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Cuarta edición del Posgrado en Comunicación Política e Institucional de la UCA

La Universidad Católica abre nuevamente la oferta del curso apuntado graduados interesados en la comunicación y la consultoría política. Los coordinadores Sarasqueta y Thompson explican los detalles.

La Universidad Católica Argentina (UCA) vuelve a abrir sus puertas para ofrecer la cursada de la cuarta edición del Posgrado en Comunicación Política e Institucional, en alianza con la Cumbre Mundial de Comunicación Política y con la Asociación Argentina de Consultores Políticos.

 

En diálogo con Letra P, los coordinadores académicos del curso Gonzalo Sarasqueta (GS) y Patricio Thompson (PT) destacan la figura del consultor político como un "engranaje clave" para comunicar la gestión gubernamental y posicionar a un candidato en el marco de una campaña electoral. El posgrado, que también coordina Marina Raffaelli, se divide en cuatro bloques con diferentes unidades temáticas: Comunicación Política y Opinión Pública; Campañas Electorales; Gobierno e Instituciones; Medios de Comunicación y Política.

 

"El rol del asesor político tiene que ser, justamente, poder decirle al político lo que no quiere escuchar", sostiene Thompson, que celebra la "apertura" de la dirigencia política que "empieza" a tomar en serio a la comunicación política. "Las instancias de diagnóstico, análisis y estrategia le cuestan mucho al político tradicional porque es un todólogo, que tiene olfato y sabe para dónde tienen que ir los vientos. El consultor tiene que saber manejar esa situación", destaca Sarasqueta.

 

Patricio Thompson y Gonzalo Sarasqueta, coordinadores del Posgrado en Comunicación Política e Institucional de la UCA.

 

 

-¿Cómo se compone y de qué se trata el Posgrado en Comunicación Política e Institucional?

 

-PT: Hace tres años lo arrancamos con la idea de llenar un vacío académico en el ámbito de la comunicación política. No había una oferta específica de comunicación política en Argentina. Cualquier persona que quería meterse en este mundo se veía obligada a viajar a Estados Unidos o a Europa, principalmente a España, donde la profesión está mucho más institucionalizada y con mayor presencia académica.

 

Ese es el primer diferenciador. Haber visto una oportunidad de formación en la profesión que hasta entonces no se había tenido en cuenta. Había habido otras experiencias en otras universidades con cursos más chicos, pero no con la carga horaria y de contenido que tiene este posgrado.

 

-GS: Consiste en sistematizar un montón de conocimiento que anda dando vueltas en lo que es la comunicación política. Es darle forma, darle un calendario. La principal herramienta para llevarse del posgrado es que para ser consultoría política los alumnos se lleven la secuencia diagnóstico, análisis, estrategia. Es algo en lo que hacemos mucho hincapié desde el posgrado y sobre el trípode que tiene que descansar el ejercicio de la comunicación política seria y profesional.

 

-PT: Uno de los grandes diferenciales que tiene este posgrado es su alianza estratégica con la Cumbre Mundial de Comunicación Política y con la Asociación Argentina de Consultores Políticos.

 

 

 

-¿A quién está apuntado?

 

-GS: Hay dos requisitos claves que son que estén graduados o que demuestren tener al menos dos años de experiencia en el campo de la comunicación política. Apuntamos formar un perfil apuntado a la práctica. A la consultoría más que a la academia y la investigación. Lo cual no impide que todas las clases siempre tratamos de que las clases sean mixtas, alternando lo teórico y lo práctico.

 

La salida laboral es que el día de mañana el alumno que sale del posgrado pueda laburar en una campaña electoral, en una comunicación de gobierno o en algo vinculado a los medios de comunicación y la comunicación política.

