En un rincón, la avidez de recursos para intentar surfear una administración en jaque. En el otro, la necesidad -previo a las elecciones- de armonizar las turbulencias provenientes de una comuna propia clave que no para de acarrear dolores de cabeza. La conflictiva relación entre el Gobierno bonaerense y el Municipio de General Pueyrredón (Mar del Plata), pasó de la fase política a la económica.
En el primer tramo del año electoral, la lupa de la administración provincial se posó en el monitoreo y contención política del polémico intendente Carlos Fernando Arroyo, luego de un infructuoso 2016 en este aspecto que derivó en la renuncia del secretario de Coordinación de Gestión y Modernización local, Agustín Cinto, hombre de Larreta que había llegado a la arena marplatense para seguir de cerca los movimientos del jefe comunal.
Ya en 2017, los recurrentes viajes al distrito del ministro de Gobierno, Joaquín de la Torre, finalizaron a la par del cierre de listas, no sin dispararse entre medio recurrentes tensiones con el alcalde melancólico de los años de plomo.
A pesar de ello, no se puede decir que los esfuerzos fueron en vano para el armado bonaerense de Cambiemos: se alcanzó la deseada lista de unidad y la misma se confeccionó –no sin berrinches del mandamás local que vio relegada su estructura- respondiendo al paladar vidalista que, además, fue quien comandó la estrategia de campaña escondiendo al hombre del piloto azul. Pero, sobre todo, logró al objetivo fijado para agosto: obtener un triunfo contundente en este bastión de la Quinta sección electoral.
INTERVENCIÓN ECONÓMICA. De cara a octubre, la tensa convivencia entre ambos socios se enfoca desde el plano económico. Semanas atrás, Arroyo estuvo en la capital bonaerense con un único reclamo en mente: más dinero. "Vamos a necesitar más fondos y mucha ayuda (...) La gobernadora está informada y no creo que necesite que yo le explique nada porque ya lo sabe. El problema acá es tener los recursos y acomodar los planetas para que las cosas se puedan hacer”, sostuvo el intendente marplatense a Letra P al salir de una reunión con funcionarios en la Gobernación provincial.
Este pedido de quien previo a las PASO dijo que el Gobierno lo ayudaba con fines electorales, no cayó en saco roto. Pero lo que está claro en la Provincia es que a Carlos Arroyo no se le abrirá más la canilla de recursos sin un control de cerca en lo relativo al manejo de esos fondos. En este último aspecto radica el desembarcó días atrás como flamante secretario de Economía y Hacienda municipal de Hernán Mourelle.
Economista del riñón PRO, Mourelle supo desempeñarse como asesor en la materia de la Subsecretaría de Desarrollo Económico del Gobierno porteño en tiempos de Macri. Asimismo, y según lo describió el propio Arroyo en la presentación de la cual el flamante funcionario omitió el contacto con la prensa, “tiene varios másters realizados” y se desempeñó en el área de Hacienda de la localidad de Lanús, así como “en otras dependencias públicas”. La llegada de Mourelle con el ministro de Economía provincial, Hernán Lacunza, es “directa”, afirman.
MÁS RECURSOS. Una vez conocido y confirmado el arribo del ex asesor del Gobierno porteño, el intendente anunció una ampliación del Fondo de Provincia para obras de asfalto, luminarias, movilidad urbana y seguridad vial en “un 20% más del total de los 320 millones de pesos ya destinados”.
Así, se detalló desde la Comuna que la ampliación presupuestaria “significa unos 60 millones de pesos más”.
"Estamos muy contentos con lo que se consiguió", dijo Arroyo para subrayar: "Hemos conseguido aumentar el presupuesto en un 20% de un fondo de Provincia que nos permite tomar intervención en puntos destacados de los barrios de la ciudad. Eso, más los otros fondos que gestionamos, nos permiten tener hoy más de 700 millones de pesos para obras en las calles".