Con el objetivo cumplido por el peronismo de volver a conducir la provincia de Buenos Aires y la Nación, los intendentes de ese espacio trabajan en el diseño de una estrategia para que el Frente de Todos amplíe su poder en territorio bonaerense. En ese plan, ven que las delegaciones de organismos del Estado son el vehículo para posicionar a futuros candidatos en distritos dominados por Cambiemos.
En la tropa de jefes comunales de la coalición peronista circulan dos mensajes atados al contexto post electoral: la alegría por la victoria de Alberto Fernández, Axel Kicillof y una setentena de intendentes, sobre todo en el conurbano bonaerense, y la preocupación ante la inclinación y el favoritismo de una gran parte del electorado (más del 40%) hacia propuestas partidarias alejadas de la oferta peronista, sobre todo en el interior provincial.
Según supo Letra P, piden que se designe en delegacionales de dependencias nacionales y provinciales como ANSES, PAMI, IOMA e IPS a dirigentes que responden al armado del FdT. Quieren recuperar y ampliar el dominio en el territorio que representa el 37% del padrón electoral nacional y ubicar dirigentes propios en lugares clave es el puntapié inicial de un proceso a mediano y largo plazo que tiene por objetivo desplazar a Juntos por el Cambio en los pagos chicos.
“No podemos tener en ANSES un dirigente con una mirada neoliberal de las jubilaciones cuando nuestro trabajo apunta a reconocer a todos los trabajadores, incluso a aquellos que no tienen aportes”, dijo un intendente consultado por Letra P al explicar las razones de la movida.
Aunque la argumentación está atada al tipo de política pública que, eventualmente, podrían desplegar el próximo presidente y el gobernador, también es una puerta para potenciar el posicionamiento político y partidario del peronismo en distritos amarillos. El cuadro no es inusual ante un cambio de gobierno. Varios candidatos del peronismo y de Cambiemos fueron titulares de delegaciones distritales de organismos del Estado antes de liderar una lista.
Aunque Kicillof sacó una amplia ventaja sobre la gobernadora María Eugenia Vidal, el reordenamiento del mapa de poder en la provincia de Buenos Aires no varió con la fuerza que el Frente de Todos esperaba. Si bien ganó batallas distritales importantes, también perdió dominio. A partir del 10 de diciembre, de los 135 municipios, entre 69 y 71 quedarán conducidos por el peronismo (aún se espera el escrutinio definitivo en Roque Pérez y la resolución judicial en Maipú), mientras el resto estará en manos de la oposición: dos para vecinalistas, uno para Consenso Federal y los restantes, para Juntos por el Cambio.
Con esa radiografía, los intendentes y dirigentes territoriales del peronismo esperan poder controlar la conducción de las delegaciones de un amplio porcentaje de los municipios adversos, inquietud que ya le habrían trasladado al presidente y gobernador electo.