Hay algunas señales internas del informe de Índice de Precios al Consumidor del INDEC que inquietan aún más que la superación de la mesa pautada para esta altura del año y el 3,7% de junio, la marca más alta en casi tres años de gestión de Cambiemos. Una de ellas, que el aumento en los precios mayoristas, que adelanta el impacto de la devaluación, fue de 6,5% y está por encima del 30% en seis meses. Este argumento, muy vinculado a la evolución de los precios de alimentos y bebidas, es lo que hace tiempo viene dividiendo aguas en el Poder Ejecutivo. Una grieta que llegó a su climax en junio, el peor mes para los precios, y a las puertas de un julio que también tendrá inflación por encima del 3%.
El problema interno se centra en un dilema que la Jefatura de Gabinete que comanda Marcos Peña no ha podido resolver con éxito: por qué se ha elegido al Banco Central (BCRA) como el único organismo encargado de tomar medidas para aplacar la dinámica inflacionaria. Hay dos cuadros de la mesa chica de Cambiemos que, en este contexto, ya le pidieron al presidente Mauricio Macri que haya más pro-actividad de las áreas que se relacionan directamente con los actores formadores de precios. O más bien una coordinación entre el equipo económico para hacerle un torniquete a los precios.
Hoy en día, las carteras económicas le asignan a Luis “Toto” Caputo la responsabilidad de dar una pelea que ya venía perdiendo el ex jefe del BCRA, Federico Sturzenegger. Con el aditamento de que la política monetaria no llegó a colmar las ansias oficiales con los precios y, además, encareció el crédito y la financiación, al punto de poner a la actividad en un proceso de congelamiento. Parte del fracaso del Gobierno con la inflación se explica por las fuertes subas de tarifas de luz, gas y agua, más las alzas constantes en combustibles; más el transporte, con subas arriba del 5%. El ítem nafta pega de lleno en los valores de los productos que se venden en supermercados.
Concretamente, los sectores que piden más intervención apuntan a que el ministro de la Producción, Dante Sica, y el secretario de Comercio, Miguel Braun, reúnan a los empresarios relacionados al consumo masivo para pedirles “colaboración” en el marco de un contexto complejo. Sica, de hecho, estuvo junto al subsecretario Ignacio Werner, hace unos días, en un encuentro con los supermercados nucleados en la Asociación de Supermercados Unidos (ASU). Llamativamente, no se mencionó el tema precios más allá de un diagnóstico general de la crisis del consumo. Es esa la visión que tiene Comercio: “el responsable es el Banco Central”, aclaran. Y agregan que las herramientas con las que la cartera colabora van desde duplicar el programa el Mercado en tu Barrio, un Ahora 12 ampliado hasta fin de año, y el sistema Precios Claros, para comparar y seleccionar dónde comprar más barato.
Sí llamó la atención entre los formadores de precios el video que grabó el ministro Sica en una feria barrial. Sobre todo teniendo en cuenta que en su rol de consultor, con Abeceb, el ahora funcionario había elaborado el último informe para ASU sobre informalidad en el comercio. No cayó bien el video entre los hipermercados.
Fue la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, la que mejor expresó las diferencias internas en el Gobierno por la forma de encarar el problema de los precios. Admitió que la inflación es un problema y lanzó el plan de descuentos del 50% para comprar con plásticos del Banco Provincia (BaPro). Una decisión que en el Ejecutivo nacional niegan encarar y poner en práctica.
Vidal ya viene con cierto enfrentamiento con la Casa Rosada en este plano. Aún bromean en su entorno por los resultados del informe de abusos en precios que la mandataria le pidió al ex ministro de Industria, Francisco Cabrera. Material que nunca llegó a destino. La medida de volver con el Hot Sale del BaPro ha servido para reactivar la demanda en jornadas puntuales, pero el contexto de caída del consumo y altos costos financieros puso al programa de Vidal con menos atención por parte de las cadenas que en otras oportunidades.
El IPC del Indec mostró, en el desglose de junio, que el pan de mesa subió 4,2% y en panaderías el alza fue de 10,8%; la harina de trigo aumentó 25,8%, el aceite casi un 12%; mientras que la carne creció entre 7 y 9%. Los productores de alimentos ya le habían avisado al Gobierno que el pass through de la devaluación llegaría a las góndolas recién en junio. De todos modos, este traslado es parte de la primera instancia devaluatoria, no de la última, que se verá recién en los indicadores de julio-agosto.
La grieta en el Gobierno, que parte de una queja de los funcionarios más políticos, está además vinculada con el efecto de los precios sobre los salarios y las paritarias. Los ministros que negocian con sectores empresarios y sindicales reciben a diario quejas y reclamos de la disparada inflacionaria y la imposibilidad de cumplir con los aumentos y cláusulas de revisión. Resaltan en paralelo, los más críticos, que este rebrote de los precios se está dando en un escenario de contracción del consumo general. La estanflación tan avisada y que terminó produciéndose.