Después del feriado XXXL, el mercado cambiario volvió a mostrarse agitado este miércoles, sin que la fuerte suba de tasas de interés dispuesta la semana pasada y las recientes intervenciones récord del Banco Central, que se repitieron en la rueda, terminaran de atenuar las expectativas sobre el dólar. Obviamente, en algún momento la tormenta pasará y llegará el momento de hacer un control de daños que puede arrojar hacia fin de año números peores que los previstos en materia de inflación y crecimiento.
El Presupuesto que el Gobierno hizo pasar por el Congreso en diciembre preveía una inflación anual alineada con la meta vieja del 10% y un avance del Producto del 3,5%. Tras el “recálculo” del fallido 28 de diciembre, aquel texto se convirtió en papel mojado, con una expectativa oficial de incremento de los precios que se elevó al 15% y, sequía mediante, un cálculo de incremento del PBI no mayor al 3%.
Mientras, el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que realiza mensualmente el Banco Central entre economistas y consultoras líderes arrojó en abril (sobre datos de marzo) una proyección anual de inflación del 20,3% y una de crecimiento del 2,5%. Pero las recientes convulsiones, que llevaron a un incremento de la tasa de interés de referencia de 3 puntos porcentuales, y el incierto final de la carrera del dólar amenazan con empeorar incluso esos pronósticos más avaros.
Germán Fermo, director del MBA de la UCEMA, le dijo a Letra P que “con la tasa de interés de los Bonos del Tesoro a diez años en Estados Unidos en el 3%, en todos lados hay un cierre de posiciones de carry trade [la apuesta a tasas en otras monedas para ganarle al dólar]. Esto le pone presión adicional al peso”. Así, “parecería que el Banco Central recurre nuevamente a la tasa como herramienta, aunque no se entiende bien si es para frenar la inflación, para frenar el dólar, o las dos cosas”.
“Con tasas al 30,25% en la parte corta nuevamente, la economía se va a volver a enfriar y entonces el rebote del 2% esperado probablemente será menor. Es más, si el objetivo del Central es frenar el dólar, debería poner ya mismo las tasas en el 35%, pero insisto, no me queda claro cuál es el objetivo. La política monetaria no es clara y debería serlo”, explicó Fermo.
El Gobierno sostiene que los precios van a desacelerarse drásticamente a partir de mayo, pero Rodolfo Santangelo le dijo a este medio que ya trabaja con la idea de un índice anual no muy diferente al 24,8% que dejó 2017. “No creo que la inflación baje, aunque eso va a va a depender del nivel al que se estabilice el dólar y de lo que pase con las tarifas”, señaló.
Según el economista, “el Producto no va a ir mucho más arriba del 2%”, con lo que ese umbral pasa a ser ahora el número a defender para que el año cierre más o menos decorosamente.
Gabriel Zelpo, economista jefe de Elypsis, indicó, por su parte, que “la suba de tasas opera muy en corto. Afecta algo el manejo de liquidez de las empresas, pero no significativamente a los préstamos de mayor duración”.
Se sabe que la herramienta de la tasa de interés puede resultar una verdadera bomba atómica en países con un ratio elevado de deudas privadas sobre PBI, pero no en una Argentina en la que esa relación apenas roza el 15%.
Con todo, las expectativas se deterioran. “Por ahora mantengo el riesgo al alza en inflación y tipo de cambio, y a la baja en crecimiento. Hasta ahora teníamos una inflación proyectada para el año en el 22%, pero si no se observan cambios favorables en el ambiente internacional, que es lo que más está moviendo el tipo de cambio, es probable que la movamos al 23%. Y el dólar, que lo teníamos proyectado a $22, puede moverse a $23. El impacto en el crecimiento por ahora es marginal: de 2,4% pasaríamos a 2,3%”, indicó Zelpo.
De acuerdo con Mariano Kestelboim, profesor de la Universidad de Avellaneda, “es notable la incapacidad del Gobierno para frenar el aumento de la divisa aun habiendo realizado la mayor liquidación histórica de reservas, más del 10% del stock total en solo dos meses, y permitiendo un brusco aumento de las tasas de interés. En ese marco, la suba del dólar genera un enorme desconcierto y un gran riesgo de aceleración inflacionaria, porque el pass through, es decir el impacto de la devaluación sobre los precios, es mucho más potente cuando los formadores de precios advierten el descontrol”.
“Es altamente probable que la actividad económica se resienta en el segundo semestre y, de hecho, no descarto una recesión suave. Pero la magnitud de esto dependerá de la profundidad de los actuales acontecimientos y de su extensión”, agregó. “El impacto de la devaluación también seguirá motorizando el proceso inflacionario en niveles muy altos, como los de los últimos meses, en torno al 2,5% mensual”, cerró Kestelboim.
El economista de la UNDAV puso el dedo en la llaga al hablar de la credibilidad de las políticas aplicadas en esta emergencia, que “agotan sus instrumentos de intervención en términos de suba de tasas y venta de reservas, sin conseguir por ahora una moderación significativa de la suba del dólar”. Desde otra perspectiva, Germán Fermo coincide y va más allá. “Hay demasiado ruido, mucha incertidumbre y muy poca claridad. A esto hay que sumarle un equipo económico sin rumbo, que no ha podido en dos años obtener resultados contundentes. El endeudamiento externo ha sido muy significativo para lo poco que se ha obtenido a cambio. Con todo respeto, es tiempo de que haya cambios, porque el equipo actual está sumamente desgastado. El presidente Mauricio Macri debería shockear al mercado con una renovación; este ya no creo tenga esa capacidad”.
El futuro inmediato parece complicarse más de la cuenta. ¿Hasta qué punto? “El partido todavía no terminó”, advirtió Zelpo.