- Temas del día
- Javier Milei
- Axel Kicillof
- PASO
- PRO
- CFK
Otra vez Latinoamérica sufre un clima de incertidumbre que complica cada día el panorama en la región. Evo Morales en Bolivia fue obligado a renunciar bajo amenazas de muerte por parte de quienes ejercen el poder de las armas. Un nuevo golpe de Estado se ha consumado en esta parte del continente, en un momento de inestabilidad y turbulencia en varios países de la región. Mas que nunca Argentina deberá apostar a una salida democrática y pacífica que sirva de faro a la región.
Sin dudas, en los últimos dos años la crisis económica y social que todavía golpea a la Argentina ha afectado a los sectores bajos y de medios recursos, que lejos de provocar una crisis social similar a otros países latinoamericanos, han apostado nuevamente a una salida democrática que llevaron al peronismo nuevamente al gobierno de la mano de Alberto Fernández.
Una de las grandes preocupaciones de la ciencia política moderna es como se consolidan y se mantienen las democracias, intentando explicar que una vez que los países desarrollan instituciones democráticas, una sociedad civil sólida y cierto nivel de riqueza, su democracia se encuentra estable, pero como podemos aplicarlo a nuestro país.
Para ello utilizaré la teoría de Mounk y Foa, que sirve de alerta temprana para detectar si una democracia tiene falencias que conlleven a una pérdida del status democrático, y deriven como en el caso boliviano en un golpe de Estado.
twitter_tweet
Mounk y Foa establecen tres factores que nos sirven para detectar esta derivación. El primer factor es el apoyo popular a la democracia: ¿qué tan importante es para los ciudadanos que su país siga siendo democrático? El segundo, la apertura del pueblo a formas de gobierno no democráticas, como el gobierno militar. Por último, el tercer factor es el apoyo a los “partidos y movimientos que se oponen al sistema” (partidos políticos y otros participantes importantes cuyo mensaje central es que el sistema actual no es legítimo).
En cuanto al primer factor, lo podemos analizar en base a la participación en las elecciones de octubre pasado. Los comicios tuvieron una participación del 80,86% —niveles similares a 2015—una tasa importante para América Latina, si lo comparamos con países con problemas institucionales como Venezuela, donde la tasa de participación alcanzó a solo el 46,06% en las elecciones presidenciales del 2018, pero también bastante distante al 46,7% de Chile en 2017, e incluso superior al 70% de la participación en Ecuador 2019. El mayor índice de la región lo tiene Uruguay con el 90,13%.
Siguiendo con el análisis propuesto por Mounk y Foa, el pueblo argentino en general se ha expresado de manera favorable al sistema democrático en cada ocasión que este estuvo en riesgo, así podemos recordar las manifestaciones populares en contra de los intentos militares de 1987 y 1990, como así también el intento de los sectores económicos concentrados en 2008, durante el gobierno de Cristina Kirchner. Así también es como se reivindica de distintos sectores la figura de Raúl Alfonsín, tanto desde la Unión Cívica Radical, como del Partido Justicialista, los dos principales partidos argentinos, y la instauración por Ley del 10 de diciembre como Día de la Restitución Democrática en Argentina.
Por último, quizás la postura del Partido neonazi Bandera Vecinal y del Frente NOS han sido las más cercana a la postura anti sistémica en las últimas elecciones. El primero de ello no avanzó a las elecciones generales de octubre al obtener solo el 0,23% en las PASO. El segundo sólo obtuvo el 1,71% en las elecciones generales.
Por todo esto, es importante la rápida condena al golpe de Estado en Bolivia por parte de los miembros del Frente de Todos, sin importar su matriz ideológica (desde Sergio Massa más cercano a EE. UU., hasta los sectores del kirchnerismo duro), como por parte de la izquierda y del radicalismo. A diferencia de ellos, la mayoría del PRO, donde las principales figuras como el presidente Macri, Rodríguez Larreta o Vidal no se pronunciaron contra el golpe de Estado. Pero en Argentina se exige madurez para aplicar una política de Estado en política exterior que respete los valores democráticos mas allá de un gobierno, por lo que se estima una oposición mas dura por parte del PRO, pero un posible consenso al menos en este tema con la UCR.