CUADERNOS K

Los comensales de la “Camarita” que borran la grieta entre CFK y Macri

Wagner, ex Camarco, entregó a la Justicia nombres de constructores viales que funcionaban en una cámara paralela digitando licitaciones. Financistas K, M, autos blindados y aportantes de Michetti.

La declaración del ex presidente de la Cámara Argentina de la Construcción (CAMARCO) Carlos Wagner -dada a conocer en detalle por el diario La Nación- representa un hecho fundacional en el marco de la investigación de los cuadernos de la corrupción K. No solo por la metodología de cómo se manejaban y se digitaban las licitaciones, sino por otros nombres de compañías que el CEO volcó ante la Justicia: un pelotón de firmas que, según el dueño de Esuco, se reunían “en el tercer piso de Venezuela 736”, donde operaba la Cámara de Empresas Viales, a repartirse obras y dinero.

 

Básicamente, era en esa entidad, popularizada como “la Camarita”, en la que se cerraban todos los acuerdos de menor envergadura que no se hacían en Camarco, tal surge del testimonio de Wagner. El detalle que entregó Wagner, a promesa futura de recordar más nombres, tiene además la virtud de cerrar la grieta entre Macri y los Kirchner en cuanto a la relación con los contratistas del Estado observados judicialmente. Aparecen en el grupo de compañías aportantes a las campañas K, M, ganadores de trabajos en la Ciudad de Buenos Aires y hasta financistas de la fundación SUMA, de la vicepresidenta, Gabriela Michetti.

 

En su declaración, el empresario puso en consideración un listado que es casi un calco del que Lázaro Báez le entregó en 2015 al juez Sebastián Casanello, en un intento por despegarse del rol central que se le había dado a Austral Construcciones en el negocio de las obras durante el kirchnerismo. Además de los más conocidos cuadros del sector, como Cartellone, Chediak, IECSA y Vialco (Eletroingeniería), Wagner mencionó a Vial Agro, Biancalani, Losi, Fontana Nicastro, Marcalba, Equimac, Coarco y Perales Aguiar. "No existe la cartelización. Absolutamente no. Pensar en algo así cuando hay cien empresas que compiten es imposible”, le dijo en 2016 Rodolfo Perales a Hugo Alconada Mon. Por entonces, Perales era titular de la “Camarita”, siendo un histórico del rubro y habiendo ganado infinidad de licitaciones ya desde los años ´90, cuando incluso fue en tándem con el propio Wagner y Roggio, ambos vinculados judicialmente con el cuaderno gate.

 

Radetic corrió picadas en la 9 de Julio y le ofreció a Macri un auto blindado. Es dueño de una de las constructoras mencionadas por Wagner. 

 

 

Fuentes del sector explicaron a Letra P que la mayor parte de las firmas que integran la Camarita se hicieron fuertes, precisamente, durante el primer menemismo, cuando se iniciaron las privatizaciones de las rutas argentinas. Ese proceso, que arrancó con el decreto 823 de 1989, lo firmó el ex ministro de Obras Roberto Dromi, que asesoró luego a varias de esas firmas y al Ministerio de Planificación que condujo Julio De Vido. Los primeros trabajos los obtuvieron algunos de los citados por Wagner, como Chediak, Perales Aguiar, Paolini y Equimac, entre otros. De hecho, Perales Aguiar quedó vinculado a Dromi en una causa de presuntos sobornos al por entonces funcionario.

 

En 2017, el gobierno que conduce Horacio Rodríguez Larreta le anuló a Isolux el contrato para construir el Paseo del Bajo. Inicialmente, se pensó que una opción, antes que volver a licitar, podría ser darle los trabajos a la UTE integrada por JCR y la Coarco mencionada por Wagner. La UTE había salido tercera entre ocho competidores que midieron precios. JCR, el socio de Coarco, son las iniciales de Juan Carlos Relats, un CEO que Elisa Carrió persiguió por sus vínculos con el kirchnerismo. La firma Coarco es del marplatense Patricio Gerbi, uno de los empresarios que ya había apuntado Lázaro Báez ante la Justicia. Gerbi supo presidir la CAMARCO seccional “La Felíz”, tiene vínculo directo con el intendente de Cambiemos, Carlos Arroyo, y es un activo dirigente de la clase empresaria marplatense.

 

 

 

“En primer lugar, repudio a los ataques violentos que no llevan a nada. (…) Y el segundo motivo por el cual me ofrezco es porque recuerdo emotivamente al Escuadrón Fénix durante el conflicto bélico de 1982, quienes pusieron a disposición sus aviones personales y sus vidas por ayudar a la Patria. A menor escala, pienso que tengo que reaccionar, así como cualquier ciudadano de esta nación a la cual pertenezco. Llevo a la Argentina tatuada en mi brazo”. La emotiva cita es de Alejandro Gastón Radetic, que el año pasado fue acusado por correr picadas en la 9 de Julio y el microcentro.

 

El joven le ofreció al presidente Mauricio Macri su auto blindado Lexus LS, luego de que el mandatario fuese agredido con piedras en una gira por Neuquén. Radetic es uno de los dueños de la constructora Marcalba. Fue aportante a la campaña del PRO y ganador de licitaciones en la Ciudad por más de $400 millones. Tiene en su directorio a Alberto Andreacci, otro que aportó a título personal a la campaña y que además es dueño de Fontana Nicastro, otra de las firmas nombradas por Wagner. Esas compañías integran, en paralelo, la Asociación Argentina de Carreteras. Naturalmente, como la mayor parte del rubro, esas compañías jugaron fuerte en la campaña de 2015 a favor del Frente para la Victoria (FPV), con aportes al partido en las elecciones de la Ciudad, territorio en el que disputaría cantidad de trabajos.

 

Luis Losi es otro de los nombres que Báez ya había entregado. La firma que se identifica con su apellido es entrerriana y una de las que más licitaciones ganó de la mano del “Pato” Sergio Urribarri. Tal como publicó en aquellos años Letra P en base a cifras de la Dirección Provincial de Vialidad, la empresa Losi –que regentea el Hotel Quirinale- “resultó ser adjudicataria de una larga lista de obras públicas de la provincia. Entre ellas se cuentan la obra de recuperación de 40 kilómetros de calzada, desde Hernandarias hasta la ruta nacional 12, con un presupuesto de 105.970.154, 72 pesos; la obra de 50 kilómetros de extensión de la ruta provincial 5, hasta la localidad de Banderitas, por un presupuesto de unos 300 millones de pesos; el acceso a Puiggari, desde la ruta provincial 131, por más de 2 millones de pesos; la pavimentación del accedo a Puerto Curtiembre, por un monto de 26.888.903, 64 pesos; por poner algunos ejemplos. La constructora también resultó adjudicataria – en una UTE – del cuarto tramo de las obras para la autovía Paraná-Concordia, que tiene una inversión total prevista de 2.400 millones de pesos. El tramo número tres – por más de 200 millones – está a cargo de otro conocido del kirchnerismo: Lázaro Báez y su empresa Austral Construcciones”.

 

 

 

Automeme de Javier Milei. 
Daniel Funes de Rioja y el lobby empresarial

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