Macrismo de choque digital

Libertades controlleadas

El informe de Amnistía puso otra vez en debate la maquinaria paraoficial de ataques cibernéticos a periodistas. El fastidio presidencial con los Corea del Centro. Hablan expertos y megatuiteros.

“No nos sentimos aludidos por el informe. No hay ninguna acusación contra el Gobierno. Es un ensayo académico sobre lo que sucede en una red social cada vez menos usada. Es la que usan los señores más grandes. Están enfocando mal”. La respuesta de un funcionario clave de Mauricio Macri al informe de Amnistía sobre trolls es, como tantas veces, a grabador apagado. El Gobierno no quiere meterse ni darle demasiada entidad al trabajo “El debate público limitado. Trolling y agresiones a la libre expresión de periodistas y defensores de los derechos humanos en Twitter” de un grupo de especialistas comandado por Martín Becerra y Luciano Galup

 

El relevamiento analiza 3.540.009 tuits generados a partir de las interacciones de nueve periodistas y dos referentes de DDHH argentinos, entre el 22 de octubre y el 14 de noviembre de 2017. La preocupación está centrada en las “campañas de odio” y “ciberataques” con “cibertropas” que generan “campañas de acoso virtual” con información falsa.

 

“El modus operandi de las agresiones consiste en una secuencia de responsabilidades en cuyo origen hay funcionarios o voceros formales del oficialismo, pero también cuentas que, identificadas políticamente con el gobierno nacional, no tienen un vínculo formalizado o público aunque en las redes sociales son reconocidas por su oficialismo (...) El método combina cuentas personales de referentes políticos, trolls (cuentas cuyo registro violento bloquea el debate y desvía la conversación), bots (cuentas parcial o totalmente automatizadas en sus interacciones) y seguidores regulares”.

 

 

UNA PECERA. En la Casa Rosada minimizan lo que sucede en Twitter. La primera reacción ante la consulta de Letra P es afirmar que se trata de una red social “chiquitita”, que estuvo a punto de cerrar. “Es una pecera que no tiene ninguna posibilidad de agrandarse. Estuvo al borde de la muerte, agarró el pasto con las dos ruedas. Es insignificante, salvo que vos estés todo el día ahí adentro”.

 

En cuanto al cuestionamiento de fondo, las agresiones y las informaciones falsas, los funcionarios que tienen a cargo la comunicación del Gobierno aseguran que los famosos trolls de Marcos Peña son “una fantasía” o una inversión que al Gobierno no le serviría. El informe de Amnistía no prueba ni señala la responsabilidad de la Casa Rosada en las campañas que denuncia, sí de figuras del oficialismo, con y sin cargo. Además, recomienda: “Tanto el Estado como las empresas de redes sociales digitales deberían fortalecer y simplificar las herramientas de denuncia, dar respuesta a denuncias de los usuarios frente a comportamientos abusivos, generar normas de uso claras y transparentes con la participación de las comunidades de usuarios para evitar las estrategias de manipulación o de cercenamiento de derechos vía ataques de cibertropas”.

 

Consultado por Letra P, Becerra sostuvo que el objetivo del informe pasa por “cómo preservar al debate público y la libertad de expresión de campañas de hostigamiento que limitan la libertad de expresión, no que la amplifican”.

 

El único funcionario que se refirió al tema fue el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, en la línea de lo que había planteado Peña en su “Carta sobre Libertad de Expresión” en marzo pasado.

 

El Gobierno sostiene que no puede hacer nada. “Acá hay un problema de libertad de expresión que rige todo el debate. Cuando entrás por ese pasillo, tenés que tener mucho cuidado”.

 

 

 

LA ACCIÓN DEL ESTADO. El informe se basa en un grupo de periodistas que, en su mayoría, son críticos del macrismo y lo fueron antes del kirchnerismo. Aunque el Gobierno lo niega y afirma que el Presidente habla con alguno de ellos, a Macri le molestan las críticas de los que no acompañaron al gobierno de Néstor y Cristina Kirchner y -según cree- deberían respaldar la apuesta de Cambiemos en el poder. Macri suele incluir a un sector del periodismo dentro del fantasmagórico Círculo Rojo al que acostumbra a criticar. Aunque no está claro a quién se refiere, suele denunciar comportamientos mafiosos también entre los periodistas. A través de sus amigos, deja trascender cuestionamientos en los que la queja contra los que informan o critican se confunde con la que tiene como blanco a los que reclaman pauta publicitaria.

 

Para la especialista Beatriz Busaniche, de la Fundación Vía Libre, el informe de Amnistía es “importante, pertinente y necesario”, pero no da en la tecla de la relevancia del problema. “Pretende mostrar algo que se sabe que ocurre y expone algo que se sospecha, que hay coordinación detrás de algunas acciones. Sin embargo, erra en la metodología y falla a la hora de confirmar sus sospechas, dejando la sensación de que alinearon las evidencias para que resultaran del modo que esperaban que resultasen”.

 

 

 

Docente de la Universidad de Buenos Aires y magister en Propiedad Intelectual, Busaniche afirma que el Gobierno tiene la responsabilidad de no ser jamás, bajo ninguna circunstancia, protagonista de esto que se denuncia. “Ni los partidos ni los funcionarios deben involucrarse en la construcción de operaciones contra opositores o aprietes a periodistas. Es una verdad de perogrullo que vale la pena repetir. No hay mucho más que se pueda hacer con regulación gubernamental, salvo actuar con celeridad cuando se trate efectivamente de delitos como las amenazas graves, que generalmente ya se judicializan”.

