La fuerte escalada del dólar golpea de lleno a un producto de primera necesidad: el pan. En un contexto de incertidumbre generado por la drástica devaluación del peso en sólo una semana, los molinos recién por estas horas están atendiendo los pedidos que habían suspendido durante los días de fuerte turbulencia cambiaria.
Y el precio de la bolsa de harina, ya remarcado en sucesivos tramos del año, se disparó sustancialmente: en una semana pasó de $700 a $1.000. “Con esta perspectiva, si esto no se estabiliza, el pan en la provincia de Buenos Aires vale de $80 a $85”, indicó en diálogo con Letra P el vicepresidente de la Federación Industrial Panaderil de la Provincia de Buenos Aires, Emilio Majori, quien, al hacer un vaticinio del destino del sector bajo estas condiciones, no dudó en augurar “un terrible futuro, no hay horizonte”.
Y es que la línea ascendente en el valor del insumo central que se traduce en el precio de venta de los panificados lleva como resultado inevitable una caída en las ventas, lo que cierra un espiral asfixiante para las panaderías: “Esto impacta directamente en el consumo. ¿Quién va a comprar facturas cuando hoy la docena la tenemos que vender como mínimo entre $130 y $170 según la calidad?”, se preguntó Majori.
En esa línea, advirtió que en este “criadero de conflictos” derivado de “una situación industrial y comercial muy compleja” se está empujando a los panaderos “a ser clandestinos”: “Comprás la harina, hacés pan, le pagás a un tipo cuando terminó de trabajar en un galpón, te llevás las máquinas, cuando tenés algún problema la cargás y la llevás a otro galpón y a otra cosa. Clandestino: no pagás los impuestos que hoy, con estos precios, son carísimos”, ejemplificó el proceso por el cual en los últimos meses han optado por seguir varios comercios del sector para no elegir por el otro camino certero en medio de la crisis: el cierre.
Pero este proceso de pase a la clandestinidad es otro factor que golpea en la competitividad de quienes se mantienen con las persianas en alto. Por esto, Majori comentó que desde la Federación Panaderil se presentará una iniciativa tendiente a combatir la actividad no declarada: “La intención no es matar a nadie, simplemente combatir la clandestinidad. Va a ser duro implementarlo porque al asalariado no le alcanza la plata. No es que no quieran pagar y guardarse la guita, no la recaudan para pagar”, sostuvo.
TARIFAZO, HARINAZO Y DOLARAZO. Aunque el más fuerte, el salto que se registra por estas horas en la bolsa de 50 kilos de harina lejos está de ser el primero del año.
Luego de un febrero en donde “golpearon los tarifazos”, Majori comentó: “En abril vino el harinazo, pasamos a pagar de entre $220 y $250 a $700. Desde mayo, el dolarazo que nos descompaginó a todos. Salvo algunos que tenían verde, de alguna manera la mayoría de los panaderos se fueron descapitalizando. El miércoles anterior, cuando empieza el rumor del dolarazo, los molinos suspenden los pedidos que tenían tomado a $700-750. Cerraron los teléfonos, no nos atendían ni nos daban precios. Sí había precios en los depósitos que tenían acumulada alguna reserva y, por las dudas, esa gente llegó a vender harina a $1.200 la bolsa. Recién ayer (miércoles) algún molino salió al mercado y dijo que la harina vale $850 más impuestos. El precio final con los impuestos, llega a $1.000”.
Consultado sobre cómo considera que repercutirá en el precio de la harina el regreso de las retenciones al trigo, el dirigente de la Federación Panaderil se mostró cauteloso: “Puede beneficiar para que tengamos mejores ofertas en el país, pero hay que esperar”. Por lo pronto, diagnosticó: “Estamos cada vez peor, no podemos mejorar y los impuestos nos llevan por delante”.