LA GRILLA DEL PERONISMO. NOTA I

Portador sano

Aunque reivindica el liderazgo de CFK, Agustín Rossi es el kirchnerista al que no le escapa el resto del peronismo. Recorre el país por su candidatura presidencial y promueve las PASO para 2019.

Dice públicamente que el escenario político "se mueve tanto que todavía no es tiempo de hablar de candidaturas". Pero desde hace meses, Agustín Rossi dedica los días que no tiene actividad en la Cámara de Diputados a hacer actividades propias de un dirigente en campaña. Fuera de su territorio de origen, Santa Fe, camina la provincia de Buenos Aires, visita pueblos, habla con comerciantes, profesionales, se reúne con asociaciones, encabeza actos, arma encuentros con intendentes y dirigentes locales. Sin anunciarlo todavía de manera formal, el presidente del bloque del Frente para la Victoria (FPV) es el único entre los posibles competidores que tendría para ofrecer el kirchnerismo en 2019 que ya decidió calzarse el traje y, tal vez, el menos resistido por los interlocutores del resto del peronismo.

 

El debate por la reforma previsional fue la plataforma de largada. Una vez concretado el recambio legislativo, las principales espadas de Cambiemos en Diputados, Emilio Monzó y Mario Negri, advirtieron a la Rosada que los tiempos parlamentarios habían cambiado con la vuelta de Rossi a la jefatura del bloque kirchnerista, lugar que ya había ocupado durante ocho años. Fue el santafesino el que se auto nominó como candidato a conducir el bloque. Previo aviso a Cristina Fernández de Kirchner, de sus intenciones y, sin haber obtenido aprobación ni oposición explícitas, comenzó una ronda de visitas a diferentes despachos de legisladores kirchneristas para buscar su apoyo. Una campaña a pequeña escala. Sobre el final, la ex presidenta laudó a su favor. Ya en la efervescencia de diciembre, por experiencia, diálogo con los demás bloques y personalidad, el rosarino reafirmó su conducción. Aprovechando la visibilidad del Congreso, empezó a diagramar sus próximos pasos.

 

Casi en simultáneo, también por su cuenta, inició junto a otros sectores del peronismo, el trabajo por la unidad de cara a 2019. Convocado por el presidente del PJ porteño, Víctor Santa María, fue junto a uno de sus dirigentes más cercanos, Daniel Filmus, a reunirse con los massistas Felipe Solá y Daniel Arroyo (Frente Renovador), y los randazzistas Alberto Fernández y Fernando "Chino" Navarro. Otra vez, Cristina no apoyó de manera explícita pero dejó hacer.

 

 

Las relaciones personales empujaron las reuniones. Aunque reivindica sin titubeos la conducción de la ex presidenta, Rossi mantiene las líneas abiertas con todos los sectores. En Diputados, la jefatura del bloque le hizo tender puentes con Graciela Camaño, acérrima crítica del kirchnerismo y férrea opositora como diputada en los tiempos en los que el rosarino lideraba la entonces bancada oficialista. Camaño suele decir que Rossi convirtió a los diputados del FPV en “personas civilizadas”, políticamente hablando, y mantiene con él un diálogo fluido, aunque desaprueba la iniciativa de sus compañeros de bancada, Solá y Arroyo. Con Pablo Kosiner, el presidente del interbloque Argentina Federal, de quien fue jefe de bloque durante dos años, tiene reuniones frecuentes.  

 

Desde el PJ federal, las críticas al discurso del santafesino apuntan a su planteo económico, que identifican demasiado con el del primer peronismo. Algo que se contrapone a la idea de "capitalismo moderno" que pretende dar ese espacio.

 

Por fuera de la Cámara baja, el peronismo federal mantiene su distancia. Aunque durante sus ocho años como jefe de bloque compartió trabajo, viajes y momentos de intimidad de la vida política junto a Miguel Ángel Pichetto, el diálogo se cortó. Rossi y Pichetto cruzaron llamados por última vez el año pasado, mientras el diputado estaba de campaña por Santa Fe. Fue para hablar sobre la causa del memorándum con Irán, en la que el juez federal Claudio Bonadio los citó a declarar como testigos. El contacto no se repitió. 

