Informe 2016

Consumos culturales: números rojos

La combinación de la creciente digitalización -apalancada por el desarrollo de las redes- con la crisis económica generan un presente complejo en el mercado argentino.  El futuro parece incierto.

El Sistema de Información Cultural de la Argentina (SINCA), dependiente del Ministerio de Cultura, publicó su informe anual sobre las conexiones y consumos de los argentinos en esta materia. “Coyuntura Cultural” forma parte de una saga iniciada en 2009 y da cuenta de los indicadores de 2016 en los distintos ámbitos de la comunicación, el entretenimiento y la conectividad nacional.

 

Los datos publicados por el SINCA muestran cómo se modificó el consumo de cine, libros, diarios, revistas, música y artes escénicas, así como también el grado de acceso de los argentinos a la televisión por cable e internet. La primera lectura que puede hacerse es la confirmación de una tendencia que parece irreversible: internet modifica sustancialmente la economía de la cultura.

 

 

SECTOR POR SECTOR. La cantidad de espectadores del cine disminuyó de 52,2 millones en 2015 a 50,9 en 2016. Ocurrió en un año récord para la exhibición: se estrenaron 445 películas, de las cuales 199 fueron argentinas. Es necesario recordar que tal nivel de producción se consolidó hasta 2015, último año de gestión kirchnerista. La taquilla nacional alcanzó una cifra cercana al promedio de los últimos años con el 15% de los espectadores. Al mismo tiempo, solo un film argentino superó el millón de espectadores (“Me casé con un boludo”) y es el único representante local entre los diez títulos más vistos. Si bien la tendencia a la caída del consumo parece profundizarse en 2017, se percibe una mejor performance de los estrenos locales. El film argentino más visto del año (“Mamá se fue de viaje”) ya superó el millón y medio de entradas vendidas.

 

La industria editorial, por su parte, es la que presenta números más negativos. Los datos del año pasado confirman una tendencia a la baja que comenzó en 2015 tanto en cantidad de ejemplares impresos como en títulos editados. Por primera vez en 20 años, en 2016 los títulos editados fueron menos que la cantidad promedio de ejemplares impresos. Al mismo tiempo, la balanza comercial (diferencia entre importaciones y exportaciones) mostró su peor cara tras la apertura: las importaciones se duplicaron. Sin embargo, esto no ha sido reconocido por las autoridades del Ministerio de Cultura.

 

En materia de prensa diaria y revistas, los números no son más alentadores. La circulación de diarios cayó un 11,4% (783.037 unidades por día). Esta merma registra un nuevo mínimo histórico y confirma una tendencia que ya lleva diez años. En ese lapso, el diario de mayor circulación perdió el 50% de su tirada diaria, mientras que sus seguidores muestran caídas menores: el segundo perdió el 21.5%, el tercero el 9% y el cuarto, el 25%. Es posible vincular el conflicto político de largo aliento como factor que profundizó una deriva muy compleja para “el gran diario argentino”. La circulación de revistas, a su vez, muestra números estables desde 2013. Tanto las ediciones gratuitas como las pagas muestran pequeños aumentos de circulación en los últimos dos años.

 

La edición y distribución musical es otro sector que presenta novedades que consolidan tendencias con trayectoria. 2016 fue el primer año en que las ventas digitales superaron en volumen de ingresos a las físicas y el segundo en el que lo hace con la recaudación por derechos de comunicación al público. Sin embargo, la industria general muestra una caída de más del 50% de los ingresos en los últimos diez años (de 2.186 millones en 2006 a 988 millones en 2016). El 47% del repertorio comercializado pertenece a música nacional.

 

 

 

Los números de asistencia a salas teatrales para espectáculos en vivo muestran un aumento de un 1,6%. Este dato incluye espectáculos teatrales y musicales. En la Ciudad de Buenos Aires, las obras teatrales muestran una caída del 6,6% en cantidad de espectadores, mientras que los shows de música, un aumento del 22%. En el resto del país, los espectadores teatrales aumentaron un 4,6%, mientras que los musicales cayeron un 14,2%.

 

En relación con los datos de acceso a internet y a TV paga, también se constata a consolidación de sus tendencias. En 2016, las conexiones residenciales a internet pasaron de 15.9 millones en 2015 a 17.56 millones: poco más de un 10% de aumento. Sin embargo, al desglosar este dato se encuentra que el volumen de conexiones fijas disminuyó por primera vez en los últimos diez años (de 6,24 millones a 6,23) mientras que las móviles aumentaron de 9,66 millones a 11,33 millones.

 

Por su parte, la fase expansiva de la televisión de pago se frenó en los últimos años. De 2015 a 2016, tanto los servicios de cable como los satelitales muestran un aumento de 100 mil accesos cada uno, una suba de apenas el 2%. Los ingresos del sector, a diferencia de los accesos, aumentaron un 35%. Los cableros reúnen el 75% de los suscriptores y el 63% de los ingresos. Es posible que ese mercado haya alcanzado su techo de crecimiento. Y la competencia con los consumos de nuevo tipo (operadores web de contenidos audiovisuales con y sin derechos, abiertos o de pago) sea una mutación central en las industrias culturales.

 

NO ES (SOLO) LA ECONOMÍA. Como puede percibirse a partir de los datos, la prensa gráfica atraviesa una crisis muy profunda. El cine pierde asistentes a las salas en un año récord de estrenos totales y nacionales. El mercado editorial consolida una crisis de ventas y en la balanza comercial muy profunda. La música se reactiva de la mano del negocio digital, sin conseguir el volumen de sus años dorados. Los espectáculos en salas se mueven de modo dispar. El proceso tecnológico transforma a los sistemas. Pone en crisis modelos consolidados. Y, si se monta a un proceso de retracción del consumo en general, a un período de bolsillos flacos en los que la demanda cultural cede, los números no cierran. Y el porvenir se vuelve incierto.

 

 

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