 

-PT: Lo que buscamos en los alumnos es gente interesada en el tema. Prácticamente, nadie entra a las carreras de Ciencia Política, Periodismo o Comunicación diciendo que quiere dedicarse a la consultoría política. Es algo que se va descubriendo de a poco porque milita o tiene contacto con la política. En los programas de formación de grado siempre es una materia accesoria. Realmente, los alumnos no terminan de entender de qué va la comunicación política.

 

-Desde hace años que se repite que la comunicación es clave en cualquier ámbito... ¿Para ustedes por qué lo es para la política?

 

-PT: Comunicación y gestión son dos caras de una misma moneda, que es la política. La gestión transforma la realidad desde lo objetivo, lo tangible. Mientras que la comunicación lo hace desde lo subjetivo, desde cómo entendemos el mundo y de cómo entendemos la acción de tal o cual gobierno o los dichos de tal candidato. La comunicación es fundamental pero siempre subordinada a la política. Es decir, vos no podes tener buena comunicación y mala gestión porque, al fin y al cabo, lo que queda es la gestión.

 

La comunicación es fundamental en el sentido de que tiene la capacidad de potenciar la gestión y las acciones que uno lleva adelante. La comunicación es una herramienta más de la que se sirve la política y está dentro de las más importantes porque podemos influir en cómo la opinión pública entiende la realidad.

 

 

 

-GS: Le doy un peso importante a la comunicación. Algo que hay que alumbrar es que en este escenario comunicacional, marcado por la saturación de mensajes, más que nunca es necesario profesionalizarse y especializarse en esto. Ante esa cacofonía, para hacerla diferencia y lograr que tu mensaje llegue tenés que tener un conocimiento básico tanto de formas como de contenido. Es clave especializarse en este campo.

 

-PT: La primera mitad del siglo XX el monopolio de la información y la comunicación pasaba por la dirigencia política. No porque tuviera un valor agregado por sobre el resto, sino porque las fuentes de información eran limitadas. Esa influencia de la política en la información y la comunicación. Con la aparición de la televisión ese paradigma se empezó a romper porque aparecieron otras fuentes de información, sobre todo ligadas al entretenimiento, y se logró que se acceda a información de primera mano de fenómenos para los cuales no se necesita acudir al político para conocerlos.

 

-¿Qué ejemplos hay de eso?

 

-PT: Uno de los casos más icónicos es la intervención militar de Estados Unidos en Irak o en Afganistán. Incluso, también en la Guerra de Vietnam. La posibilidad de que periodistas fueran a la guerra, filmaran y mostraran en canales de televisión privados, no controlados por el Estado, qué era lo estaba pasando logró que aquellos conflictos que, años anteriores hubiera tenido el apoyo total, hizo que grandes sectores de la sociedad norteamericana rechazara esas intervenciones.

 

Aparecen una nueva serie de fuentes de información contra las que la política tiene que empezar a competir. Por eso es importante la comunicación porque una buena comunicación hace competitiva a la información y los mensajes que quieren enviar los políticos frente a un sinfín de fuentes de información.

 

 

 

-Ustedes plantean que la comunicación de gobierno es distinta a la de campaña y la dividen en dos momentos distintos durante el dictado del posgrado ¿Por qué?

 

-PT: Si vamos al estudio de la comunicación de campaña y la de gobierno vamos a ver que hay mucho más sobre la comunicación de campaña. Manuel Mora y Araujo decía que había más academia y estudios sobre la campaña electoral porque es un fenómeno acotado en el tiempo. Empieza y termina.

 

En la comunicación de gobierno los tiempos son otros. Los efectos de su accionar son otros. Tenés que gobernar para todos y convencer a toda la sociedad sobre el camino que estás tomando. Tenés muchos más limitantes institucionales a la comunicación que podes hacer en campaña. Se mueven en lógicas diferentes pero que, sin embargo, tiene que haber una conexión entre ambos. Uno de los grandes desafíos es transformar todos los mensajes que usaste en la campaña luego en mensajes de gobierno. Es decir, nutrir al Gobierno de lo que dijiste en la campaña para que tenga una coherencia.