 

"Con Cristina y La Cámpora no tenemos nada que ver", repitió Pichetto desde la cumbre del peronismo federal en Gualeguaychú. Una primaria de un candidato de ese sector con la ex presidenta, con listas copadas por la agrupación que lidera Máximo Kirchner, resulta hoy inimaginable. El resto del kirchnerismo parece no estar vetado. "Porque a Cristina saben que no le podrían ganar", razona Rossi.

 

Desde el PJ federal, las críticas al discurso del santafesino también apuntan a su planteo económico, que identifican demasiado con el del primer peronismo. Algo que se contrapone a la idea de "capitalismo moderno" que pretende dar ese espacio.

 

Como sea, para el resto del peronismo, el rosarino no deja de ser un dirigente que, pese a estar absolutamente identificado con Cristina, nunca sacó los pies del plato del PJ, a diferencia de lo que sucedió el año pasado en varios distritos, donde los referentes del kirchnerismo armaron Unidad Ciudadana por afuera del partido. En Santa Fe, Rossi apostó a la unidad, compitió dentro del Frente Justicialista y su lista -puramente kirchnerista, como en cada elección en la que participó desde 2005, cuando Néstor Kirchner lo catapultó desde Rosario al Congreso- ganó la interna por amplio margen.

 

 

 

LA GIRA Y EL FLACO. A nivel nacional, el rosarino apuesta por el mismo esquema y asegura que va a trabajar "hasta el último día" para que la unidad se concrete, aunque en la intimidad tiene pocas esperanzas de que eso ocurra. En una línea parecida está Florencio Randazzo, con quien Rossi tenía un vínculo cercano cuando eran compañeros de gabinete. El presidente del bloque del FPV fue, incluso, uno de los dirigentes que respaldó la candidatura presidencial de Randazzo cuando aún soñaba con pelear en una primaria contra Daniel Scioli, en 2015. Tras la ruptura de Randazzo con el kirchnerismo y la competencia contra Cristina, en 2017, Rossi no volvió a encontrarse con el ex ministro del Interior. Pero en los últimos días envió a dos de sus hombres de confianza, su hermano, Alejandro, y a Filmus a tender puentes al Palacio Raggio.

 

 

 

El randazzismo lo recibió en la Cuarta sección electoral la segunda semana de mayo. Los intendentes Jorge Cortés (Henderson), Walter Torchio (Carlos Casares) y Germán Lago (Alberti), el presidente del PJ de Chivilcoy, Darío Speranza, todos hombres ligados a Randazzo, compartieron con Rossi actividades en su raid bonaerense. En Chacabuco, lo esperó el ex presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez.

 

Para las próximas semanas, el rosarino prepara más visitas a la región central, donde centrará su recorrido. Junto a los dirigentes que forman parte de su mesa chica, Filmus, Alejandro Rossi y el diputado mendocino Guillermo Carmona, entre otros, miden cuál será el tiempo conveniente para oficializar su pre candidatura, algo que hacia adentro del kirchnerismo ya es obvio para todos los dirigentes. El propio diputado Andrés Larroque, referente de La Cámpora, lo incluyó hace poco dentro de una lista de posibles candidateables del espacio, junto a Axel Kicillof, Jorge Capitanich y Alberto Rodríguez Saá.

 

Antes de avanzar en el anuncio público -que tendría lugar después del Mundial- Rossi lo hablará en privado con Cristina, quien por ahora no da señales de si tiene o no aspiraciones de ser candidata ella misma en 2019. Hasta el momento, la ex presidenta deja hacer y no opone reparos. Aunque ya dio vía libre a los dirigentes que se acercaron a decirle que encolumnaban detrás de Rossi.

 

Ésta no es la primera vez que el rosarino tiene un sueño presidencial. En 2015 formó parte del grupo de siete funcionarios del kirchnerismo que manifestaron sus intenciones de ser candidatos, hasta que Cristina pidió un "baño de humildad" masivo y dejó en la recta final solo a Randazzo y a Scioli, para luego terminar ungiendo al ex gobernador bonaerense. Si su jefa política decide no competir, el presidente del bloque aspira a que, como en diciembre, con la jefatura del bloque, Cristina laude otra vez a su favor.

 

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