Casi que, en los hechos, no existe la transición de gobierno en Santa Fe. El peronismo que entra acusa al mandatario Miguel Lifschitz de entregarle una provincia “desordenada, con cuentas en rojo”, y el socialista devuelve que su sucesor, Omar Perotti, no aparece y le reclama que anuncie el futuro gabinete, y lo acusa de paralizar el proceso de transición de un gobierno a otro.
Así las cosas, los gobernadores se reunieron solo dos veces, una en Rosario y otra en casa del socialista. Pero fue hace más de dos meses y desde ese momento la transición se encuentra empantanada.
Lifschitz, que por el momento esquiva las entrevistas políticas, manifestó este jueves en Rosario que “hasta ahora hubo charlas generales, no muchas, con la comisión de transición”. Moderado, cuidando no verter críticas feroces, el actual titular de la Casa Gris le pidió a Perotti que dé a conocer su equipo de colaboradores así se encamina el proceso.
“Hay problemáticas específicas en los grandes ministerios que no paran nunca, como Seguridad, Educación, Salud, Desarrollo Social, donde hay que planificar y tomar decisiones para fin de año y los primeros meses del año que viene”, remarcó Lifschitz durante una ronda de medios.
El socialista destacó que entre ambas gestiones no tocaron el tema seguridad, el área de gobierno más sensible de la provincia, por lejos. “Recién en estos días nos hicieron llegar algún requerimiento por escrito, informativo, sobre cantidad de efectivos y algunos datos de tipo cuantitativo, pero no hemos avanzado porque no están definidas las personas que van a abordar la problemática. No sabemos cuál es el proyecto de seguridad del gobernador electo”, se quejó.
Pese al apuro del socialismo, Perotti guarda todas sus cartas con activo recelo y se espera que anuncie el gabinete a fines de mes, en línea con el presidente electo, Alberto Fernández.
Confían desde el círculo íntimo del socialista que el mandatario hace el esfuerzo por “no pudrir” la transición. Sin embargo, entienden que el objetivo del PJ es “esmerilar” a quien será a partir del 10 de diciembre el principal opositor de la gestión. Y por esa razón, Lifschitz cuida sus vocablos con extrema sensibilidad.
“En seis meses, Perotti pasó de ganador provincial e ir por los ocho años a quedarse sin reforma, sin presupuesto y sin transición producto de una interna dinamitada”, apuntaron desde la mesa chica del gobernador.