A pesar de las presiones y la marca personal de Dante Sica a los principales sindicatos del sector industrial, en dos semanas el Gobierno se enfrentará a una de las imágenes más inconveniente que podría buscar: una movilización sindical que reunirá indistintamente a gremios dialoguistas y opositores.
La definición se tomó este jueves en las reuniones de los dos principales polos sindicales. Por un lado, el Frente Sindical por el Modelo Nacional, que reúne a gremios moyanistas, el SMATA y la Corriente Federal de los Trabajadores (CFT), resolvió después de una acalorada discusión convocar y movilizar bajo esa identidad. Más tarde, el Consejo Directivo de la CGT dispuso lo mismo, aunque con matices que calentaron la previa de la que se supone que será la primera gran marcha sindical del año.
Los referentes del sindicalismo opositor hicieron punta durante la mañana del jueves, confluyendo en la sede de los mecánicos donde se confirmó la participación en la jornada del 4 de abril, pese al malestar de varios gremios por el desarrollo de las negociaciones de la "movilización por la Producción y el Trabajo".
Impulsada inicialmente por sindicatos industriales, principalmente la UOM y el SMATA, junto con las entidades que agrupan a las pymes, los organizadores buscaron puentes con la CGT, a través de Héctor y Rodolfo Daer, para robustecer la marcha y sondear la posibilidad de complementarla con un paro general.
Después de dos semanas de idas y vueltas internas, la CGT anunció que movilizará, pero con un formato bastante distinto de lo que esperaban en el frente sindical.
"La CGT resolvió convocar a una movilización por un país productivo, con el empleo y el valor agregado, el próximo 4 de abril", anunció Daer, en una conferencia de prensa posterior a la primera reunión del Consejo Directivo de la central, que coincidió con la publicación de los nuevos y alarmantes datos de desempleo.
La intención de los gremios opositores de apuntar contra el Gobierno nacional por la grave situación económica chocó con la directiva cegeteista, que impuso que el recorrido de la movilización sea de Plaza Miserere hasta la intersección de las avenidas de Mayo y 9 de Julio, con una parada en el Congreso, donde se va a presentar un proyecto de ley destinado a declarar la "emergencia pyme".
A eso se suma que la convocatoria será a las 14, un horario que hace improbable la participación de los trabajadores en una jornada que no va a estar reforzada ni por un paro ni por un cese de tareas.
"Es el famoso abrazo de oso", dijo un dirigente de la Corriente Federal ofuscado por la jugada de la central, a la que consideran una maniobra deliberada para diluir el carácter opositor de la movilización. El análisis de los gremios disidentes es que la movilización de abril le servirá a la cúpula de la central más como una herramienta de descompresión interna que como un elemento de presión contra el Gobierno.
La lectura no es tan lejana. En el seno de la CGT hubo discusiones sobre la conveniencia o no de lanzar medidas de protesta en momentos en los que se reactivaron las negociaciones con el oficialismo a partir de dos temas largamente sustanciales: la creación de una agencia médica, que favorecería a las obras sociales sindicales, y el decreto que ordenaría el blanqueo de trabajadores, hoy en la informalidad. No es un rumor: el propio Daer confirmó que los dos proyectos están siendo analizados por los especialistas de la central.
No es la única razón. La decisión de una acción de características livianas, frente a una coyuntura económica catastrófica, también está motorizada por otros elementos. Uno de ellos es el temor a que haya desbordes callejeros como los que sacudieron a la marcha contra la reforma previsional, en diciembre de 2017. Y, un poco más allá en el tiempo, la que golpeó la legitimidad de la conducción sindical cuando en marzo de ese mismo año, una avalancha de personas copó el escenario al grito de la memorable consigna "poné la fecha" durante la movilización a la Secretaría de Industria.
"No quiere hacer un acto de cierre porque tienen miedo de que se los lleve puesto la gente y les afanen el atril de nuevo", ironizó otro sindicalista por la decisión de que no se realice un acto de cierre que va a ser reemplazado por la lectura de un documento acordado entre las organizaciones que convoquen.
La mera propuesta de que hubiera un acto de cierre ya había agitado la discusión dentro de la central y buena parte de la conducción se había opuesto para descartar el riesgo de que los discursos marcaran un lineamiento político al que no todos quieren suscribir. Menos durante un año electoral en el que el escenario de candidatos todavía está por definirse.