La caída del un superclásico argentino

La foto y la película

El cierre de El Gráfico se inscribe en una serie muy crítica para el mercado de medios, que atraviesa la transición digital con más incertidumbre que garantías sobre el futuro. Excusas y verdades.

El año 2018 amanece oscuro para el mercado de medios. Mediante un comunicado publicado en su página web, la empresa Torneos anunció el cierre de El Gráfico. Dio cuenta, así, de una noticia que se enmarca en una serie más amplia: la crisis de los medios, aunque este caso es muy significativo por el rol que la revista ocupa en la historia del deporte en Argentina.

 

"Torneos lamenta informar que ha decidido discontinuar la versión impresa de la revista El Gráfico. Esta triste decisión se tomó en un contexto global de decreciente consumo de medios impresos que ha afectado a nuestra revista. Adicionalmente, en los últimos años la empresa ha llevado adelante diversas estrategias de producto y comerciales para intentar revertir la situación económica deficitaria de la revista. La empresa está analizando otras alternativas para que El Gráfico pueda seguir generando contenidos e información fuera de su formato tradicional. Más allá de la interrupción de la impresión de la revista, el archivo de El Gráfico que incluye fotos y ediciones anteriores, está disponible para ser visitado en www.elgrafico.com.ar".

 

La novedad puede ser analizada por lo menos en dos planos. Por un lado, desde la particularidad del derrotero irregular que sufrió El Gráfico en los últimos 20 años. Desde su venta por parte de la Editorial Atlántida y a partir del proceso que la llevó a este final. Cambios frenéticos en periodicidad, estructura de propiedad, modelo de negocio y lógicas se combinaron para quitarle valor a la marca más relevante del mercado de prensa deportiva de la historia de nuestro país. Por otro lado, es otro elemento de la larga lista de empresas de medios de distinto soporte que tienen dificultades económicas en Argentina desde hace tiempo.

 

 

LA FOTO. El Gráfico es el emblema de la prensa deportiva nacional, a pesar de no haber nacido como un medio exclusivamente dedicado al deporte. La revista semanal fundada por el uruguayo Constancio Vigil fue, junto a Para Ti y Gente, las perlas de su Editorial Atlántida hasta su transferencia a “Torneos” (y Competencias en ese entonces). Con un estilo único y el rol central de la fotografía como rasgo de su periodismo deportivo, sus tapas y títulos se volvieron símbolo cada semana. Triunfar en el deporte era, también, aparecer en “la tapa de El Gráfico”. 

 

Su cierre es significativo tanto por su dimensión histórica como por los avatares de la gestión de su negocio. Según Torneos, la razón para dejar de editarla en papel es la crisis de ese soporte. Sin embargo, esta explicación puede ser revisada.

 

El prestigio ganado por la revista acompañó el crecimiento del mercado editorial y la consolidación del deporte profesional. Su primer número apareció el 30 de mayo 1919. Poco más de un año antes que la radio -27 de agosto de 1920-, mientras el Estado empezaba a enseñar a leer y escribir. La sociedad de masas se consolida (también) con sus medios masivos y sus contenidos de interés popular, donde el deporte es el rey.

 

 

 

Firmas como Eduardo Ardizzone, Dante Panzeri, Juvenal o Cherquis Bialo aportaron para consolidar su marca y su peso. Sus tapas notables y sus ediciones históricas hicieron de su registro un valor y lo llevaron a vender más de 600 mil ejemplares en sus momentos dorados y hasta contar con suscripción internacional.

 

La revista materializó una relación de mucha cercanía entre la Editorial Atlántida y el presidente Carlos Menem en la década de 1990. Eran tiempos de expansión del proyecto multimedia. La editorial sería socia de Canal 11 (Telefé) desde 1989 gracias a los cambios en la regulación. El exmandatario apareció al menos cuatro veces en su tapa, con distintos deportistas y hasta en una entrevista exclusiva. Lo recordó él mismo en su cuenta de Twitter estos días.

 

Tras haberse impuesto en la competencia del mercado de revistas a las extintas Goles (editada hasta 1995 por la editorial Abril) y Solo Fúbol (dejó de aparecer en 1999), los rivales para El Gráfico se multiplicaron y combinaron. Se sucedieron la expansión de los suplementos deportivos de los diarios en la llegada del color al papel, la aparición del diario deportivo Olé( Grupo Clarín) en 1996 y la multiplicación de pantallas de contenidos deportivos, con la señal nacional TyC Sports (también del Grupo Clarín, socio de “Torneos y Competencia” en la señal) en 1994. Desde entonces, era accesible en video lo que antes apenas se “veía” en las páginas de El Gráfico.

 

 

 

En los últimos años, las decisiones erráticas se dieron en serie. Afectaron de ese modo a la marca, el valor más relevante del medio. Y fueron esmerilando aquel prestigio distintivo. Ese que por ejemplo destacaba Carlos Avila cuando la compró en 1998: “Si yo voy a la FIFA como dueño de Torneos y Competencias, no me dan bola; en cambio, si voy como director de El Gráfico, se me abren todas las puertas del fútbol.

