El ex secretario de Comercio Guillermo Moreno judicializó otra vez la renovación de autoridades del Partido Justicialista (PJ) porteño y presentó un escrito ante la jueza federal María Romilda Servini en el que reclama la creación de una Comisión de Acción Política para “normalizar” el partido, que funciona hace más de un año con mandatos prorrogados.
Para fundamentar su medida, Moreno se aferra a un pedido de intervención que el propio partido desestimó y que no tuvo gravitación en la Justicia. Sin embargo, la presentación está y el ex funcionario kirchnerista advierte que la formación de esta Comisión, integrada por todas las tribus del peronismo capitalino, ayudará a la regularización del proceso eleccionario, frenado por distintas medidas judiciales y porque el acuerdo entre el peronismo y el kirchnerismo porteño sigue frío.
La Comisión Política del PJ Capital debería completar el cronograma electoral, depurar el padrón de afiliados existente y volver a anotar a los militantes empadronados, como propusieron Moreno y sus abogados días atrás. El cronograma electoral está desfasado desde que la jueza Servini, argumentando un inconveniente con la carga de padrones del Sistema Informático Electoral (SIE), paralizó las elecciones del 30 de septiembre.
Ante ese escenario, la estrategia de Moreno es clara: retrasar aún más el proceso para encontrar un espacio dentro de la lista de unidad que negocian el PJ clásico con el kirchnerismo vinculado a La Cámpora. Esta negociación, que se enfría conforme pasan las semanas y los vericuetos judiciales que alimentan la inagotable desconfianza mutua, propone un sistema de copresidencia entre los diputados porteños Mariano Recalde y María Rosa Muiños, que representarían a dos grandes grupos dentro del peronismo capitalino. A ese binomio se le suma la candidatura del titular de UPCN, Andrés Rodríguez, como presidente del Congreso Metropolitano del partido.
Pese a sus inveteradas negociaciones, Moreno aún no consigue ingresar a la nómina de unidad que diseñan Rodrígez, el ex legislador Juan Manuel Olmos y el sindicalista Víctor Santa María, actual presidente con mandato prorrogado. Bajo esa lógica, el ex secretario de Comercio evalúa y amenaza con presentarse a jugar una interna, que todos intentan evadir para ahorrar un proceso de desgaste que, en la lectura peronista, beneficiaría al gobierno de Cambiemos. “Si no hay acuerdo, vamos a una interna que sólo le sirve al gobierno para mostrar escándalo y descontrol en el peronismo”, reconoció a Letra P un congresal porteño.
Una intervención, a su vez, generaría una crisis institucional de resultados insospechados. En junio todos los sectores del PJ capitalino cerraron filas cuando, como adelantó Letra P, asomó el fantasma de la intervención de la mano de Luis Barrionuevo, que, una vez ungido como interventor nacional del PJ por la propia Servini, empezó a delinear un mapa con los distritos a controlar y apuntó a la Ciudad. Por esa misma razón, Moreno solicita a la magistrada que desestime la intervención y aprueba la creación de una Comisión de Acción Política que “asuma la planificación política de la regularización institucional del partido”. En un sector del PJ dialoguista local no llamó la atención el reclamo de Moreno: fuentes ligadas a la conducción del partido reconocieron que la opción se barajó en la previa a la definición del cronograma electoral, hoy desactualizado en plazo y forma.
A nivel administrativo no habría razones para que el PJ Capital sea intervenido: no hay denuncias ni delitos económicos en danza. Sin embargo, Santa María sigue al frente del peronismo porteño con una prórroga que lleva más de 18 meses. Ese artilugio normativo, acordado entre todos los sectores peronistas y el kirchnerismo, se sacó de la galera ante la frustrada renovación de autoridades o, lo que sería lo mismo, la imposibilidad de acordar una lista conjunta entre todos los sectores. Si fracasa el esquema de unidad se preanuncia una interna. Hasta ahora, el único dispuesto a dar esa batalla es Moreno, que por las dudas también tantea un esquema de unidad.
El kirchnerismo -que en esta negociación es La Cámpora- y el PJ porteño se miden día a día para ver quién merece más o menos a la hora de cerrar una lista conjunta. La unidad es el objetivo de máxima, pero a la hora de discutir las diferencias y las viejas rencillas afloran. La novedad de la copresidencia ayudaría a descomprimir esos resquemores que datan del segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner en la Casa Rosada. Sin embargo, hay quienes hacen lo imposible por detener ese esquema de buena convivencia. Al parecer, la estrategia judicial de Moreno cuenta con más adeptos.