Alberto Sellaro, el jefe del Calzado, se va del salón central después de escuchar a Mauricio Macri y dice, con sorna, que “fue un discurso genial”. Un instante después, “en serio”, el empresario aclara que “esto es más de lo mismo: perdimos 20 millones de pares en dos años, la realidad es esa”. Otro de los que salió propulsado del evento fue el salteño José Urtubey, que le dijo a Letra P: "Esperaba algún anuncio sobre el mercado interno”. Lo propio hizo el químico de Santa Fe Guillermo Moretti, que se reservó la opinión.
Fueron pocos los que apoyaron en serio, aunque algunos no se animaron a la crítica. La gran mayoría leyó la participación de Macri como un acto “correcto”, como esos equipos que, luego de períodos de golear, bajan el nivel y terminan ganando y prescindiendo del gustar y convertir muchos tantos. “Fue un discurso de unión, no mucho más; hay un plan que es aplicar un torniquete”, dijo Eduardo Eunekian, que escuchó al Presidente en primera fila. A su lado, el titular de la Cámara Alimenticia Copal, Daniel Funes de Rioja, destacaba que “es importante que haya dado la cara Macri”. Cristiano Rattazzi, de la FIAT, se sinceró: “Nadie dice cosas importantes en el estrado. Lo único que mostró fue seguridad”.
“La verdad, tenemos críticas, pero es el momento de poner el hombro”, le dijo a este medio Martín Rappallini, titular de la Unión Industrial de la Provincia de Buenos Aires (UIPBA). Su conclusión on the record sintetiza mucho de lo que hoy piensan los CEOs sobre el gobierno de Cambiemos: un presidente que comanda un Ejecutivo que atraviesa un tiempo de debilidad política que, de no contenerse con un espaldarazo de las corporaciones, podría terminar impactando peor en la población.
En una de las mesas, un empresario textil recordaba y comparaba las loas que recibía Macri en los últimos coloquios de IDEA. Aquí, en esta Conferencia 24 de la UIA, los aplausos lo acompañaron sólo en el final. Para el Círculo Rojo, Macri tiene el apoyo pero ya no enamora.
El que sí recibió palmas fue Acevedo cada vez que apeló en su discurso de concordia a la “necesidad de industrializar”. La ponencia del aceitero de AGD fue medida quirúrgicamente.
Si les pusieran una urna a los industriales hoy, Macri volvería a ser elegido presidente de la Nación. Con un margen más justo y con la etiqueta del mal menor, pero reelegido.
En la primera fila, mientras hablaba, nadie asintió como en otras ocasiones. Se los vio rígidos a Jaime Campos, de la AEA; a Gustavo Weiss, de CAMARCO; y a Claudio Cesario, de los bancos de ABA. Inmutable, también, Luis Pagani, el CEO de Arcor, que se sentó cerca del regresado titular del BICE, Francisco “Pancho” Cabrera.
La situación industrial es crítica y lo seguirá siendo por muchos meses más, pero parece haber un giro casi ideológico de los popes de la industria para defender a un gobierno (o no atacarlo) del que pretenden conservar algo más valioso que los nombres propios: un modelo más amistoso para dirimir diferencias pero con más conciencia de las necesidades de las fábricas. Con o sin Macri, pero con esa premisa.