Los discursos de campaña son, por definición, el terreno de la persuasión y de la exposición de lo programático: el homo politicus busca convencer y, para ello, propone un plan de acción, anuncia medidas, se compromete con su potencial electorado. El caso de Juan Manuel Urtubey, gobernador de Salta y precandidato presidencial por Alternativa Federal, no es la excepción a esta regla. La diferencia se halla en el modo en que cada contendiente pretende llegar a sus votantes y la imagen que se atribuye a sí mismo mediante su discurso -sin importar cuán fabricada o auténtica sea-, generando mecanismos de identificación con el colectivo social al cual apela.
Una de las características principales que definen la presentación de sí de Urtubey tiene que ver con la referencia a su origen, una especie de ethos “del interior profundo”, como lo denomina en una entrevista realizada para LN+. Y eso se muestra en las distintas apariciones públicas que lo tienen como protagonista últimamente, desde su performance a través de las redes sociales hasta su desempeño durante las entrevistas televisivas que brinda.
Urtubey construye su figura política erigiéndose, tal como se lo dice a Alejandro Fantino en Animales Sueltos, como “el único que no es de Buenos Aires”. Hay allí una explotación de su lugar de hombre del norte que, por ejemplo, le sirve para sostener, fundamentalmente, un conocimiento del “verdadero” federalismo; tal como dice para LN+, “es muy difícil querer lo que no se conoce”. Pero, además, se expresa una determinada idea de familia -como explica a Chiche Gelblung en la entrevista para Crónica, en el interior, la familia aún se reúne a almorzar- y una empatía mayor a la manifestada por Sergio Massa respecto de los extranjeros porque “yo mismo los tengo como vecinos”.
Por otra parte, así como, en notas pasadas, señalamos que Roberto Lavagna se muestra como un orador prudente y que Massa suele enunciar desde una firmeza sin vehemencia, es posible advertir que Urtubey busca asentarse en el lugar del ser “honesto”, de hablar “desde la sinceridad”. Aún cuando es usual que su jerga de abogado y su rol como docente de derecho constitucional maticen su discurso con términos legales, suele emplear un léxico que sin, ser popular, se muestra directo y desprovisto de rasgos de elocuencia rebuscada.
En los momentos en que se autorreferencia, Urtubey se define como peronista, “ya casi genéticamente”. Él es, sin lugar a dudas, un exponente de la burguesía salteña, esa que se nutre de familias numerosas tradicionalmente enquistadas en puestos de poder y suelen frecuentar el Jockey Club local. Puede decirse, además, que dicha inscripción pase tal vez desapercibida en sus alocuciones, más no en todo lo que excede al plano de lo lingüístico verbal. Su forma de vestir adecuadamente en cada ocasión puede leerse, por cierto, como un signo de su pertenencia de clase.
En sus dichos, no obstante, prefiere aludir a su perfil empresario, a su “actividad privada”. “Tengo una PyME y pago impuestos”, dijo durante su conversación en el programa “Pamela a la tarde”. Tiene, efectivamente, lo que los clásicos griegos llamarían su “vida privada” resuelta y por eso se permite donar su sueldo de gobernador, como comentó durante el diálogo que mantuvo con “Chiche”.
Familia, campo y tradición: la imagen que busca dar Urtubey en sus redes.
Al igual que Massa, Urtubey ya oficializó su precandidatura por Alternativa Federal y lo hizo en enero en un acto realizado en el “Centro de Convenciones Limache”, en Salta. Sin embargo, a diferencia del escenario tradicional con atril que eligió Massa, su hipotético competidor en las PASO, en el acto salteño se optó por un escenario en el centro -al estilo teatro arena-, construido a partir de una pequeña tarima en forma de cruz. Además, en esta ocasión no fue Urtubey el único orador. A modo de preámbulo, lo antecedieron una serie de representantes de distintos sectores de la sociedad civil, quienes se dedicaron a ensalzar la figura del precandidato y su actual gestión como gobernador.
Hasta el momento, los únicos candidatos que confirmaron su presencia en las internas por Alternativa Federal son Massa y Urtubey. El interrogante que genera Lavagna aparece, de una u otra manera, en los discursos de ambos, así como la importancia de dirimir en las primarias la legitimidad de sus liderazgos. Sin embargo, hay dos rasgos que lo distinguen tanto de Massa como del ex ministro de Economía en su discurso por una “alternativa” a la polarización entre Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner. En primer lugar, es raro escuchar que Urtubey se defina abiertamente como “opositor” al gobierno de Cambiemos y, es, además, cuidadoso con las declaraciones sobre “el Presidente”. En este sentido, en tanto se presenta como alguien que “suele pensar bien de todo el mundo siempre”, se advierte que prefiere cuestionar medidas y resultados que a los funcionarios a cargo. En segundo lugar, su posición sobre la necesidad de construir un gobierno de coalición y consenso es, tal vez, la más extrema. En las diversas entrevistas afirma que la alternativa no se construye “amontonando dirigentes políticos” y que, de ganar, promoverá una renovación del sistema de gobierno, para “llevar a la Argentina a un gabinete semiparlamentario”. Aunque, como Massa, no oculta su deseo de ocupar la primera magistratura -“esto se va a detener el día que pongamos a un salteño en el sillón de Rivadavia”, afirmó enfáticamente en el lanzamiento de su precandidatura-, aboga por un “presidencialismo híbrido, esto es, un presidente con menos poder” y un jefe de Gabinete que sea “designado y removido a propuesta del Congreso”.
Otro ángulo posible desde el cual analizar la presentación de sí de la clase política, en la actualidad, es aquel que nos brinda la comunicación vía redes sociales. Y, precisamente, es allí en donde Urtubey encuentra un terreno fértil para mostrar una faceta de su intimidad que, en términos generales, no aparece en las entrevistas que a lo largo de los últimos meses ha dado para televisión. Tanto en Instagram, como en Twitter y en Facebook se presenta como “Gobernador de Salta. Candidato presidencial. Abogado. Casado con Isabel Macedo. Papá de Marcos, Lucas, Mateo, Juana e Isabel”.
En su cuenta de Instagram, por ejemplo, su imagen público-política pareciera ser inescindible de la de su esposa. Allí abundan fotos y videos que muestran a la feliz pareja en diferentes eventos públicos, o en escenas de la vida cotidiana, en algunos casos en compañía de la hija que tienen en común, Isabelita, o con los otros hijos de su anterior matrimonio. Su esposa Isabel abandonó (o, al menos, puso en suspenso) su trabajo como actriz, para acompañarlo en su carrera política, respetando el guión del arquetipo de una familia tradicional.
De los cinco #CandidatosEnConstrucción analizados hasta el momento -lo acompañan Macri, Cristina, Lavagna y Massa-, Urtubey es el que menos voluntades de voto recoge en las encuestas preelectorales. Pero es, también y como él mismo señala, “el único que nunca fue candidato a Presidente” ni funcionario de un gobierno nacional. Faltan aún cuatro meses para las PASO y hay serias dudas sobre algunas de las demás candidaturas. Mientras tanto, Urtubey cuenta con un gran potencial que los meses por venir le permitirán, tal vez, continuar explotando: recoger ese guante de la “Argentina federal en serio”, en un país con una superficie mayor a los 2,8 millones de kilómetros cuadrados, pero que continúa siendo terreno casi exclusivo de la provincia de Buenos Aires.