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Macri festeja su mejor semana, pero aún no descorcha

Sabe que los avances en pobreza y empleo responden a una foto vieja. Un 2018 más frío es la antesala del año electoral. La eterna promesa del “segundo semestre”.

El pomposo anuncio presidencial de este miércoles de una serie de buenas noticias económicas tiene para el Gobierno un doble significado: por un lado, el cierre de su mejor semana del año; por el otro, la ratificación íntima de que el rumbo elegido es el correcto.

 

La reducción del índice de pobreza fue la vara que el propio Mauricio Macri se puso a sí mismo como la medida del éxito o del fracaso. Así, una buena noticia en ese ítem le genera una satisfacción especial.

 

Hay que recordar, sin embargo, que el macrismo aprovechó el “apagón estadístico” del comienzo de su gestión, un regalo del kirchnerismo y de su desmanejo del INDEC, para modificar el modo de medir la pobreza, mucho más exigente que el de cualquier país de la región. Así, el 32,2% registrado en el primer semestre de 2016 pudo ser atribuido ampliamente a la “herencia recibida”, sin las debidas aclaraciones sobre ese cambio metodológico ni sobre el impacto social de la megadevaluación de diciembre de 2015, inmediatamente posterior a la asunción del nuevo Gobierno.

 

Luego, todo fue a pedir de Macri: de ese 32,2% se pasó a un 30,3% en el segundo semestre y al 28,6% de la primera mitad de 2017.

 

Consultado por Letra P, el economista jefe de Elypsis, Gabriel Zelpo, indicó que “2017 terminó con niveles de pobreza más bajos por la creación de empleo privado y por un importante aumento de las transferencias del Gobierno, que ampliaron tanto la cobertura (social) como los montos de transferencia”.

 

Pero, si la creación de empleo, robusta el año pasado, es una clave del derrotero descendente de la pobreza, sus características presentan claroscuros.

 

Daniel Schteingart, doctor en Sociología, agregó, ante la consulta de este medio, que “las últimas dos semanas fueron las de mejores noticias económicas de los últimos dos años. Además de los datos de pobreza, los de mercado de trabajo fueron mejores que lo esperado; es bueno que se haya generado tanto trabajo más allá del carácter precario que tuvo en buena medida”.

 

En efecto, de los 694 mil puestos de trabajo que se generaron entre el cuarto trimestre de 2016 e igual período del año pasado, 185.700 fueron en blanco, 222.600 en negro y 284.600, no asalariados, básicamente monotribustista.

 

 

“Está claro que los trabajadores en negro y los precarios son los primeros que pueden tener complicaciones ante el primer viento en contra”, completó Schteingart.

 

Daniel Arroyo, diputado nacional por el Frente Renovador, explicó que, “para no ser pobre, una familia de cuatro personas necesita 17.500 pesos por mes. La baja de la pobreza corresponde a los últimos meses del año pasado, cuando la mayor actividad en la construcción generó más changas e hizo que gente que está en una zona gris, que percibe planes sociales, mejorara su situación y se ubicara por encima de la línea de pobreza. Creo que en la próxima medición la situación debería cambiar y producirse un alza por los aumentos de los servicios básicos, de los alimentos, del transporte del inicio de este año, cuando, aparte, no hubo actualización salarial”.

 

“La Argentina tiene cerca de un 25% de pobreza estructural y ése es el problema más grave, más allá de los contextos económicos. La situación empeoró en el último tiempo en términos generales, con la extensión del sobreendeudamiento de las familias”, siguió quien fuera ministro de Desarrollo Social bonaerense.

 

Zelpo coincidió con ese diagnóstico, según el cual el festejo por la reducción de la pobreza puede ser efímero. “Sí, puede ser que en parte estemos viendo una foto vieja de la pobreza, previa a la devaluación del primer trimestre, a la reforma de la ley de movilidad jubilatoria y a la evolución de la Asignación Universal por Hijo y de las pensiones”. Esos indicadores sensibles, hay que aclarar, evolucionan hoy por debajo de la inflación.

