Sensación de setentismo

En medio del proceso electoral y el creciente reclamo por Santiago Maldonado, la maquinaria oficial y paraoficial de comunicación trabaja en la instalación del miedo a un brote de violencia política.

 

Volvieron los setentas.

 

La Argentina se enfrenta al riesgo de una ola de violencia política desestabilizadora.

 

Células trasnochadas operan en el subsuelo de la República para sembrar el miedo.

 

Anarquistas y montoneros nostálgicos ponen caños para socavar los cimientos del cambio.

 

A partir de un puñado de hechos ocurridos en el último mes, la alianza gobernante Cambiemos agita un fantasma: que la democracia está acechada por fuerzas oscuras organizadas. Sucede -(no) casualmente- mientras crece la presión social sobre el Gobierno para que dé una respuesta sobre la desaparición del militante Santiago Maldonado, de quien no se sabe nada –lo último conocido es que participó de una protesta de la comunidad mapuche que fue salvajemente reprimida por la Gendarmería- desde el 1 de agosto. Sucede mientras el Gobierno balbucea –como hizo la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, el sábado por la noche en la mesa de Mirtha Legrand- la defensa de la fuerza de seguridad sospechada de hacerlo desaparecer.

 

Lo que sí parece un plan deliberado es la instalación de la sensación de setentismo en horas de incertidumbre electoral para el oficialismo. Se estima que el escrutinio definitivo de las PASO que realiza la Justicia electoral bonaerense confirmará, antes de que esta semana termine, el triunfo de la ex presidenta Cistina Fernández de Kirchner en la provincia de Buenos Aires, lo que, sumado a la victoria peronista en Santa Fe, podría dejar en ridículo el festejo oficialista de la noche del domingo 13. El mensaje podría ser: además de seguir demorando la llegada del segundo semestre –la lluvia de inversiones-, un triunfo del kirchnerismo podría, encima, inaugurar una nueva era de violencia política golpista en el país y ya sabe cómo termina todo cuando un grupo de iluminados mesiánicos se arroga la franquicia de la voluntad popular.

 

#DejáDePonerBombasCFK

 

El hashtag fue tendencia en Twitter la semana pasada. Lo posteó, por ejemplo, la cuenta @JOKER21393, que tiene 220 seguidores. También @BibiMont3 (70 seguidores), @samsaradenoir (114), @MsBalcedo (252), @JuanjoIba2 (42) y @StellaPassaro (99), entre muchas otras con fotos de perfil de dibujitos que respondieron a una convocatoria con estética Cambiemos:

 

 

 

En sincronía fina con el ejército de trolls que gobierna el jefe de Gabinete, Marcos Peña, la maquinaria paraoficial de comunicación –el periodismo militante, ese invento diabólico cuyo año 1 la historiografía orifial(ista) ubica en el 2003, con la llegada de Néstor Kirchner a la Casa Rosada- jugó fuerte en tributo a la instalación de la sensación de setentismo.

 

“Lo que ocurrió hoy en La Plata, con dos ataques incendiarios, no fueron hechos aislados. Se inscribe en una serie de episodios ocurridos en las últimas semanas”, advirtió el diario Clarín el jueves pasado, en una crónica sobre los ataques en La Plata.

 

El Messi del grupo que dirige Héctor Magnetto, Jorge Lanata, habló de la existencia de "una guerrilla indígena en el sur", reveló que "un grupo armado opera a metros del Obelisco” y alertó: “Esto cambia la realidad de un país, porque si algunos deciden sacar los fierros se pudre todo".

 

Lanata no está solo. Radio Mitre tiene equipo para jugar fuerte en esta cancha. Con matices, por ahí va el discurso encendido de Los Leuco, Pablo Rossi y Jorge Fernández Díaz.

 

Por su parte, este fin de semana, el diario La Nación señaló que “la sucesión de ataques de los últimos diez días puso en alerta al Gobierno. Y la preocupación creció aún más por la información que circuló ayer en el Ministerio de Seguridad: grupos no identificados buscan coordinar acciones violentas en los próximos días”.

 

 

Ministro de Seguridad bonaerense Ritondo. Hipótesis sin información.

