Lejos de meterle calma a la cosa, de bajar un cambio y retroceder unos casilleros, los senadores santafesinos del PJ profundizaron la quiebra del bloque y, a esta hora, el peronismo, de la mano de Omar Perotti, se encamina a volver a gobernar Santa Fe con un clima de interna lacerante.
Todo era festivo en la preparatoria de la Cámara alta santafesina. Pasadas las 11, el vicegobernador y presidente del cuerpo, el radical Carlos Fascendini, arrancó a presidir la sesión. En primera fila lo seguían atentamente la vicegobernadora electa Alejandra Rodenas, la diputada nacional Silvina Frana y el ministro de Gobierno Pablo Farías. A un costado acompañaba el presidente del PJ, Ricardo Olivera.
Familias enteras poblaban la barra y algunos chicos se sentaban sobre las faldas de sus padres senadores. Uno a uno, los legisladores pasaron al frente y juraron por un nuevo mandato. Desde el más longevo de la Cámara, Joaquín Gramajo, que cumplirá siete mandatos, hasta el trío que debutó: los PJ Marcos Castelló y Marcelo Lewandowski y el radical Leonardo Diana.
Pero el silencio sepulcral hizo su entrada cuando el rafaelino Alcides Calvo, mesa chica de Perotti, avisó que Cristina Berra, Eduardo Rosconi, Ricardo Kaufmann, Castelló y Lewandowski se abstenían de votar la composición de las comisiones. “Somos seis senadores oficialistas”, dijo el vocero más tarde. Se sumó a ellos el radical que entró por Cambiemos Hugo Rasetto, el primero que prendió el ventilador al hablar de una política que contempla al adversario “como un enemigo o pretende su eliminación”. Diana también se abstuvo, aunque eligió el silencio. La votación cerró con once aprobados y ocho abstenciones.
Rápidamente, pidió la palabra Lewandowski, que hoy hizo su estreno y semanas atrás se definió como “oficialista”. “Nos enteramos hoy de la composición de las comisiones, no hubo ningún acuerdo”, denunció el rosarino en plena sesión, al tiempo que se quejó de la “mayoría automática de once”. Luego, en diálogo con Letra P, aseguró que “estaba todo armado”. “Si me preguntás qué comisión integro, no sé. Eso no es diálogo, no es consenso”. El periodista dijo que quiere llegar a la unidad del bloque, pero “si te van a imponer cosas no hay posibilidades de consenso”, indicó.
La cara del jefe de los díscolos lo decía todo. Armando Traferri no se calló y acusó a sus pares peronistas de “faltar a la verdad”. Reconoció que en la tarde de martes hubo reunión de bloque y los perottistas “se retiraron”. “Acá se respetan a las mayorías”, bramó. Y pidió que no lo arríen “de prepo”.
Los perottistas hablan de un acuerdo mayoritario entre Traferri y el jefe del bloque UCR de senadores Felipe Michlig. Entre ellos dos –acusan– se gestó “a dedo” la conformación de las comisiones y las autoridades administrativas, como el caso del secretario legislativo Rafael Gutiérrez, hijo del homónimo presidente de la Corte Suprema de Justicia de la provincia, propuesto por Traferri. “No fuimos consultados sobre ese caso”, le confió Calvo a Letra P.
La movida profundiza la interna del PJ y el rol de Traferri, enfrentado abiertamente a Perotti desde el día en que se levantó de la mesa de transición hasta cuando, entre otros momentos, impulsó la aprobación del presupuesto confeccionado por el socialista Miguel Lifschitz.
Así las cosas, aunque en el terreno de la formalidad no se haya consumado, el bloque del PJ luce partido. Por un lado, los que se sienten orgullosos de definirse como oficialistas o perottistas y, por el otro, los liderados por Traferri, el constructor del salto a la política de la ex jueza Rodenas. La división se convierte en el primer chispazo de tenor en la luna de miel entre la fórmula que ganó las elecciones.