 

-Hay un viejo concepto de la comunicación política que marca que el candidato siempre está en campaña y debe comunicar desde lo electoral...

 

-GS: La campaña permanente. Hay un nuevo enfoque. El relato que vos elaboras en la campaña electoral tiene que tener una continuidad cuando llegas al poder. Hay una diferenciación de segmentación porque el público de la campaña electoral es mucho más acotado y restringido que el público

 

Pero más allá del destinatario, el político tiene que tener responsabilidades en su mandato de gestión pero al mismo tiempo ya no puede dejar librada su imagen política únicamente a ese lapso electoral. Esa imagen la tiene que trabajar permanentemente y también eso responde a un factor mucho más estructural que es la sobreexposición que están teniendo los políticos, sino todos nosotros.

 

La cantidad de formatos en los que nosotros publicamos nuestra intimidad es innumerable. La política no está aislada de ese fenómeno de sobreexposición.

 

 

 

-¿La dirigencia política pone en valor a la comunicación política?

 

-PT: Muy progresivamente hay todo un gran sector de la política que de a poco está entendiendo que algún tipo de asesoramiento en comunicación necesita. Generalmente, esos individuos empiezan en el mundo de la comunicación a través del media coach o media training. Ahora, lo más necesario para la dirigencia política, y lo más difícil a que accedan, es meterse en la cocina para establecer estrategias de comunicación, basadas en estudios de opinión pública y análisis de coyuntura.

 

El político tradicional toma al dirigente como ser perfecto que baja de los cielos y resuelve cualquier problema. Cuando ese dirigente tiene que acceder a ese tipo de asesoramiento es, reconocer de alguna manera, que no tiene la verdad revelada y que necesita que alguien venga y lo acomode en el camino correcto. Con lo cual es difícil y es progresivo.

 

Los políticos que mejor performance tienen son aquellos que están mejor asesorados en comunicación. Mientras todo ese sector de la política tradicional no comprenda esto va a empezar a perder terreno y quedar con menos lugares de poder.

 

 

 

-¿Qué ocurre cuando un dirigente excede el asesoramiento y se empieza a escuchar siempre el mismo discurso, el mismo mensaje? ¿Cuál es el desafío de la comunicación política para romper esa situación?

 

-GS: El principal capital de un dirigente político es la credibilidad. Cuando se nota que está repitiendo como loro afecta a su credibilidad. Es algo muy difícil de repuntar. Hay muchos casos a nivel nacional donde se pierde esa credibilidad. Podes tener problemas como que no te conozcan, que se puede trabajar y mejorar. Pero recuperar o bajar una imagen negativa alta se vuelve muy complicado.

 

Las instancias de diagnóstico, análisis y estrategia le cuestan mucho al político tradicional porque se desarrolló políticamente creyendo que sabe todo, que tiene olfato y que, naturalmente, sabe para dónde tienen que ir los vientos. En esas tres instancias les tocas el ego. El consultor tiene que saber manejar esa situación. Es un arte saber hasta dónde inflas el autoestima y hasta dónde lo pinchas.

 

-¿Eso destierra la idea de que la comunicación debe estar en manos de militantes y es vital profesionalizar la consultoría?

 

-PT: El rol del asesor político tiene que ser, justamente, poder decirle al político lo que no quiere escuchar. Los políticos tradicionales tienen la tendencia a rodearse de aduladores. El rol que tiene que tomar el experto en comunicación política es marcar errores y emitir recomendaciones, pero no desde la opinión.

 

Siempre con los datos, con estudios cualitativos, cuantitativos, análisis político, de coyuntura, económicos que sustenten la visión. La  función del consultor político es recomendar un curso de acción porque las decisiones siempre las toma el político.

 

Rogelio Frigerio en su despacho en la Casa Gris.
Fernando Gray lidera Mercociudades, un espacio de integración regional para un futuro sostenible

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