 

 

Vale repasar los hechos para detectar ciertas particularidades:

 

El jueves 10 de agosto, 72 horas antes de las elecciones del 13, explotó un sobre con material pirotécnico en la sede de la empresa española INDRA, que desde 1997 controla los escrutinios provisorios. Hubo heridos leves. El fiscal Guillermo Marijuan dijo que no descartaba ninguna hipótesis. Nada se supo después sobre los posibles autores del ataque.

 

El día 18, un artefacto estalló en la puerta del Círculo de Suboficiales de Gendarmería de la capital cordobesa. Este fin de semana, La Nación informó, sobre ese episodio, que “ni siquiera se completaron aún los peritajes y la única posible testigo será convocada a declarar sólo la semana próxima. Al tratarse de casos en distintas jurisdicciones, los peritajes ni siquiera cruzaron oficialmente datos en busca de conexiones”.

 

El jueves 24, durante y después de la marcha en reclamo de la aparición con vida de Maldonado, ocurrieron tres hechos:

 

  1. Un ataque incendiario contra un edificio del Senado de la provincia de Buenos Aires. No fue un ataque al Palacio legislativo, donde tiene su despacho el vicegobernador Daniel Salvador. Fue en un anexo ubicado a 250 metros que funciona en una sede que fue hasta hace pocos años sucursal del Banco Hipotecario.
  1. Un ataque similar contra el edificio de la Gobernación. Se mencionó como un dato central que la molotov haya impactado en el despacho del jefe de Gabinete, Federico Salvai. Lo único comprobable es que la oficina del funcionario más cercano a la gobernadora María Eugenia Vidal da la calle 6, la del frente del edificio, por la que pasan todas las manifestaciones. Es licito, entonces, asignarle al azar alguna eventual responsabilidad en la dirección del ataque.
  1. Bidones con combustible estallaron en la puerta misma del Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires. Catorce horas después, el jefe de esa cartera, Cristian Ritondo, ensayó dos hipótesis, sin precisiones. La Nación informó este sábado: “La forma en que llegó el explosivo de fabricación casera al estacionamiento del Ministerio de Seguridad bonaerense no pudo ser determinada. No hay cámaras en ese lugar”. Y también: “El gobierno nacional no había logrado anoche identificar aún a los autores de esa agresión”.

Puntos en común:

 

  1. Los ataques ocurrieron en lugares y momentos sensibles que no merecieron dispositivos extra de seguridad por parte de las autoridades pese al proclamado enrarecimiento del clima político (la empresa encargada de los escrutinios, 72 horas antes de las PASO; la Gobernación y un edificio del Senado, durante una marcha por Maldonado en medio de la escalada de tensión por la desaparición del militante).
  1. No se conocen avances en las investigaciones.

Estas similitudes remiten a otros episodios que fueron presentados por el gobierno bonaerense como consecuencia de la “lucha contra las mafias” que asegura librar la alianza gobernante, como la intrusión del despacho de la mismísima gobernadora y el asalto a la residencia oficial del entonces ministro de Gobierno Salvai: llamativas violaciones a espacios presumiblemente custodiados y ausencia absoluta de noticias sobre el curso de las investigaciones.

 

En este contexto, resulta lícito cuestionar la pericia oficial en la prevención de la violencia y la custodia del patio mismo del poder institucional, en tanto la protección de los ciudadanos comunes aparece, entonces, como una quimera. La oposición (toda la oposición), por su parte, patalea un poco en las redes sociales, pero no levanta la voz como se espera que lo haga: por caso, pidiendo la interpelación del ministro Ritondo para que dé alguna explicación en el recinto de la Legislatura.

 

Al tiempo que caen como frutas maduras las sospechas sobre el origen de los episodios que se adjudican a presuntas redes de terroristas que se aprestan a coordinar acciones para alimentar el caos en Ciudad Gótica, de lo único que no caben dudas, a esta altura, es de que todo lo que se dice y se escribe –sin una pizca de ingenuidad- en estos días de clima enrarecido tributa a lo mismo: la creación de una sensación de setentismo en medio del proceso electoral con la expectativa de torcer votos en octubre y justificar una eventual escalada represiva.

 

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