 

 

 

La Casa Rosada es consciente de eso y, por eso, deja por ahora el champán en la heladera. Entiende que el auge de la patria monotributista y del empleo informal diluyen en alguna medida el impacto favorable de los indicadores difundidos, pero viven el momento como una confirmación de que el camino gradualista en vigor es el correcto.

 

“Las críticas por la inflación y por el gradualismo fiscal son cosas del Círculo Rojo que no nos conmueven”, le dijeron en el Gobierno a Letra P.

 

La ratificación del curso no apunta solo al gradualismo sino, también, al timing de las medidas. Si, más allá de la pompa pública de los anuncios, puertas adentro no se festeja demasiado es porque se entiende que el camino hasta el final del primer semestre será complicado, con nuevos aumentos de tarifas, como el concretado este miércoles en el caso del gas (http://www.letrap.com.ar/nota/2018-3-28-12-19-0-la-tarifa-del-gas-subira-hasta-un-40), y la continuidad del esfuerzo de ajuste en todo el aparato del Estado, despidos incluidos.

 

Luego, se sabe, llegará el Mundial y un segundo semestre que se proyecta libre de anuncios impopulares, antesala del año electoral. Claro que el 6 a 1 contra España amenazan con la posibilidad de una Copa corta para la Argentina y el mal clima financiero internacional puede complicar el financiamiento del minimalismo fiscal. Pero de eso nadie quiere hablar hoy.

 

 

 

Ahora bien, ¿cuál puede ser el impacto político de estas novedades favorables?

 

Pablo Knopoff, director de Isonomía, le dijo a Letra P que el novísimo escenario “es importante por varios motivos. Primero, porque la ‘pobreza cero’ fue uno de los mandatos que se autoimpuso el Gobierno. Segundo, porque quiebra la tendencia a etiquetar al Gobierno como uno que beneficia a los ricos. Tercero, le da cierto crédito a la mención al ‘crecimiento invisible’ que había hecho el Presidente, que significa que la marcha es lenta y que las mejoras se van a ir notando con el tiempo. Cuarto, le sirve para alimentar a aquellos que quieren apoyarlo y que se venían quedando huérfanos de argumentos, más allá del antikirchnerismo”. Pero el analista también es cauteloso: “Si el Gobierno apela al gradualismo, las mejoras de imagen también van a ser graduales”.

 

Otra analista consultada para este artículo, Celia Kleiman, directora de CK Consultores/Polldata, fue más allá. “Los datos no influyen en la población promedio. Lo que influye es la realidad, lo que la gente detecta en el supermercado, en su lugar de trabajo, en su temor o no a perder el empleo. Estamos hablando de un nivel de datos que puede influir en el Círculo Rojo y en algún segmento socioeconómico más alto, pero muy poco en la población promedio”.

 

Sergio Berensztein, por último, señaló que “cualquier gobierno necesita brindar noticias que ratifiquen los lineamientos de sus políticas. Ahora, una cosa es lo que el Gobierno necesita y otra, el impacto que noticias como éstas puedan tener en la opinión pública. Y ahí soy un poco más cauto. No creo que estos datos tengan un gran impacto en la población, más allá de que van a convencer más a los que ya están convencidos. En ese sentido, dado el factor a priori contraintuitivo de que la pobreza baje en un contexto de suba de tarifas, también puede polarizar más a la sociedad y hacer que los que desconfían lo hagan todavía en mayor medida”.

 

Así las cosas, hay más alivio que festejo en el macrismo. Si todo sale como el Gobierno espera, en un segundo semestre (sí, otra vez) liberado de golpes al bolsillo llegará su verdadero relanzamiento. La últimamente silenciosa María Eugenia Vidal, que prefiere no mostrarse tanto en medio de un conflicto docente que se prolonga más allá de sus cálculos, será entonces la primera en salir a la cancha. Y, detrás de ella, será Macri el que busque recuperar el terreno perdido en las encuestas en estos meses negativos.

 

Los planes, se sabe, están para ser cumplidos o para volar en tormentas inesperadas. Eso es lo que hace tan apasionante la política.

 

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