 

Busaniche agrega que el Congreso debe tener una política de control de los fondos de campaña electoral y buscar la forma de transparentar los fondos de campaña usados en las redes sociales, pero advierte que no hay mucho más que se pueda hacer desde el Estado sin poner en riesgo alguno de los pilares de la libertad de expresión: “Que algo ofenda a otra persona no es un delito. Es menester reducir y no ampliar la gama de ‘delitos de opinión’. Es indispensable aprender a lidiar con las opiniones ajenas que no nos gustan, aunque nos resulten abominables y sean expresadas de forma grosera y hasta violenta por un diputado. El límite es la amenaza y lo que ya está tipificado como delito. Quien lo comete debe lidiar con las responsabilidades. Jamás debemos poner en la plataforma la potestad de dirimir la legalidad o no de un contenido y menos su legitimidad. Los problemas de acoso contra las mujeres, trolling a periodistas existen y existieron siempre. Nunca la censura fue una solución a nada de esto. Darle más poder a las plataformas para que ejerzan censura privada es generar nuevos problemas e incluso, un problema mayor”.

 

 

 

VOCACIÓN/PROFESIÓN. Una vieja enferma que encarna a una especie de SIDE vocacional, un guionista que trabaja con un director de cine famoso, un jubilado que se convirtió en influencer en las redes, un veterano de Malvinas que tiene un millón de seguidores con una cuenta falsa. Las historias detrás de Twitter activan leyendas que interesan a los que ganaron importancia gracias a la red del pajarito, que encontraron una segunda vida o una manera de mojar el pancito. En esa realidad que dejó de ser paralela para ser, se mezclan los que actúan por vocación y convicción con los que convirtieron sus opiniones en una manera de vivir y/o acceder a fondos del Estado. Letra P consultó a dos dueños de cuentas que usan seudónimos en Twitter y superan los 200 mil seguidores para conocer su interpretación.

 

“No sé si hay un ejército. Hay mucho de vocacional, hay una idea de pensar que está comandado desde algún lado. Yo veo gente con vocación de trolleo, dedicada 678 de melamina, armarle el archivo a todo el mundo. Pero, si ocupás la centralidad del espacio, estás expuesto a un montón de cosas”, dice uno, que no ve al Gobierno detrás de los trolls y las campañas.

 

"Los casos de Fernando Iglesias (@FerIglesias) y Eduardo Feinmann (@edufeiok) merecen destacarse porque son a la vez destacadas figuras de generación y reproducción de mensajes intimidantes y de noticias falsas". Informe de Amnistía sobre el uso de trolls para atacar periodistas”, dice el informe de Amnistia.

“Hay lobos solitarios, extremistas, muy enojados. Autoridades del ambiente anti k con muchos seguidores, influenciadores que marcan tendencia. En algunos casos, son empleados del Gobierno, están al pedo y son muy militantes, como también los tuvo y tiene el kirchnerismo. En otros casos, el Gobierno sabe quiénes son. Pero casi siempre alguien paga ese tiempo libre, de alguna manera, y es el Gobierno”, responde otro.

 

Los entrevistados coinciden. El cambio que trae las redes transforma a la opinión pública. “Antes era meramente cuantitativa y vos decías ‘éste es mi éxito, me ven 200 mil personas’. Hoy, 50 mil te dicen que sos un pelotudo y 70 mil, que lo que hacés les parece una cagada. Te salen a discutir todo al instante y es shockeante, pero no deja de ser una boludez, sobre todo un golpe al ego”.

 

Uno de los consultados afirma que, mientras hay gente que se pelea con la repercusión, hay otros que saben hacer su negocio con ese insumo gigante que es ese contacto con la reacción para cualquier tipo que trabaja con la comunicación”.

 

“Es obvio que el Gobierno tiene gente que opera en las redes y quizás no está en una oficina. Pero no sé si tiene un efecto que exceda al destinatario. Los que se la pasan contestando en Twitter se convierten en dadores de visibilidad para gente que está muy enferma. En Internet, la peor agresión es la ignorancia. Te ignoro y no existís. En la medida en que vos me contestás, me puteás, me das entidad, me estás dando lo que yo quiero: paso a existir”.

 

 

 

TWITTER, FACEBOOK Y LOS MEDIOS. Uno de los consultados afirma que, mientras el kirchnerismo es Twitter, el macrismo es Facebook, que es una red cinco veces más grande. “Ése es el cambio cultural. Twitter es la pelea cuerpo a cuerpo y todo lo que pasa ahí al macrismo esencial no le interesa. Incluso, le parece perjudicial, porque calienta una discusión que quisiera que no exista. Ellos están más preparados para postearte un video en Facebook, donde está la familia para contarle lo que vamos a hacer juntos. Lo tienen para la pauta nada más: son expertos en generar microcontenidos hipersegmentados y ponerlos en la pantalla”.

 

Por último, queda el impacto de las redes en la vida cotidiana que para uno de los consultados ya no se diferencia. “La división de lo virtual y lo real no existe más, porque estamos todo el día metidos en un teléfono y ésa es nuestra realidad”. Pero lo que genera mayor repercusión sigue siendo la asunción o no de un tema por parte de los medios más leídos. Cuando la fábrica de mensajes mueve la aguja y Twitter se convierte en material para los portales, sobre todo en horas de la tarde, donde “no pasa nada”. Es el momento en que los medios tradicionales validan las informaciones de las redes, incluso las falsas.

 

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