BRASILIA (enviado especial) La campaña electoral en televisión terminó aquí en la noche del jueves, con los principales candidatos debatiendo en el principal canal, el de la red Globo. Sin embargo, hubo una ausencia significativa: la del líder en los sondeos, Jair Bolsonaro, quien alegó recomendación médica de guardar reposo debido al atentado con un cuchillo que sufrió el último 6 de septiembre. Eso, con todo, no lo salvó de los dardos de sus adversarios.
Todos coincidieron en dudar de las razones alegadas por el diputado de la derecha dura y dijeron que, en realidad, se puso a salvo de un trance que podría haberlo hecho peligrar en su favoritismo. En verdad, es una ley que quien lidera una carrera presidencial evita los mano a mano.
Que Bolsonaro diera una entrevista, a la misma hora, al canal Record, propiedad de la Iglesia Universal del Reino de Dios, aumentó las suspicacias. Se sabe que el voto evangélico es uno de los pilares de su postulación y el propio dueño de la Record, el pastor Edir Macedo, expresó días atrás que votaría por Bolsonaro.
Mientras los otros postulantes se sacaban los ojos con amabilidad, este último embistió duramente contra el Partido de los Trabajadores y contra su abanderado, Fernando Haddad, a quien señaló como un títere de Luiz Inácio Lula da Silva. Todo, mientras sus enfermeros interrumpían el diálogo para escenificar los cuidados que todavía necesita. Al menos, todo un alivio, dio marcha atrás con su amenaza de desconocer el resultado de las elecciones del domingo si no lo dan ganador en primera vuelta y dijo que lo respetará. ¿Será que se siente fuerte?
La última encuesta de Datafolha, conocida poco antes de esas citas, le dio a Bolsonaro una intención de voto total (excluyendo los blancos y nulos, como ocurrirá en el escrutinio) del 39%, una cifra insuficiente para obtener la mayoría que le evite tener que competir en el segundo turno del domingo 28 pero muy impactante.
Su rival, el petista Haddad, en tanto, quedó con un 25%, todo indica que suficiente para acceder sin contratiempos al segundo turno. Su problema se da por la diferencia que parece ensancharse en favor del candidato del Partido Social Liberal: no es fácil recortarla cuando el nivel de rechazo propio orilla el 40%.
Claro que Bolsonaro tiene uno aun superior, cercano al 45%, pero amplios sectores medios ya cuentan sin remordimientos que lo votarán. Optar por la extrema derecha ya dejó de ser un tabú. Sin embargo, los analistas y encuestadores dudan: ¿hay todavía un “voto vergonzante”? Y más todavía: ¿éste oculta un respaldo a la ultraderecha o a un PT al que le siguen cargando todos los males de la corrupción? El margen para la incertidumbre persiste.
Mientras, en el debate de la Globo, tras las críticas a Bolsonaro, los dardos se concentraron en Haddad, a quien le reprocharon la corrupción de su partido y, ya desde la derecha, el déficit fiscal que dejó Dilma Rousseff. Éste, en tanto, prefirió asegurar la base propia antes que pensar en el ballotagey, en lugar de apelar a un discurso centrista, se concentró en enfatizar la agenda de izquierda, como la derogación del congelamiento del gasto público y de la flexibilidad laboral, medidas impuestas por el gobierno de Michel Temer. La estrategia tiene sentido, ya que los 25% que le adjudican las encuestas están todavía muy por debajo del 39% que le adjudicaban a Lula antes de su inhabilitación y Haddad necesita seguir creciendo en un espacio de clases populares que, en algunos segmentos y debido a la inseguridad rampante, no le hacen asco a apoyar las propuestas de mano dura del ex capitán de paracaidistas.
El laborista Ciro Gomes, el conservador Geraldo Alckmin y la ecologista Marina Silva insistieron en sus terceras vías, que parecen no llevar a ningún lugar, especialmente por su propia división. ¿Una lección sin fronteras?
Terminada la fase televisiva de la campaña, los candidatos se concentraban este viernes en realizar caminatas en distintas ciudades, especialmente del Sudeste rico, donde se concentran los principales colegios electorales. Y en seguir martillando en las redes sociales, donde circulan tanto propuestas como fake news. Según estudios, los ciudadanos brasileños son los que más se las creen en el mundo.
La campaña desciende de ahora hasta el domingo a niveles menos visibles, allí donde la suciedad más abunda.