En una conferencia conjunta del Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y el Presidente del Banco Central, Nicolás Caputo, se dieron a conocer los principales lineamientos del acuerdo alcanzado con FMI, en el marco de un programa de Stand By a 3 años, por un monto de USD 50.000 millones.
El anuncio generó expectativas por la magnitud de la asistencia pactada, superior a los USD 30.000 millones esperados por el mercado, a los cuales se suman USD 5.650 millones de otros entes multilaterales (Banco Mundial, BID, CAF), para gasto social e infraestructura, reflejo del apoyo cosechado en la comunidad internacional por las autoridades nacionales.
En un contexto global que se ha tornado más complejo, con una retracción de los flujos de capitales hacia las economías emergentes, el programa con el FMI apunta a lograr transitar las actuales turbulencias internacionales minimizando el impacto sobre la economía argentina. Asimismo, facilita el continuar con una corrección ordenada de los desbalances macroeconómicos acumulados a lo largo de las últimas décadas, centrándose en dos ejes: una convergencia más acelerada hacia el equilibrio fiscal y el fortalecimiento de la autonomía del Banco Central, reforzando el marco de la política monetaria con el fin de bajar gradualmente la inflación.
En el frente fiscal, se mantuvo la meta de déficit primario de 2,7% del PIB para 2018, ya anunciada por el gobierno durante las turbulencias cambiarias de mayo, a la vez que prevé una reducción hasta el 1,3% del Producto en 2019, para converger al equilibrio en 2020 y presentar un superávit de 0,5% en 2021. Así, la corrección fiscal (de 1,1% del PIB en 2018, 1,4% en 2019 y 1,3% en 2020) implicará un ahorro total en los próximos tres años de 3,8% del Producto y de 3,1% en comparación con las metas originales. Esta dinámica reduciría las necesidades de financiamiento y permitiría que el ratio de deuda sobre PIB (con privados y organismos internacionales) comience a disminuir ya a partir del año que viene, y que el peso de los intereses alcance un pico en 2019, para comenzar a descender a partir de entonces.
El esfuerzo para alcanzar una reducción más acelerada del déficit fiscal estará centrado, fundamentalmente, en la contracción del gasto, previéndose que los ingresos tengan un efecto más bien neutro. El programa contempla una disminución más gradual que la esperada previamente en los subsidios, una moderación de la obra pública más acelerada, y menores gastos de operación y transferencias a provincias. El gasto social y en jubilaciones se incrementaría levemente y, de hecho, se contempla el uso de recursos contingentes para la AUH y otras asignaciones, en caso que la economía no evolucione en línea con lo proyectado. En este sentido, por primera vez en la historia en un programa con el FMI, el acuerdo incluyó una salvaguarda para proteger a los sectores más vulnerables.
En suma, en un contexto internacional mucho más complejo, el acuerdo con el FMI permite al Tesoro garantizar la cubertura de sus necesidades de financiamiento más allá del fin del mandato de la actual administración, removiendo una importante fuente de incertidumbre. Asimismo, el programa acordado constituye un avance en la dirección correcta, al acelerar la convergencia al equilibrio fiscal, reducir las necesidades de financiamiento, robustecer la consistencia entre las políticas monetaria y fiscal, y desarmar gradualmente el stock de Lebacs del BCRA, desarticulando fuentes de vulnerabilidad macroeconómica.