 

En 1998, la revista dirigida hasta entonces por Aldo Proietto llevó adelante una experiencia fallida: “El Gráfico diario” para el Mundial de fútbol de Francia. Sufrió la crisis de 2001 y en 2002 se convirtió en mensual. Eso afectó su vínculo con la cotidianeidad del deporte a medida que las audiencias intensificaban su mudanza a los medios audiovisuales y digitales. La tirada alcanzaba los 13 mil ejemplares y el argumento sostenido era, también, la crisis del papel. Como muestra Pablo Vignone en Página 12, “en el editorial del último número semanal de El Gráfico, el 4.301, Diego Avila, el hijo de Carlos y titular del Grupo Editorial, le achacó la culpa de la situación al “estado terminal de la industria gráfica”.

 

 

 

La revista había pasado a integrar un multimedio audiovisual de capitales extranjeros y con poco conocimiento tanto del mercado editorial como de la historia de El Gráfico en el país. Aquel intento de expansión de Ávila mediante la compra del canal de TV abierta América implicó el principio del fin de su emporio. Ese con el que lideró la privatización de la relación TV-fútbol hasta que quedara en manos del grupo Clarín.

 

La crisis del papel es el mismo argumento que usa la empresa Torneos (hace tiempo cambió de nombre y de dueños) para sostener su decisión de abandonar la versión tradicional de la revista. Sin embargo, los datos que ofrece el Sistema de Información Cultural de Argentina (SINCA) muestran un panorama estable desde 2013 para la circulación de revistas. Como analizáramos junto a Agustín Espada en Letra P, tanto las ediciones gratuitas como las pagas exhiben pequeños aumentos de circulación. De hecho, con los últimos datos disponibles (2016), se verificó un aumento interanual de la circulación de las revistas de apenas un 1%, pero al menos no es una caída.

 

Según los datos del IVC, El Gráfico ostentaba, a octubre de 2017 (último registro), una circulación neta pagada de 22.538 ejemplares y se ubicaba entre las 12 revistas mensuales más vendidas del país. Si a eso se suma su valor de marca todavía vigente y las posibilidades de producción de sus dueños –declamada acá- se habilita la pregunta: ¿era este el único final posible? ¿Justo antes del centenario de su creación y en un año de Mundial de Fútbol con Messi?

 

 

 

LA PELÍCULA. El sistema de medios tradicional –prensa gráfica, radio y TV abierta- transita un período de crisis muy profunda. Sus lógicas de producción, distribución y consumo sufren, desde hace tiempo, modificaciones muy significativas por la combinación de la digitalización de los procesos y la expansión de las redes (Internet). Parte de los principales cambios afectan sus modelos de financiamiento –publicidad y venta de ejemplares, según el soporte- y el vínculo que las audiencias desarrollan con las versiones digitales de las marcas tradicionales o con nuevos tipos de medios de comunicación que emergen en la escena digital.

 

Este proceso global tiene una versión nacional muy intensa. Está condicionada por varias razones, entre las que se pueden destacar, entre otros:

 

- El tamaño del mercado: pequeño, concentrado geográficamente y en su estructura de propiedad, muy dependiente del apoyo estatal;

 

- Las prácticas y usos sociales de las audiencias: expandido el pago para ver contenidos audiovisuales (TV por cable o satélite), presencia de medios gráficos de cobertura nacional, regional y local, crecimiento constante pero desigual del acceso al servicio de internet fija y móvil.

 

 

 

El proceso es bien complejo. Abundan las explicaciones simplistas, que adjudican a una razón (“la grieta” o “la crisis del papel”) el recorrido de una serie de dinámicas múltiples. Tal como ya hemos abordado en Letra P, en los últimos meses se anunció el quiebre de la histórica Radio Rivadavia, Clarín cerró su gráfica AGR y con La Nación y sus socios cerraron la agencia de noticias DyN y los medios del ¿ex? Grupo Indalo (Radio 10, Pop, Mega, C5N, todos competitivos en audiencia) están en conflicto; en lo que va de enero de 2018, hubo despidos en radios Continental y Belgrano; no se pagaron los sueldos en El Mundo y el Canal QM noticias de La Plata está en una situación muy compleja. Desde la debacle del Grupo Szpolski y las revistas de la Editorial Atlántida, la serie no parece detenerse. Esta dinámica multi-causal pone a las empresas de medios tradicionales en el lugar que describe Martín Becerra: implorando en el rincón de un ring que solía dominar la campanada del fin del asalto.

 

Por su parte, los despidos y cesantías en Canal 7, Paka Paka, Encuentro, Radio Nacional y el Canal de la Ciudad suman a los medios de propiedad estatal a la crisis y son parte de una política activa del Gobierno.

 

Así las cosas, el futuro asoma incierto. Las cadenas se cortan por el eslabón más débil (los trabajadores). La paleta de medios resulta cada vez menos diversa. Y ni siquiera estímulos supuestamente atractivos (el Mundial de Fútbol a la vuelta de la esquina) funcionan como articuladores de modos novedosos de sobrevida a medios que transitan la transición digital con desafíos que se vuelven crisis terminales.

 

 

 

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