reales.
En el Gobierno calculan que “lo que viene es difícil”. La oposición coincide en que es altamente probable que la crisis dure más de lo esperado, pero marca que las diferencias políticas entre espacios plantean soluciones con diferentes resultados. Nadie dice en voz alta lo que todos saben: que se multiplicarán los fusibles políticos en los primeros meses porque la crisis o el crecimiento magro serán protagonistas en los próximos dos o tres años. No sólo lo manifiesta el Fondo Monetario Internacional (FMI), sino la mayoría de los consultores que asesoran empresarios.
Qué hacer con la deuda, un tema que estará presente en el próximo gobierno.
En la oposición se llegó a discutir un tema espinoso, que es el post PASO, el día después del 11A. Desde el entorno de Fernández sugirieron algunos, de ganar los comicios, viajar a Estados Unidos a dar una señal de orden y aplacar la eventual turbulencia en los mercados. Pero la apuesta tiene detractores que creen que “no hay que ayudar a un gobierno que nunca nos ha ayudado”.
En este contexto, en el empresariado rige una veda automática que tiene más que ver con la cautela. Ya tienen candidato elegido, pero no creen en las encuestas y aguardan lo que el Gobierno también espera con ansias: cuál será la influencia del voto vergüenza y de la parte de la población que no se definió y no figura en ningún sondeo.