Gustavo Weiss, el presidente de la Cámara Argentina de la Construcción (CAMARCO), reapareció con pecho inflado luego del cuaderno-gate que arrasó a la actividad de los ladrilleros. Es que la ola que generó la crisis económica no sólo tapó circunstancialmente el tema de las coimas a funcionarios K, sino que se apropió del pasillo del Hotel Alvear, donde se celebró la reunión del Consejo de las Américas. “Está complicada la cosa; el rumbo creemos que está bien, pero el Gobierno tiene que charlar con la oposición en este escenario”, reclamó el empresario a Letra P. Unos minutos antes, el dólar se había disparado cerca de los $40, pero la novedad, segundos después, no era tal: “¿viste que en Hacienda van a tomar medidas?, le anunciaba en un cocoliche clásico el ítalo argentino de la FIAT, Cristiano Rattazzi, a su par de la Unión Industrial (UIA) Daniel Funes de Rioja. “Igual, 50% es lo mismo que 60%”, le contestó el abogado de la cámara alimenticia Copal. La decisión de volver a subir tasa la había tomado el ministro de Economía, Nicolás Dujovne, como una especie de contraofensiva a la invasión del billete verde sobre el peso argentino. Rattazzi, siempre sonriente, estaba, más que preocupado, molesto: “Hay que dejar de regalar reservas, que el dólar vaya donde tenga que ir”, charló con Martín Cabrales, quien se sumó a la idea de que “la cosa ya se va a calmar”. En otra línea, Gabriel Martino, CEO del HSBC y uno de los banqueros favoritos de Macri, respaldaba el modelo “por tener el rumbo correcto, aunque no estuvo bien que lo mandaran al Presidente a explicar cosas que tendrían que haber explicado otros funcionarios”.
“Parece que vienen a misa, todo es cuestión de fe, ni una consideración del Gobierno sobre cómo seguir”, se enojó el salteño José Urtubey, uno de los hombres de la UIA que, junto a José Ignacio De Mendiguren, se quejaron fuerte. “Acá algo hay que hacer”, señalaba el Vasco, mientras Daniel Pelegrina, líder de Sociedad Rural, explicaba a Letra P que la entidad está “un poco en el medio entre los elogios y la crítica despiadada”. El ruralista quedó entre miradas inquisidoras de casi todos sus pares, que pidieron casi de manera masiva que, además de modificaciones políticas en el Gobierno, se retomen las retenciones a las exportaciones agropecuarias con este nivel de dólar.
Esta postal dinámica de los hechos acontecidos en los intermezzos del Council refleja el nivel de confusión que reinó en el evento al que asistieron el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, y los ministros Dante Sica (Producción), Javier Iguacel (Energía), Andrés Ibarra (Modernización) y Rogelio Frigerio (Interior). También hubo banqueros de las entidades oficiales como Javier Ortíz Batalla, del Banco Ciudad; directivos del BAPRO y el ministro de Economía bonaerense, Hernán Lacunza.
Peña fue uno de los más cuestionados por los CEOs, que identifican los desmanejos de la Jefatura de Gabinete como causales de la crisis macroeconómica que redundó en un colapso cambiario. Su salida es casi un prioridad para el Círculo Rojo, si la idea de Cambiemos es encauzar y dar una señal concreta de giro de timón.
Los empresarios, en este contexto, rumoreaban que el miércoles Peña le habría entregado la renuncia a Macri, no aceptada. Tienen, los CEOs, dos favoritos para la renovación de cuadros que reclaman. Uno es Frigerio, otro el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y el tercero, Emilio Monzó. Son los que identifican como interlocutores con el sector privado y la oposición, sobre todo, el peronismo.
Por el momento, el malestar de los empresarios se canaliza por esa vía. En cambios cosméticos sin tocar el modelo. De hecho, la mayor parte de los sectores sostiene a Macri, más que por admiración, por evitar que su sucesión represente un regreso a un populismo K, según su propia descripción. Esto hizo que, por ejemplo, la titular del Council, Susan Segal, al apelar a un discurso conciliador. Confesa amiga de Cristina Fernández y Daniel Scioli, la estadounidense consideró que “hay una gran oportunidad en Argentina y en América Latina y necesitamos liderazgo del sector político, pero también del sector privado. Si no empieza a hacer más inversión, es muy difícil para el continente y para cualquier país”.
Con más críticas pero con igual cautela se expresará el martes 4 la UIA en su Conferencia Industrial: “No va a ser cosa que después nos digan que nosotros los empujamos”, blanqueó un empresario fabril con ganas de colaborar a la paz social.
Como nunca en los últimos años, el escenario del Council fue rodeo ajeno para el gobierno de Cambiemos. Hubo más críticas, aunque en silencio, de la gran mayoría y una esperanza de que se encamine el rubro con otros actores. En un foier con los CEOs mirando sus celulares, recibiendo información sobre el dólar y comentando la recesión, pocos sonreían. Uno de ellos, el CEO de Uber, Mariano Otero, un outsider beneficiado en su negocio por un fallo judicial. “No puede creer dónde se metió”, bromeaban con algo de tristeza los que llegaron a reconocerlo.